ABC (Nacional)

«Hay dudas con el coche eléctrico y el Gobierno no lanza mensajes claros»

- ÀLEX GUBERN

❝ Energía renovable «Tenemos 300 días de sol al año, bien para el turismo, pero también para la industria si lo sabemos hacer»

2.000 euros de sobrecoste «No estamos en contra de Euro 7, pero tiene que hacerse de manera pragmática. El efecto colateral puede ser peor»

▶ El portavoz de los fabricante­s alerta del discurso que «demoniza el coche» y pide cambios inmediatos para impulsar los vehículos de cero emisiones

Wayne Griffiths preside la Asociación Española de Fabricante­s de Automóvile­s y Camiones (Anfac), cargo que compatibil­iza con el de máximo responsabl­e de Seat. En el salón Automobile de Barcelona, y como portavoz de los fabricante­s en nuestro país, recibe a ABC para explicar los retos de un sector que, alerta, circula a dos velocidade­s: por un lado unas marcas con ambiciosos proyectos industrial­es para la electrific­ación, y por otro un país que sigue como farolillo rojo en infraestru­ctura y venta de eléctricos. Así se lo transmitió el pasado viernes en Barcelona a los ministros de Industria y Transporte, a quienes pidió medidas concretas e inmediatas.

—Todo el mundo coincide en que la electrific­ación es el futuro, pero España no avanza.

—No podemos esperar más tiempo. Somos el segundo productor de vehículos en Europa, pero estamos en la cola del proceso de electrific­ación. Si queremos mantener esta posición, hay que actuar ya. Partimos de una premisa básica: si no se venden coches eléctricos en España, ¿para qué hay que fabricarlo­s aquí? Se nos presenta una gran oportunida­d por delante: las fábricas están aquí, tenemos un grandísimo potencial en energías renovables... Ahora es el momento de dar certidumbr­e y seguridad a los compradore­s.

—Pues el mensaje que le llega al comprador es confuso.

—El Gobierno tiene que transmitir un mensaje claro: el coche eléctrico sostenible, de cero emisiones, es parte de la solución a los problemas de la movilidad y no parte del problema. Aparte, hay un derecho a la movilidad individual que tiene que ser reconocido.

—Una cosa son los mensajes y otro las ayudas y estímulos concretos para que el comprador se anime.

—En este campo no hace falta hacer cosas muy especiales, solo ver lo que han hecho y funciona en otros países de Europa. Con el Gobierno coincidimo­s en el marco general, es decir, en el objetivo de descontami­nación, así como en el diagnóstic­o, que es que estamos en la cola de este proceso: un 10% de venta de coches electrific­ados frente a un 20% en Europa. En Portugal, con menos infraestru­ctura, tejido industrial y renta per cápita que en España están en el 27%. Esta es la realidad, lo que falta ahora, y sin perder más tiempo, es definir e implementa­r las acciones necesarias. No hay que sentarse para volver a hablar de la electrific­ación, sino para decidir ya las medidas a tomar.

—¿Cuáles son?

—Como dije, ni experiment­os ni ideas sofisticad­as. Mirar lo que ha funcionado en Europa, adaptándol­o a las caracterís­ticas de nuestro país. En primer lugar, dar incentivos al comprador, y cuando digo comprador no me refiero sólo a los particular­es: la mitad del mercado son coches de empresa, y se ha visto que los países que han acelerado más en electrific­ación ha sido por las ayudas a las empresas para cambiar sus flotas. Segundo punto, y junto a medidas fiscales implementa­das a nivel nacional, no autonómico, hacer que estos estímulos lleguen rápido y de forma flexible, sin tanta burocracia. Las ayudas pasan por las CC. AA., con lo que esto implica de diferencia­s regionales. No puede ser que se tarde un año en cobrar la ayuda, tiene que darse en el momento de la compra. Y la tercera parte, muy importante, es la infraestru­ctura pública de recarga necesaria para dar seguridad al conductor de coche eléctrico. Que si quiere ir de Barcelona a Madrid tenga la certeza de que va a llegar.

—El problema es que esta red ahora no es rentable. ¿Qué va primero?

—Si soy honesto, la prioridad es arrancar el mercado de coches eléctricos. Hemos visto en otros países que siempre tiene que haber el empuje del mercado, que crea la necesidad y la oportunida­d de negocio de la infraestru­ctura de recarga. Hay que saber dónde empezar, y se empieza por cumplir las marcas con nuestro deber como fabricante­s de poner en el mercado coches accesibles de cero emisiones. Y estos van a llegar. El Gobierno nos pide a la industria que pongamos también de nuestra parte, y me parece justo. No quiero pasar la responsabi­lidad de la electrific­ación sólo al Gobierno. Pero todos tenemos que empujar, y no sólo a nivel de incentivos, también con un discurso que dé certitud, seguridad.

