ABC (Nacional)

Autora de ‘Madres mamíferas’

▶ La escritora defiende que existe una maternidad más relajada, que no practica el colecho o el porteo ni demoniza el biberón

- CARLOTA FOMINAYA

«¿Es necesario parir sin anestesia, practicar el colecho, el porteo y la lactancia para criar con apego y conseguir un fuerte vínculo con los hijos?». Con este tipo de preguntas Eva Millet cuestiona en su obra ‘Madres mamíferas’ « un nuevo modelo de maternidad intensiva que se ha adueñado de términos como ‘crianza natural’, ‘consciente’ o ‘respetuosa’ y que parece que nos dividen entre buenas y malas madres».

A juicio de esta escritora, «las palabras importan. Atrapan y cualquier ideología que se precie lo sabe. La manipulaci­ón del lenguaje es algo que han practicado con especial énfasis los movimiento­s ideológico­s más radicales y en este caso se han apropiado de unos términos preciosos que se usan para crear etiquetas».

—Usted reivindica que una forma de crianza más relajada es posible.

—Es que parece que este nue

vo modelo de maternidad, el de la llamada ‘crianza natural’ o ‘con apego’, acusa a las madres de varias cosas si no se ciñen a esas reglas no escritas que incluyen por ejemplo el hecho de parir sin anestesia, dar de mamar a demanda y ‘sine die’ y practicar el colecho y el porteo. Principios que, repito, no tienen ningún fundamento científico. Se ha cuantifica­do y cosificado el término de apego, que es algo natural y espontáneo. Tú no has de hacer todas esas acciones como portear o dar teta a todas horas para que tu hijo esté apegado a ti. El niño se va a apegar a la persona que le cuide. Pero lo que está diciendo esta corriente es que si no se siguen sus dictados sobre la lactancia prolongada, el porteo, el colecho y el contacto físico constante, el niño no estará apegado. Esto no es cierto. El apego es espontáneo y sucede de forma natural. La clave no es ‘cuánto’ estés enganchado al niño, sino cuándo el bebé requiere esa cercanía física. La madre también tiene derecho a dejar al niño en la cuna y dedicarse a ella.

—Pero la lactancia siempre va a ser en principio lo mejor. —

Que quede claro que la lactancia materna es una opción magnífica, por supuesto. Lo que cuestiono es la práctica obligación al amamantami­ento que hoy existe y la demonizaci­ón del biberón y las leches de fórmula. La lactancia se ha convertido en un sinónimo de buena madre y el mensaje es que si no das el pecho no eres una madre adecuada y tu hijo se va a quedar atrás. Esta práctica del ‘ lactivismo’, que cada vez es más potente, genera una gran culpabilid­ad en las madres.

«La lactancia materna se ha convertido en sinónimo de buena madre»

—¿Dónde surge exactament­e la confusión de la que habla en el libro sobre esta corriente de ‘crianza con apego’ que usted apunta?

Los ideólogos del movimiento son personajes muy variopinto­s, empezando por Jean Liedloff, una exmodelo norteameri­cana que se fue a buscar diamantes a la selva y se topó con una tribu, los Yekuana, en la que los niños eran fantástico­s porque practicaba­n el ‘continuum’. De ahí salen todas estas instruccio­nes posteriore­s de la crianza con apego. Lo que critico es que parece que si no practicas el apego, estás mostrando desinterés, o no eres respetuosa o consciente. El lenguaje es importante y se han adueñado de él para convertirl­o en etiquetas. ¿ Quién no quiere hacerlo lo mejor posible en el embarazo o en el momento de dar a luz para ser una madre apegada, consciente y conectada? ¿Cómo no va una mujer a querer serlo? Todas las madres, en su mayoría, somos apegadas, consciente­s y conectadas, pero no porque hagamos A, B o C, sino porque lo hacemos lo mejor que podemos.

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