ABC (Nacional)

La juventud toma Las Ventas

- LUIS YBARRA

A la Fiesta Nacional se le ha puesto cara de porvenir. Los abonos gratuitos y la oferta de ocio tras las corridas colman de alborozo las terrazas y tendidos de la Monumental desde las siete de la tarde hasta la madrugada

La sombra va ganando terreno en la arena, como si fuera una muerte que se anuncia: del día, de la luz, de la res. Los bares de allá afuera, como La Tienta, están atestados. El rumor va colándose en el ruedo y la fiesta, al son de una trompeta, parece preparada. Lo hacen por motivos dispares, pero la afición, el oportunism­o y las políticas culturales han facilitado que la plaza de Las Ventas se colme de jóvenes, algo que supone un cambio de paradigma en la tauromaqui­a. A la Fiesta Nacional se le ha puesto cara de porvenir.

Este San Isidro la entrada es más cara que la del año anterior a causa de la liberaliza­ción de los precios. Sin embargo, son 2.800 los abonos gratuitos que se han puesto a disposició­n de jubilados y personas de hasta 25 años a través de una iniciativa de la entidad Plaza 1. Los más avispados se apresuraro­n para guardar cola el pasado enero y muchos perdieron la oportunida­d de conseguirl­o. Se agotaron enseguida. El resultado: cabellos largos en los tendidos. Poca cana y ávidas ganas de disfrutar con una visión, a veces, descubrido­ra hacia este arte.

Miguel, de veintidós años, camisa nueva y pañuelo cargado en el bolsillo, confiesa no ser ningún experto en esto de los toros, pero ha recibido dos llamadas. Una, la de la curiosidad. Otra, la del cachondeo. Parece receptivo al vuelo quieto de un capote, pero lo que sucede después le llama igualmente la atención: el ‘postoreo’, que algo de postureo tiene, pero que resulta un enorme reclamo, abriendo el debate acerca del peso que ha de tener el ocio en la cultura.

«Cateto eres, bro», le dicen los amigos a Miguel. «Cuenta qué es una chicuelina», y ríen porque ellos tampoco lo saben. Algunos, de hecho, vienen a la fiesta de después sin haber pasado por la taquilla del coso. La Monumental, aun así, luce galanes diversos desde las siete que acoge los primeros bravos hasta la madrugada, recobrando su sentido festivo. Por la tarde se tienta la muerte y por la noche se desajustan las corbatas en los conciertos que clausuran cada jornada.

«Nocturno afán no pudo a ti engañarte», escribió José Bergamín. Y aquí, en la plaza que tanto frecuentó el poeta, taurinos y noctámbulo­s comparten ahora espacio. Cuando termina la faena muchos van, como prosigue ese poema de ‘La noche y el día’, «con la música a otra parte». En concreto, a las terrazas del coliseo, donde un DJ ameniza las copas con reguetón. En el interior, una banda de rock en vivo sacude letras como esta, de Radio Futura: ‘Enamorado de la moda juvenil’, cerrando así una especie de círculo. Los no tan jóvenes juegan a serlo, igual que los chicos engominado­s tratan de parecerse al padre. Hasta la edad se contagia en este escenario. El humo de los Farias, la noche al descender y Roca Rey junto a Morante en la boca de unos pocos.

Las cornetas de hace unos minutos de pronto son loops. Guitarras eléctricas. La sangre aún derramada y la juventud comentando la jugada: «¿Cómo ha estado?», pregunta quien llega. Y hablan de féminas y varones, de pedos, tafalleras, la suerte y su ausencia, trabajo, estudios y esa última canción del artista que tanto gusta. Pero yo me acerco también a los de fuera: Jorge, por ejemplo, lleva más de dos décadas con un puesto a las puertas de la plaza. «¿Cuánto llevamos juntos?», le pregunta a su mujer en lo que trata de calcular el tiempo, o finge contar con los dedos. «Pues eso llevamos también en el puesto: veinticinc­o años», confirma. Ha visto la evolución del público entre pipas y abanicos, por eso es capaz de analizar esta oleada jovial: «Muchos jóvenes, sí. ¡Y niños! Más si viene un torero como Roca Rey, que los moviliza. Cuando nosotros empezábamo­s esto era impensable. Se ha creado una inercia, y aunque suban los precios vienen porque empezaron a venir hace unos años. A mí me supone un problema, eh. La plaza se llena, pero imanes y parpusas los chavales compran menos. ¡Tienen afición, pero no dinero!».

Los señores con prismático­s se catalogan ya como una especie protegida. Lo cabal se ha abrazado a la alegría y San Isidro parece un festival de gente en comunión con la primavera. El toreo es una fiesta culta. También larga en estas Ventas de carcajada, rito y cadmio.

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// ÁNGEL DE ANTONIO Andanada de Las Ventas llena de público joven
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// Á. DE A. Victoria Federica
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ANA R. QUINTANA

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