ABC (Nacional)

Muere Paco Rabanne, que llevó las vanguardia­s a la alta costura

- CORRESPONS­AL EN PARÍS

JUAN PEDRO QUIÑONERO

Paco Rabanne (Pasajes, Guipúzcoa, 1934-Portsall, Bretaña, 2023) fue mucho más que un «gran modisto», título que le hacía reír. Fue un arquitecto visionario, un creador subversivo, el introducto­r de las vanguardia­s artísticas en la alta costura, un provocador místico, un futurólogo circense, un desterrado que nunca deseó regresar a España, de la que se vio forzado a huir, de niño, para sobrevivir en un campo de refugiados políticos.

La última vez que nos cruzamos, en el Café de la Mairie –frecuentad­o por Azorín, situada frente a la Iglesia de Saint-Sulpice y frente al hotel donde vivió Josep Pla–, Paco Rabanne me comentaba: «Ahora que soy famoso, quieren que vuelva a España. En Madrid y Barcelona se reían de mis primeras cosas, creyendo que eran gracietas. No volveré nunca. Por fidelidad a mi madre…»

Paco Rabanne era el pseudónimo de Francisco Rabaneda y Cuervo. Su padre fue un oficial del ejército republican­o, fusilado por las tropas de Franco en 1939. Su madre trabajó como primera modista del joven Cristóbal Balenciaga, en San Sebastián; pero, socialista, decidió huir de España. El niño que todavía era Paco Rabanne pasó por los campos de concentrac­ión de refugiados políticos españoles en Port-Vendres y Argelès-surMer, antes que su madre pudiera instalarse en Morlaix, en la Bretaña, no muy lejos de Portsall, donde Rabanne ha fallecido.

La madre del gran creador volvió a encontrar trabajo, en París, como costurera de gran talento. Y Paco (‘Pacó’, con mucho acento en la ‘o’, como le decían sus condiscípu­los) estudió arquitectu­ra, en la Escuela Superior de Bellas Artes, a dos pasos del hotel donde vivió Oscar Wilde, uno de sus modelos y maestros en el gran arte de la réplica provocativ­a. Para pagar sus estudios, Paco comenzó a dibujar, diseñar. Vendía sus dibujos, croquis y creadores a los grandes creadores de la moda de la época, introducid­o a través de las modistas de su madre.

«Gustos arcaicos»

En uno de sus libros de memorias, Paco recuerda aquellos años de este modo: «Los modistas parisinos tenían unos gustos muy arcaicos para mi sensibilid­ad. A partir de ahí tuve la ocurrencia de introducir el espíritu de las vanguardia­s históricas, el dadaísmo y el surrealism­o, en la alta costura. La subversión dadaísta me parecía ideal para romper con los arcaísmos de la moda dominante».

Dicho y hecho. Entre 1964 y 1966, Paco Rabanne, al fin, lanza sus primeras coleccione­s: «Doce vestidos experiment­ales, con materiales contemporá­neos», «Doce vestidos imposibles de vestir». Y comienza el uso de materiales muy anti alta costura: hierro, metal, papel, plásticos... con muchos colores chillones. Peggy Guggenheim se siente «fascinada por esos horrores». Françoise Hardy se atreve a lucir, en Londres, en un concierto, un vestido metálico que la impedía mo

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// REUTERS Rabanne bromea con una modelo que lleva un traje de chocolate
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