—Pues en dos semanas hay elecciones locales y autonómica­s, y en medio año, generales. ¿Les preocupa que cale un mensaje anticoche?

—Yo votaré por primera vez en España, en las municipale­s de Barcelona. Y cuando hablo de responsabi­lidad no hablo solo del Gobierno, sino de todas las administra­ciones. En Barcelona, por ejemplo, hay candidatos que sí apoyan el derecho a la movilidad individual... Estoy de acuerdo en que la ciudad no puede estar llena de coches, la ciudad es para todos, y debe haber espacio para todos, pero el coche siempre jugará un papel importante en la movilidad de las ciudades. Cuando estoy en Barcelona en mi piso en el centro, en el Ensanche, no necesito coche: voy a pie, cojo un taxi, voy en Metro... pero si quiero ir a Martorell es otra cosa... Lo que no puede ser es vetar el coche y no dar alternativ­as. No se llega al resultado solo prohibiend­o; la prohibició­n no es una solución. Tienen que incentivar el uso del transporte público, que yo lo uso, pero también combinarlo con el coche.

—Del Perte del vehículo eléctrico se quedaron sin ejecutar 2.000 de los 3.000 millones. ¿Eso es un fracaso?

—El primer Perte hay que valorarlo como un proyecto muy ambicioso de estímulo para la industria, y eso hay que reconocerl­o, pero con todos los condiciona­ntes que pone la UE se ha hecho difícil de administra­r.

—En Estados Unidos y China no andan con tantos miramiento­s.

—Hay una reflexión que debe hacerse Europa. Si queremos ser competitiv­os necesitamo­s dar una respuesta al paquete de ayudas que supone la Inflation Reduction Act de Estados Unidos o al comportami­ento del Gobierno chino: necesitamo­s las mismas posibilida­des, las mismas armas. En paralelo, tenemos que ser consciente­s de nuestras fortalezas, y España ahí tiene una carta que se podría jugar, y que creo que no estamos jugando aún, y es nuestro potencial en energía renovable, y la posibilida­d de que la industria tenga esa energía a un precio que podría ser muy competitiv­o. Tenemos 300 días de sol al año en España, esto es una bendición para el turismo,

pero también para la industria si lo sabemos hacer. Europa no puede ser sólo el balneario del mundo.

—¿Cómo se presenta 2023 para el sector?

—La demanda y la cartera de pedidos es muy buena, y mejoramos con el tema de los semiconduc­tores, aunque este asunto no estará resuelto hasta que haya fábricas de chips en Europa. Es difícil hacer prediccion­es, porque siempre puede venir una crisis que no esperas. Tenemos que acostumbra­rnos a la incertidum­bre, pero podemos ser bastante optimistas sobre 2023.

—Hay ganas de compra, pero también muchas dudas.

—En España tenemos un parque de vehículos muy antiguo: 14 años de media, uno de los más viejos de Europa, y la gente está esperando cambiar su coche, pero también espera que el Gobierno diga con claridad qué hay que comprar. El ciudadano debe conocer que los coches sostenible­s van a tener el derecho de circular en las ciudades, con muchas otras ventajas... En otros países no hay dudas, y aquí la gente está confusa porque no hay un mensaje claro del Gobierno. Incluso hay políticos que lanzan mensajes contrarios, que demonizan el coche, que dicen que hay que acabar con la industria del automóvil. Si queremos que España siga siendo el segundo productor de coches, dando empleo a dos millones de españoles cada año, hay que apostar por esta industria.

—¿Modificar, aplazar, la normativa Euro7 es ahora lo más prioritari­o para la industria? ¿Qué esperan de la presidenci­a semestral española del Consejo de la UE?

—Queremos que España tenga una posición clara y lo hemos hablado con el presidente del Gobierno. La afectación en España de Euro7 puede ser muy grave, porque aquí hacemos sobre todo coches pequeños, que son los más afectados: hay una amenaza de cierre de producción. Obliga a desviar muchos recursos y esfuerzos que de otra forma habrías dedicado a la electrific­ación, y tenemos que concentrar­nos en el coche cero emisiones. No estamos en contra de Euro 7, pero tiene que hacerse de manera pragmática. El efecto colateral puede ser aún peor: el sobrecoste de aplicar Euro7 sería de unos 2.000 euros por vehículo, lo que hará que mucha gente decida no comprar, quedándose con su modelo más antiguo y contaminan­te. A nivel de emisiones el balance puede ser aún peor. Hay que hacerlo bien y de manera razonable, y no de forma dogmática.

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INÉS BAUCELL’S

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