El caso del P. Marko I. Rupnik
Si hay hoy un caso de alto voltaje real y simbólico referido a abusos, ahora denominados agresiones, no solo sexuales sino de poder y de conciencia en la Iglesia es el del jesuita P. Marko I. Rupnik. Un caso que, desde hace cinco meses, aparece con recurrencia en la prensa internacional.
El P. Rupnik fue icono de un modelo de nueva evangelización a través de la vía estética. Sus libros de teología espiritual, de diálogo con la cultura contemporánea, han influido en la vida cristiana de no pocas personas. España está llena de obras de arte de este jesuita, comenzando por la capilla de la sede de la Conferencia Episcopal Española. Hay que aclarar que las acusaciones contra el P. Rupnik no se refieren a actos cometidos con menores sino a mujeres mayores de edad.
Sobre el caso Rupnik pesa también la sospecha de un proceso no clarificado, en el que están implicados, de alguna forma, desde el Papa Francisco –¿le levantó la excomunión que le impuso la Congregación para la Doctrina de la fe a los pocos días?– a los máximos mandatarios de la Compañía de Jesús, entre otros. Ahora se está investigando la estructura empresarial del Centro Aletti, el taller del jesuita esloveno. Las derivadas de este proceso llegan hasta a una corriente de opinión que pide que se desmonte su obra artística. Cuestión sobre la que no hace mucho hizo unas declaraciones relevantes el obispo de Lausana, Ginebra y Friburgo, Charles Morerod, O.P.
Dicho lo cual, lo primero que sería importante es saber lo que ha ocurrido, un ejercicio de investigación y de trasparencia sobre los hechos y sobre el proceso posterior en sus diversas etapas. En segundo lugar, la centralidad de las víctimas en la atención y acompañamiento. En tercero, no instrumentalizar el caso en favor de causas externas, por ejemplo, contra el Papa ni contra los jesuitas. Y, por último, pensar que la eliminación de las obras de arte supondría una negación de la realidad que volvería más oscuro el proceso. Como dijo Benedicto XVI en Spe Salvi: «Nadie peca solo, nadie se salva solo».