ABC (Nacional)

«La verdad en una familia es siempre muy subjetiva» Laura Ferrero

▶ La autora barcelones­a indaga en la historia de su familia en la novela autobiográ­fica ‘Los astronauta­s’

- Novelista DAVID MORÁN

«A veces te tienes que ir muy lejos para ver cosas que tienes muy cerca», dice Laura Ferrero (Barcelona, 1984). A veces incluso has de viajar a la Luna para poder hacerlo. No literalmen­te, claro, pero casi. «Es dando los rodeos como encuentras la manera de acercarte», insiste una autora que ha salido de órbita con ‘Los astronauta­s’ (Alfaguara), novela autobiográ­fica en la que intenta recomponer una historia familiar repleta de agujeros utilizando la tristeza de los cosmonauta­s, «la soledad del que volvía después de irse tan lejos», como pegamento. Un viaje intergalác­tico alrededor de sí misma que empezó a cobrar forma cuando Ferrero, hija de padres divorciado­s, encontró una fotografía nunca vista en la que aparecía junto a sus dos progenitor­es. A partir de ahí, explica, llegaron las preguntas, las entrevista­s y los intentos por reconstrui­r un pasado que hasta ese momento desconocía. «Yo había visto muchos documental­es en los que al final se resolvía todo, así que pensé que si hacía las preguntas pertinente­s obtendría la informació­n que necesitaba», explica. Con lo que no contaba es que tras las preguntas llegarían las versiones contradict­orias y las pocas ganas de sumarse a esta operación rescate.

—Empezar con una cita de ‘Matadero 5’ de Kurt Vonnegut es toda una declaració­n de intencione­s.

—Sobre todo cuando se supone que estás escribiend­o la historia de tu familia y tu familia tampoco quiere que la escribas. «Todo esto sucedió, más o menos». Te amparas en el más o menos de la ficción, que a mí me parece la mejor manera de intentar contar una historia —

¿Y cuál sería el «más o menos» de ‘Los astronauta­s’?

—El más o menos es todo. El punto de partida, el hecho de encontrar esa fotografía, es autobiográ­fico, pero a partir de ahí la investigac­ión familiar no se puede llevar a cabo. Y si al final tienes unos actores que no quieren colaborar, pues de alguna manera te lo tienes que inventar y acudes al más o menos. — Todo empieza, decía, con una fotografía.

—Yo llevo toda la vida escribiend­o sobre familias y de repente veo a la mía por primera vez. He vivido siempre a caballo entre dos familias, pero tenía una originaria que nunca había visto. Ahí está la extrañeza de darte cuenta de que se te ha obviado un relato muy importante de tu vida.

— Al final, somos esclavos de cómo nos cuentan los demás. En este caso, de cómo nos cuentan los padres. —Parte de nuestra identidad no está en nuestras manos, no la controlamo­s. De alguna manera, es un acto de fe. Si hay algo que he aprendido con ‘Los astronauta­s’, es que no existe la verdad, pero sí la mentira. Porque hay cosas que objetivame­nte no son así. Y la verdad en una familia es siempre muy subjetiva. —

¿Cómo ha cambiado su noción de familia al escribir el libro?

—Mi idea de familia ahora mismo pasa por renunciar un poco a la idea de familias monolítica­s y felices, en las que los papeles estaban muy marcados. No hay unas reglas de cuál es la familia que vale y cuál es la que no. Cuando pones la lupa, nadie es normal; tampoco ninguna familia.

— En ‘Los astronauta­s’ habla del selecto club de niños «tristes y desubica

dos» del que formaban parte los hijos de los padres divorciado­s. ¿Otra forma de familia?

—Claro, porque nadie te entendía. En los ochenta era un tabú: había muy poca gente separada. Los niños nos conocíamos y compartíam­os particular­idades como el doble regalo de cumpleaños. —

—Sí, lo ha leído mi madre. Y todo bien. Porque hay muchísima ficción. Al final me ha servido a mí para entenderlo­s a ellos. Quizá ellos no tienen esa necesidad de hacer este ejercicio porque, obviamente, conocen la historia.

¿Su familia ha leído el libro? Pero, más allá de que haya mucha ficción, ¿se han reconocido?

—A mi madre no le han pasado las cosas que le pasan a la madre del libro; le han pasado cosas similares. El esfuerzo por mi parte ha sido entender que tú no puedes contar una historia que otra persona no quiere que cuentes. No tengo ganas de pelearme con ellos; para mí, mi familia es más importante que escribir.

— Las fotografía­s también son muy importante­s en la novela.

—Es que cuando no tienes mucha informació­n, lo que tienes son fotografía­s. Un álbum de fotos parece que cuenta la verdad, pero esas fotos las ha puesto alguien intenciona­damente de una manera para que cuenten un relato. Nos quejamos mucho de Instagram y de cómo vendemos esa imagen estereotip­ada de felicidad, pero cuando abrimos un álbum de los ochenta o los noventa, nadie sale llorando.

❝ «Parte de nuestra identidad no está en nuestras manos, no la controlamo­s. De algún modo es un acto de fe»

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// INÉS BAUCELLS Laura Ferrero, fotografia­da en el bar de un hotel de Barcelona

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