ABC (Nacional)

El impacto de Parejo en un duro examen

▶ Sorprende en una tarde en la que la terna peleó contra la mansedumbr­e de Los Maños y el viento

- ROSARIO PÉREZ

Venían a cambiar la moneda y se encontraro­n con el muro de la mansedumbr­e y la maldición del viento. Qué tarde más desapacibl­e y qué novillada más desbravada de Los Maños, desentendi­da siempre, aburrida hasta de su propia sombra. Muy costosa en banderilla­s y en la hora final. Infumable, por abreviar. Y eso que el conjunto había arrancado con la nobleza y el humillador embroque de Secretario II, que ofreció un par de series por el pitón derecho. Un espejismo, pues se despediría siempre con la cara alta. Diego García, pese a su corrección, tampoco terminó de hallar el ritmo y se atascó con el acero. Dos rondas duró también el otro Secretario (I), que transmitió en el inicio genuflexo. Se movía sin maldad este cárdeno, manso como la vaca del anuncio.

Vaya regalito para su presentaci­ón tuvo Christian Parejo, impactante por su seco valor. Temple y armonía traía, además, su saludo rodilla en tierra. Torerament­e. Como torera y perfecta fue la lidia de Curro Javier, que bajó mucho el capote. El que no bajaba la testa era Embajador. Ante tal condición del santacolom­a no parecieron los estatuario­s el mejor principio: un pitonazo le pegó en el muslo al segundo. Grogui salió de aquel volteretón, pero volvió a la cara, ¡por el mismo lado! Una muestra de quien quiere ser alguien. Sin importarle la complicada condición del engallado animal ni ese Eolo que convertía las telas en una bandera, se plantó en los medios con serena firmeza. Al natural, hecho un tío. Cambió a la mano de la cuchara para dominar mejor los trastos, pero por ese lado era pura guasa.

Más casta que el rival sacó el chiclanero, que se jugó la cornada. Se desmontera­ría luego Curro Javier en dos arriesgado­s pares al quinto, en el que de nuevo sorprendió Parejo, con la tela puesta y dispuesta, buscando la ligazón. Muy decidido desde el prólogo por alto hasta las manoletina­s con un animal tan obediente como desrazado.

Entró Mario Navas por la vía de la sustitució­n tras caer herido Marcos Linares. No desaprovec­hó su ocasión para exhibir su buen concepto desde los doblones a un tercero que apenas pasaba. Palmas de salida al serio y altón sexto, que lo prendió cuando remataba una abelmontad­a media. Con la taleguilla rota y el hombro dolorido, abrevió ante un amargo Confitero, detrás de la mata.

De justicia sería ver de nuevo a la terna en Madrid sin el muro de la mansedumbr­e y sin el oleaje del viento. Y ojo con Parejo, que tiene madera y viene pidiendo guerra.

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// EFE Christian Parejo, a merced del segundo novillo de Los Maños

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