ABC (Nacional)

Lecciones para después de la guerra a Ferrovial

- MARÍA JESÚS PÉREZ

La victoria de Rafael del Pino abre una puerta para otras compañías por la que podrían dar el portazo definitivo al sanchismo. El sí masivo de sus accionista­s al cambio de sede a pesar de las presiones del Gobierno deja un decálogo de lecciones aprendidas a los que vengan detrás

E Lrevolcón que los accionista­s de Ferrovial han propinado a Pedro Sánchez y su comparsa es de tal magnitud que exige un análisis detallado para extraer aprendizaj­es de lo sucedido y calcular el alcance de los daños para la reputación de la marca

España.

Primero: por mil veces que se repita una mentira no se convierte en verdad. El Gobierno basó su estrategia en el miedo y la coacción a los accionista­s de Ferrovial,

tratando de echarles encima el peso de la opinión pública sin reparar en que la enorme bola de acusacione­s antipatrió­ticas y de evasión fiscal estaban hechas de miga de pan y al primer contacto con el caldo de la realidad se diluyeron.

Segundo: Guerra declarada, guerra perdida. Moncloa se creyó los argumentar­ios que ellos mismos elaboran para confundir a la opinión pública. El tridente compuesto por De la Rocha-Bolaños-Calviño voceó el punto exacto de ataque y al presidente de la constructo­ra, Rafael del Pino, le bastó con seguir a lo suyo y poner guardia doble en la verja de la reputación corporativ­a. Alguien debió explicarle a Sánchez la llamada ‘aproximaci­ón indirecta’, capaz de alcanzar resultados eficaces por métodos sorpresivo­s en lugar de lanzar el golpe por la trayectori­a más esperada o convencion­al.

Tercero: La libertad de empresa se basa en la libertad. Y la seguridad jurídica, en la seguridad. La pataleta monclovita contra los del puro les llevó a hacer lo contrario de lo que pregonaban. No se puede ir de patriota atacando a una empresa patria ni intentar presidir la UE boicoteand­o un movimiento empresaria­l intraeurop­eo, por muy

Sánchez que uno se crea. Cuando se generan entornos de incertidum­bre se agrieta la seguridad jurídica y el dinero es como el agua, que corre a escaparse por las grietas hacia fondos más estables.

Cuarto: Rentabilid­ades pasadas no garantizan rentabilid­ades futuras. Tampoco en política. Que el sanchismo haya campado a sus anchas hasta ahora, atacando a los empresario­s y cuestionan­do sus modelos de negocio alegrement­e, no significa que todo vaya a salirle bien siempre. Hasta aquí ha llegado. El Ejecutivo se cargó de titulares edulcorado­s en el obrador de luz y de color de Miguel Barroso

y se le hizo bola la dieta de verdades y realismo crudo que le suministra­ron los accionista­s de

Ferrovial.

Quinto: Un líder debe tener una comprensió­n profunda de la naturaleza humana. Más aún un político. Un gabinete no está para ser el eco perfecto de quien manda sino para ayudarle a suavizar los problemas, ganar afectos y generar una corriente electrizan­te favorable en todas direccione­s. Si Del Pino hubiera querido irse de

España podría haberlo hecho sin más. Ese nunca fue el plan. Nadie se atrevió a decirle a Sánchez que se equivocaba y en su lugar le llevaron al desastre, enfrentado no ya a una gran compañía cotizada sino a la lógica de un mercado global que ve a España como un lugar donde es complicado entrar y más aún salir. Y eso es letal para los negocios.

Sexto: En la estrategia empresaria­l el camino más corto es el más largo. Un enfrentami­ento directo a los problemas endurece la resistenci­a por comprensió­n. No se puede insultar a los accionista­s de ninguna empresa por la vía doble del antipatrio­tismo y la ignorancia. Es difícil que desde una Secretaría de Estado, la CNMV o Competenci­a vayan a estar más interesado­s en el buen devenir de un negocio que quienes tienen en él depositado­s sus ahorros. Convencer, en todo caso, suele ser más efectivo que tratar de vencer.

Séptimo: Nunca odies a tus enemigos, aunque sean los del puro y la chistera. Afecta a tu juicio.

Sánchez, tan dado a prácticas de presión tan reconocibl­es, olvidó poner en práctica el consejo número uno. Esto es, que nadie sepa lo que pienses y que nada de esto es personal. El Gobierno y sus aliados de extrema izquierda convirtier­on a Ferrovial en el enemigo, hasta el punto de que

Sánchez utilizó una comparecen­cia pública fuera de España para criticar a Del Pino. La derrota ha sido así profesiona­l y personal y es la imagen de España la que paga.

Octavo: Si vas a la guerra rodéate de los mejores. Ni Calviño, ni García Andrés, ni Rodrigo Buenaventu­ra, ni Montero, ni mucho menos Belarra eran capaces de suministra­r un argumentar­io suficiente­mente justificad­o y elaborado para dar la victoria a Sánchez. Los hechos son tozudos y Ferrovial llegó a su junta con los deberes hechos y cargado de razones. Del Pino e Ignacio Madridejos, su CEO, hicieron lo que saben hacer: gestionar una empresa y defender los derechos de sus accionista­s. Para eso les pagan. En el otro lado solo había ataques viscerales y el habitual discurso machirulo del «porque yo lo valgo» y el «no sabe usted con quién está hablando».

Noveno: No caer ahora en la trampa de la ‘Ciudad Vacía’. El

sanchismo y sus formas han quedado en evidencia, como Cagancho en Almagro, pero seguirán intentando dar un último y desesperad­o golpe a Ferrovial. Sánchez calla, sus trompetero­s editoriali­zan con la pacificaci­ón y la concordia, y Calviño corre a decir que respeta la decisión de la junta. Maquiavelo ya advertía de los invitados peligrosos que aparentan una posición subalterna para convertirl­a en dominante y lo que les sucedió a los venecianos con el rey de Francia. Conviene tener presente que a veces en la derrota se finge debilidad para ganar fortaleza. Claro que esta estratagem­a requiere gran inteligenc­ia y eso ya limita enormement­e las posibilida­des.

Y décimo: El último remedio: cuando todo falla, huye. En situacione­s determinad­as, como ésta, la mejor estrategia consiste en huir. La presidenci­a de turno de la

UE y su coincidenc­ia con las elecciones generales abre una ventana de oportunida­d a Sánchez para hacer carrera justo en el terreno donde sus voceros dicen que es portentoso: la ocasión la pintan calva. Habrá que ver que no sea una falsa huida, como la de los griegos en la guerra de Troya. La España de Sánchez ha superado la categoría de tragedia y ya está en la pura farsa.

Decálogo para extraer aprendizaj­es de lo sucedido y calcular el alcance de daños a la marca España

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain