Los trabajadores de las sedes del Cervantes en el exterior, en huelga
▶ Reclaman una subida salarial, después de catorce años con los sueldos congelados
A lo largo de sus treinta años de existencia, el Instituto Cervantes ha ido extendiendo sus tentáculos por todo el planeta, con casi noventa centros repartidos en medio centenar de países, comandados desde 2018 por Luis García Montero, quien desde que Pedro Sánchez lo ungiera como director se las ha apañado para ir consiguiendo más poder y financiación, sobre todo ahora que hay dinero europeo. Pero ni con esas ha conseguido desbloquear la congelación salarial que desde hace catorce años sufren alrededor de trescientos trabajadores que, impotentes y decepcionados, se han revuelto contra esta situación e irán de nuevo a la huelga, la tercera en cinco meses.
Los trabajadores locales de los centros que el Cervantes tiene en el extranjero han convocado paros la semana que viene, después de los mantenidos en noviembre y enero. La sección Instituto Cervantes de la Confederación General del Trabajo (CGT) informó ayer en una nota de que los nuevos paros comenzarán el 17 y el 18 de abril, y se alargarán hasta julio, con dos días de huelga cada mes. Según este comunicado, «el personal afectado sigue esperando que el Instituto Cervantes ejerza su responsabilidad e inicie negociaciones que resuelvan esta situación de precariedad».
La huelga, aclararon fuentes de CGT, no la convoca este sindicato, sino la asamblea de trabajadores. «Existe una diferencia abismal entre los que tenemos contratos locales y los que vienen con contratos de España», dice una trabajadora del Cervantes de Lisboa. «Mientras los contratados por España sí tienen actualizaciones salariales, como los empleados públicos, nosotros seguimos igual desde hace 14 años. Es inviable. Nos sentimos ignorados. En la última huelga me tuve que coger una semana de vacaciones porque no podía permitirme estar sin trabajar».
Cinco de los catorce empleados de la sede de Lisboa, entre administrativos, ayudantes de biblioteca y auxiliares, están afectados por esta situación. En otros lugares como Londres o Berlín, donde los centros son más grandes, el volumen de trabajadores afectados es mayor, en su mayoría administrativos. Reino Unido o Suecia, donde el nivel de vida es más alto, son los países donde más se acusa esta congelación salarial. También en centros de Estados Unidos, Francia o Italia. Algunos trabajadores aseguran que ya está habiendo problemas para cubrir puestos. En Suecia, por ejemplo, no hay un solo nativo trabajando en el Cervantes. «Esta precariedad provoca problemas de funcionamiento», asegura CGT.
La principal reivindicación de estos trabajadores es «una actualización de los salarios del personal bajo legislación local congelados desde 2009», pero no solo eso. Tan importante como la subida salarial es establecer un mecanismo que asegure dichos incrementos año a año, igual que los compañeros sujetos a la legislación española, sin «discriminar» al personal del Cervantes sujeto a legislación local. Según una portavoz de CGT, esto es básico para no tener que estar luchando cada año con Hacienda, en el marco de la Comisión Ejecutiva de la Comisión Interministerial de Retribuciones (Cecir).
A finales del año pasado, tras la primera huelga en la que también participaron el resto de sindicatos y que se extendió a los trabajadores sujetos a la legislación española y a los de otros departamentos de Exteriores como consulados o embajadas, el Cecir aprobó una subida salarial del 3,5 por ciento para los empleados del Cervantes, pero cuatro meses después este incremento no se ha visto reflejado en las nóminas. «Lo que queremos es un mecanismo de actualización que no dependa de esa Comisión», dice CGT. «La dirección del Cervantes lo que nos dice es que ellos no tienen potestad para arreglar el problema de los sueldos, que dependen de la Cecir».
«Abandonados»
Este acuerdo del 3,5 por ciento ha roto la unidad sindical. Si en noviembre todos los sindicatos apoyaron los paros, en enero CGT se quedó solo, igual que en la huelga convocada durante los próximos meses. Patricia Hinjos, de Comisiones Obreras, considera que al solo convocar al personal sujeto a legislación local, con sueldos tan precarios, «hay más que perder que ganar». Según CC.OO., en 2017 ya hubo una huelga en Brasil por motivos similares y no sirvió de nada. Eso sí, CC.OO. comparte que desde hace treinta años los trabajadores en el Exterior del Cervantes «se sienten abandonados», sujetos a unas tablas salariales «inexplicables» y dependientes de unas negociaciones «muy duras» con Hacienda.
La nueva huelga, además de las reivindicaciones salariales, reclama la constitución de un Comité de Empresa para tener una negociación directa con el Cervantes, complementar hasta el cien por cien del salario la cobertura de bajas por incapacidad temporal, asegurar al personal local el acceso a los servicios sanitarios en las mismas condiciones que el resto del personal mediante la suscripción de seguros médicos e implementar la posibilidad del teletrabajo.
«En la última huelga tuve que coger una semana de vacaciones porque no me podía permitir estar sin trabajar»