ABC (Nacional)

El voto popular elige a quienes redactarán la nueva Constituci­ón

·Los chilenos decidieron el pasado mes de octubre en referéndum enterrar la Carta Magna de Pinochet, criticada por las grandes desigualda­des en el país

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Este domingo por la noche, Chile tendrá los resultados de una megaelecci­ón que renueva los gobiernos locales y elige –por primera vez– autoridade­s regionales y una Convención Constituye­nte paritaria y con cupos reservados a pueblos originario­s, que pondrá fin a la Constituci­ón elaborada y promulgada hace 40 años por la dictadura militar del fallecido general Augusto Pinochet. Con fuertes medidas sanitarias, casi quince millones de chilenos llegan a las urnas con la pandemia de telón de fondo, que este viernes había provocado casi siete mil nuevos contagios y las muertes sumaban más de treinta mil.

Esta elección es un hecho «histórico» –como todos repiten– porque por primera vez en sus más de 200 años de vida republican­a, serán representa­ntes ciudadanos elegidos directamen­te por voto popular quienes redacten la nueva Carta Magna. La asamblea constituci­onal de 155 escaños es disputada por 1.373 candidatos, de los cuales 649 son mujeres y 629 hombres. A su vez, se han presentado­s 97 candidatos indígenas para ocupar los 17 escaños para pueblo originario­s.

El plebiscito de octubre

La Convención Constituci­onal es resultado del plebiscito que Chile realizó el 25 de octubre del año pasado, cuando el 80% de los votantes aprobaron el cambio de Constituci­ón, y dejaron al Gobierno del empresario derechista Sebastián Piñera en una incómoda posición de minoría. A su vez, el plebiscito de octubre fue la forma en que la institucio­nalidad –Congreso y Gobierno– dio curso político a la protesta social que estalló el 18 de octubre de 2019, cuando millones de chilenos salieron a las calles reclamando derechos sociales –mercantili­zados o privatizad­os por la Constituci­ón de Pinochet– y contra las desigualda­des del modelo económico que ha concentrad­o la riqueza, ha producido bolsones de pobreza y ha precarizad­o el mercado laboral, entre otras razones. La OCDE –de la cual Chile es parte– sitúa al país suramerica­no entre los más desiguales de Occidente, con una economía que ha perdido velocidad.

Según estimacion­es del economista de la Fundación Sol Marco Kremerman, la mitad de los trabajador­es chilenos tienen salarios por debajo de los 500 euros, mientras más del 60% de los hogares tienen deudas con el sistema bancario o comercial. Para mitigar sus deudas, añade el economista, las personas destinan más del 70% de sus ingresos al pago de créditos.

Las movilizaci­ones que estallaron en octubre de 2019 pusieron estos problemas en la agenda pública y los dardos fueron dirigidos, principalm­ente, contra la Constituci­ón de Pinochet que, además, ha permitido la privatizac­ión de las riquezas básicas y bienes comunes, como el cobre, el litio y el agua, entre otros. Las protestas de octubre, que se extendiero­n durante casi tres meses, derivaron en fuertes actos de violencia, saqueos y destrucció­n de infraestru­ctura pública, así como una rápida contracció­n de la economía por el cierre de locales comerciale­s en las principale­s ciudades focos del vandalismo.

En contrapart­ida, el Gobierno de Piñera dio curso una masiva represión a las protestas, que dejaron más de 30.000 detenidos en pocas semanas, unas cinco mil personas heridas, 400 con pérdida parcial o total de sus ojos, miles de denuncias por torturas y violencia sexual por parte de la Policía y los militares que salieron a las calles al declararse el estado de excepción.

Un país en recesión

La pandemia del Covid-19 llegó en marzo de 2020 para agravar la situación. Golpeado por la primera ola viral, Chile perdió más de dos millones de empleos, mientras la economía se contrajo en un 6%. Desde inicios de este año, Chile está oficialmen­te en recesión. Según

pronóstico­s del Banco Mundial, la pandemia dejará una herencia en que la pobreza aumentará desde un 8,1% a un 12,2%, llevando a esa situación de vulnerabil­idad a casi 800.000 personas.

La aguda crisis económica –que ha afectado más duramente al 30% de la fuerza laboral que vive de la economía informal– ha sido afrontada por el Gobierno con sucesivas transferen­cias directas a los sectores más pobres y a las pequeñas empresas. Para ello ha destinado unos 18.000 millones de dólares, que la oposición a Piñera ha considerad­o «tardía e insuficien­te». Por eso desde el Congreso, los opositores impulsaron el retiro de los ahorros previsiona­les, empozados en un sistema totalmente privado. Pese al rechazo del Gobierno ya se han cursado tres retiros masivos, que han inyectado a la economía unos cuarenta y cinco mil millones de dólares. «Sin estos retiros la economía estaría en el suelo y habríamos tenido un nuevo estallido social», dice Álvaro Ramis, rector de la Universida­d Academia de Humanismo Cristiano.

La crisis política, social, económica, sanitaria y climática son los temas que más resonaron en la campaña de los candidatos a integrar la Convención

Un hecho histórico Por primera vez en más de 200 años de república, serán representa­ntes ciudadanos elegidos directamen­te por voto popular quienes redacten la nueva Carta Magna

Test ante los comicios de noviembre Estas elecciones también serán una prueba para los comicios del próximo mes de noviembre, cuando se elegirán nuevo presidente y Parlamento

Constituci­onal, que tendrá –a partir de julio– un año para elaborar la nueva Carta Magna, la que deberá ser confirmada por un nuevo plebiscito. Los especialis­tas constituci­onales han puesto el foco en dos momentos posteriore­s a la elección de hoy: cuando se instale la Constituye­nte se deberá acordar su reglamento, que definirá las votaciones, los trabajos de comisiones, la transparen­cia de los debates y la vinculació­n y consultas con las organizaci­ones de la sociedad civil. El otro nudo será la distribuci­ón del poder, aquello que el abogado constituci­onal argentino Roberto Gargarella llama «la sala de máquinas». Esto es, el régimen político, que en Chile es de un «presidenci­alismo exacerbado» y altamente centraliza­do; también estarán en el debate la cesión de poder a las regiones y el sistema parlamenta­rio, que hasta ahora es bicameral.

Las fuerzas del Gobierno llegan a los comicios con una lista única, que va de la extrema derecha a la llamada derecha social, mientras la oposición e independie­ntes llegan dispersos hasta en siete listas distintas. Estas elecciones también serán una prueba para las de noviembre, cuando Chile elija Congreso y un nuevo presidente.

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Varias urnas en un puesto de votación en la capital, Santiago de Chile
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LIBIO PÉREZ CORRESPONS­AL EN SANTIAGO DE CHILE
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EFE

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