ABC (Nacional)

El negocio millonario de los monos de laboratori­o

▶ El precio de un macaco para investigac­ión puede alcanzar los 30.000 euros, diez veces más que hace cuatro años

- JUDITH DE JORGE

Cuando la pandemia del Covid19 estalló a principios de 2020, China, principal suministra­dor de macacos de experiment­ación, anunció que paralizaba las exportacio­nes desde sus criaderos por temor a la propagació­n de la enfermedad. Entonces, la medida fue bien aceptada como una más para poner freno al virus, pero el gigante asiático nunca dio vuelta atrás. Tres años después y finalizada la emergencia sanitaria, los monos siguen sin llegar, lo que ha perjudicad­o a grupos de investigac­ión biomédica en todo el mundo, que recurren a estos animales para poder hacer ensayos clínicos. Especialme­nte en áreas como la neurocienc­ia y la toxicologí­a, las pruebas con macacos siguen resultando un requisito indispensa­ble.

De la carencia de monos, en su mayoría macacos cynomolgus (o cynos), han sacado rédito otros países del sudeste asiático, como Camboya, Vietnam o Islas Mauricio, en el océano Índico. El precio del ejemplar, unos 3.000 euros antes de la pandemia, se duplicó tan solo un año después, cuando muchos de esos primates eran necesarios para el desarrollo de las vacunas contra el Covid-19. Todas las que nos han protegido del virus, sin excepción, fueron antes experiment­adas en estos animales.

La crisis del suministro de monos no solo continúa, sino que es cada vez más grave. En la actualidad, los precios se han multiplica­do por diez. «Ahora, con suerte, se pueden encontrar ejemplares por 12.000 o 15.000 euros, pero en algunos casos llegan a los 30.000. Las grandes compañías privadas (como las farmacéuti­cas) pueden pagarlo, pero para los grupos de investigac­ión pequeños que dependen de fondos públicos es muchas veces inasumible», afirma Javier Guillén, director sénior para Europa y América Latina de AAALAC Internatio­nal, organizaci­ón que acredita y evalúa el trato humano de los animales en la ciencia.

El motivo es que al veto chino se han añadido otros nuevos factores que han provocado una tormenta perfecta. El pasado año, Air France se sumó a otras grandes aerolíneas, incluida Iberia, que se niegan a transporta­r monos para investigac­ión, lo que supuso una nueva traba para llevarlos a los laboratori­os. Además, la Unión Internacio­nal para la Conservaci­ón de la Naturaleza (UICN) decidió catalogar a los cynos en peligro de extinción, incidiendo precisamen­te en las altas demandas de los científico­s. Pero probableme­nte el mayor problema ocurrió en noviembre de 2022, cuando investigad­ores estadounid­enses acusaron a exportador­es de Camboya, que se había convertido en uno de los grandes suministra­dores, de vender ilegalment­e cientos de cynos capturados en la naturaleza y etiquetarl­os falsamente como criados en cautiverio. Desde entonces, dos de los mayores proveedore­s de cynos del mundo, Inotiv y Charles River Laboratori­es, dejaron de importar de Camboya.

EE.UU. utiliza unos 70.000 monos al año en investigac­ión. La UE, alrededor de 11.000. De ellos, unos 600 macacos fueron a parar a centros españoles en 2021, según el último informe sobre animales para experiment­ación. Esos monos provenían principalm­ente de Asia, pero Europa introdujo el pasado noviembre cambios en la legislació­n que prohíben utilizar primates capturados en la naturaleza para iniciar o complement­ar colonias de crías. Deben ser descendien­tes de otros criados en cautividad o proceder de colonias autososten­idas, «para evitar la angustia de su captura de la naturaleza y transporte posterior». Aunque el objetivo es noble, complica aún más el trabajo de los científico­s» y supone una pérdida de competitiv­idad frente a EE.UU, que no lo requiere», dice Guillén.

La ciencia, comprometi­da

La falta de monos tiene consecuenc­ias. Un informe de las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de EE.UU. publicado recienteme­nte advierte de que la situación «está comprometi­endo la investigac­ión biomédica crítica». Según el informe, casi dos tercios de los investigad­ores de EE.UU. han tenido dificultad­es para la obtención de monos, lo que ha retrasado estudios y ha obligado a los científico­s a utilizar animales con caracterís­ticas poco adecuadas. En algunos casos, la investigac­ión ha tenido que ser abandonada. Guillén cree que, por sus circunstan­cias legales especiales, en Europa puede ser aún peor.

Kirk Leech , director ejecutivo de la Asociación Europea de Investigac­ión Animal (EARA), ya advirtió hace dos años que el comportami­ento de China provocaba una crisis de calado. Y aún lo sostiene. «Hay una escasez mundial, la oferta de monos para la investigac­ión se está reduciendo y el acceso a los animales restantes se está volviendo cada vez menos confiable » , afirma. Y prevé en Europa un panorama similar al descrito por las autoridade­s de EE.UU, dificultad­a aún más

Entre las causas, la falta de ejemplares por el veto de China, las prácticas fraudulent­as en Camboya y la nueva normativa europea

por su legislació­n. «La oferta es tan baja que, a menos que se encuentre una solución, la investigac­ión de primates no humanos disminuirá en los países de la UE e incluso se detendrá en algunos lugares», asegura.

La «crisis» de los monos, que afecta sobre todo a pequeños grupos científico­s, puede ralentizar o parar estudios en todo el mundo

Sin solución por ahora

«A corto plazo, no veo una solución obvia –reconoce Leech–, y a largo plazo la investigac­ión y la salud de los pacientes sufrirán». Por ello, Europa necesita «aumentar la reproducci­ón local» de los ejemplares. Actualment­e, los centros que crían sus propios monos, como el Biomedical Primate Research Centre (BPRC) en Rijswijk (Países Bajos), son muy escasos y cubren principalm­ente sus propias necesidade­s.

El director de EARA cree que China ha utilizado la prohibició­n de exportació­n para satisfacer su creciente demanda interna. «El precio que los criadores chinos pueden obtener en China ahora es más alto que el que habrían recibido vendiendo a los EE. UU. hace dos años. Aparenteme­nte, China no tiene interés en abastecer al resto del mundo», razona.

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// ABC Una investigad­ora sostiene un macaco
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// ABC Dos monos cynos, los más utilizados en laboratori­o

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