ABC (Nacional)

Jon Rahm ataca el grande maldito

▶ El PGA Championsh­ip es el único major que no ha ganado un jugador español en sus 107 años de historia

- MIGUEL ÁNGEL BARBERO

En circunstan­cias normales, la llegada del PGA Championsh­ip llevaría titulares como ‘el patito feo de los grandes’ o ‘el menos valioso de todos’. Sin embargo, en esta ocasión la perspectiv­a española es muy distinta. El que John Rahm haya ganado el Masters de Augusta y que pueda seguir con su racha triunfal en 2023, lo coloca como el major más apetecible en estos momentos. Por un lado, porque el vasco es el único que puede alcanzar la meta casi imposible del ‘Grand Slam’ (ganar los cuatro grandes en la misma temporada, lo que nadie ha conseguido). Y, por otro, porque cerraría una brecha muy incómoda para el golf español: es el único grande que falta en el palmarés patrio.

Hay que tener en cuenta que este torneo es el más americano de todos. Organizand­o por la PGA de América que engloba a los profesiona­les tanto de club como de competició­n, apenas había despertado interés en los españoles hasta que Severiano Ballestero­s debutó en 1981. Desde entonces, únicamente Sergio García, con dos subcampeon­atos (1999 y 2008) pudo acercarse al triunfo. Por eso esta prueba es la bestia negra del golf español.

Rahm, motivado

Sabido es lo que le gustan los retos al de Barrica. Y si se trata de inscribir su nombre en los libros de historia ya está compuesta la tormenta. «He sido el primer español en ganar el Abierto de los Estados Unidos y ahora tengo la ocasión de instaurar un doble registro: ganar el PGA Championsh­ip y, de paso, cerrar un ‘Grand Slam’ nacional junto a los ‘British’ de Seve», razona. Como se ve, Jon no da puntada sin hilo. Nunca le falta un motivo para juntar su nombre al de su ídolo y de esta manera motivarse para los grandes logros. Y un torneo centenario le espera.

Aunque maltratado por el calendario a lo largo de los años (en el almanaque anterior se celebraba en agosto, cuando ya carecía de interés para muchos jugadores una vez superado el puerto de montaña del Open Británico) no deja de ser un campeonato con una gran historia detrás.

Su primera edición se celebró en 1916 y su trofeo Wanamaker es uno de los más clásicos y reconocido­s en la historia del deporte. Además, este grande tiene la peculiarid­ad de haberse celebrado hasta 1958 en formato ‘Match- Play’. Esto le daba un gran interés competitiv­o y el hecho de igualarse a los otros tres majors con el ‘Stroke-Play’ le hizo perder su identidad. No obstante, merece todo el respeto que sus canas sugieren. De hecho, desde que se fundó ha estado estrechame­nte ligado a la zona de Nueva York y este año no iba a ser una excepción.

Un campo de lujo

El club de Oak Hill, en el entorno de Rochester, empezó a funcionar en 1905 y, con un diseño posterior de Donald Ross, se reubicó en su emplazamie­nto actual en 1924. Desde entonces se ha convertido en uno de los templos del golf, con un aire británico en su casa club y de Monumental Venteña con un mural de azulejos de sus grandes momentos y estatuas votivas de sus héroes. Porque justamente historia no le falta. Ha acogido ya dos Open USA, cuatro PGA Champhions­hip (con el de este año), una Ryder Cup, un Senior Open y dos Senior PGA Championsh­ip. Esto es, diez eventos profesiona­les del más alto nivel.

En 2013 se celebró allí el PGA Championsh­ip y muchos de los participan­tes en esta edición ya lo hicieron en la de hace diez años que ganó Jason Duffner. Fue un torneo marcado por las lluvias y por un recorrido endiablado y pesado, junto a un ‘rough’ imposible. Y eso le puso las cosas muy difíciles a los competidor­es. Algo que frustró a Pablo Larrazábal, el único nacional que estuvo presente. «Soy el que más corto va de todos los presentes y así es muy difícil poder competir», declaró entonces. Afortunada­mente, su situación ahora es mucho mejor, llega después de ganar en Corea y no sólo su distancia se ha incrementa­do en las últimas

JON RAHM

Vizcaíno de 28 años, profesiona­l desde hace siete. Ha ganado veinte torneos (Estados Unidos y Europa), dos de ellos grandes. Es el número 1 del ránking mundial campañas sino que su mentalidad ha cambiado. Pablo ya no se obsesiona con los grandes y va sin ninguna presión. Ha llegado esta misma semana, como si fuera un torneo más y apenas ha entrenado el campo como dicta su nueva estrategia. Le acompañará­n Adrián Otaegui y Adri Arnaus, también integrante­s del Top 100 mundial, requisito fundamenta­l para participar si no se cumplen otras exenciones del PGA Tour.

Un favorito claro

La auténtica estrella del cuarteto ibérico será Jon Rahm. El morrosko llega como número uno mundial y ya sin poder quitarse el peso de la púrpura en detrimento de Scottie Scheffler, como hizo en Augusta. Algo que no parece que le moleste en absoluto. «Estoy confiado, me siento bien. Está siendo un gran año y me lo estoy pasando fenomenal; sólo espero aguantar un poco más en lo alto de la ola», comentó confiado. Amante de los registros, espera emular a Jordan Spieth, que en 2015 ganó los dos primeros majors del calendario, y al último en apuntarse dos salmones el mismo año, como logró Brooks Koepka en 2019.

«Supongo que lo fácil después de ganar el Masters habría sido contentarm­e con lo conseguido y dar la temporada por amortizada, pero yo no soy así», prosigue el vasco. «Todavía quedan otros objetivos por delante, como otros tres grandes, la FedEx Cup o la Ryder Cup y debo concentrar­me al máximo para conseguirl­os». Aunque hay otros hombres en forma como los ganadores de la última semana, Jason Day y Dustin Johnson, el duelo entre Rahm y Scheffler acaparará las miradas desde hoy hasta el domingo.

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