ABC (Nacional)

Mandamás en el ruedo y en la taquilla, el torero peruano que arrastra a la masa joven abre la Feria de San Isidro para lidiar la corrida de La Quinta junto a El Juli. La cita: el próximo miércoles

- ROSARIO PÉREZ

Taquilla, triunfo y vitola. La santísima trinidad de los mandamases del toreo rezuma en quien es hoy el número uno de la Fiesta, Andrés Roca Rey. Porque el poder del toreo siempre estuvo en las figuras de bragueta que arrastraba­n a la masa y llenaban las plazas. Después de sus tres carteles de ‘No hay billetes’ en Sevilla –donde fue Príncipe y Rey en su salida a hombros de abril–, suma ahora otro trébol de reventones en la primavera de Madrid. «La de Roca, la de Roca», piden en la ventanilla de San Isidro. Llegado del Perú, a sus 26 años ha dejado claro que los toros son mucho más que un acontecimi­ento español y su tirón popular ha contribuid­o a expandir su universali­dad.

—¿Qué siente cuando se abre el portón y ve los tendidos abarrotado­s?

—Es bonito y, a la vez, una responsabi­lidad grande quedar bien ante tanta gente, sobre todo por mi público y mis seguidores, que se hacen miles de kilómetros por ver lo mejor de mí. Y se tienen que reunir tantas cosas... Los triunfos no son fáciles por la presión, la responsabi­lidad y el miedo. Pero todo ello me motiva para alcanzar mi sueño de niño.

—¿Hay algo más difícil que el toreo?

—El mundo en el que estoy metido de lleno es éste y no sabría decir cómo son otras profesione­s. Lo que sí digo es que lo que más cuesta es ponerse delante del toro sabiendo que vas a exponer tu cuerpo y tu vida. Porque aquí, si no te la juegas, no consigues nada.

—El poder de King Rock arrastra a la masa joven, atraída cada vez más por aquello que han querido prohibir.

—No nos vamos a engañar, siempre ha sido un mundo que ha suscitado división de opiniones, con unos diciendo que está bien y otros mal, y con la política en medio, lo que no ayuda. Pero lo que es innegable es que el futuro está en la juventud, y yo me siento contento de arrastrar a la gente de mi edad. Gracias a ese público el mundo del toro va a seguir con vida. Y cuantos más toreros jóvenes salgan, mejor.

—¿La receta de la gloria?

—No sé cuál es el secreto, pero obviamente implica mucho sacrificio. También se necesita suerte, pero hay que buscarla y mantenerla con muchísima disciplina, con esas cosas que nos inculcan desde niños y con las condicione­s que te da Dios. Es importante no equivocarl­as y ser inteligent­e para saber qué es lo que verdaderam­ente te va y, sobre todo, lo que te hace feliz a ti, no a los demás. Cuando quieres hacer las cosas para agradar, fracasas.

—Roca siempre es Roca en el ruedo, sin versiones ni imitacione­s.

—Creo que no está mal fijarse en los toreros: los maestros son los que te van poniendo en el camino y te dan las bases. Me gusta leer sobre el pasado y aprender, pero exponer tu vida queriendo parecerse a alguien es un error. Aunque observo y aprendo de detalles de los compañeros, no me gustaría nada caer en la mentira de copiar a nadie. Yo soy yo.

—¿Cómo lleva las críticas?

—La gente tiene todo el derecho a criticarme, uno no puede agradar a todo el mundo. Pero aquí hay que saber ver no solamente al torero, sino el lote que tiene delante.

—Frente al toro se muestra políticame­nte incorrecto, dominador del escenario, irreverent­e, con esa arrogancia que tanto se echa en falta en tiempos de besos y abrazos. ¿Y detrás de la cara del bravo?

—Dios me ha dado la suerte de estar viviendo un sueño, de expresarme en el ruedo con libertad, pero luego en el día a día intento ser más calmado. Aunque a veces te pueden las ansias y tu corazón te hace ser hiperactiv­o, salvaje, apasionado... No tengo definido lo que soy, pero no me considero una persona políticame­nte incorrecta. Hay que controlars­e.

—Los creyentes buscan a Dios y el aficionado busca la emoción. ¿Qué busca Roca?

—Busco crear, al fin y al cabo soy torero y el torero es un artista que quiere expresarse creando. No me veo sin torear, me sentiría vacío. Yo, que soy una persona tímida y me cuesta expresar mis sentimient­os hablando, delante del toro lo hago con pasión y libertad. Y eso es lo que me da vida.

—¿Cómo se explica eso de disfrutar delante de un bicho de 500 kilos?

—Es algo ilógico. Disfrutar con un toro es muy difícil y más aún con tanta responsabi­lidad, sabiendo los peligros que entraña. Más bien diría que después de torear te vacías porque has dado todo. Te has entregado y te sientes realizado. ¿Disfrutar? No sé. El toreo es algo que no tiene explicació­n.

Sufrimient­o

«La gente no se da cuenta, pero un torero sufre muchísimo, aunque luego el toro te haga el hombre más feliz del mundo»

—Sorprenden las mentes tan despejadas ante un animal bravo. ¿Cómo es posible pensar en esos diez minutos de la faena?

—Por la preparació­n, porque vives día y noche para el toro. Y cuando llega el día, tu mente piensa ya de modo natural. La clave no es tanto la tarde de la corrida, sino los meses anteriores.

«Yo soy yo»

«Me fijo y aprendo de detalles de los compañeros, pero no me gustaría caer en el error y la mentira de copiar a nadie: yo soy yo»

—¿Alguna vez ha pensado en la plaza eso de «tierra, trágame»?

—Más de una. La gente no es consciente de lo mal que se pasa.

—¿Torear es dolor o alegría?

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain