ABC (Nacional)

La novela prohibida en Rusia que profetizó las purgas de Stalin e inspiró ‘1984’ de Orwell

▶ Yevgueni Zamiatin escribió ‘Nosotros’ en 1920, en plena guerra civil. Ahora se recupera esta distopía pionera

- BRUNO PARDO PORTO

La historia es la siguiente. Estamos en el siglo XXVI, en un lugar llamado el Estado Unido, donde gobierna un personaje conocido como el Benefactor que, por lo que sea, gana las elecciones año tras año sin ningún voto en contra. Los ciudadanos de este país no tienen nombre, son apenas un número, y se refieren unos a otros como ‘unifos’ (de uniforme). Todos visten igual, claro, y su pasatiempo favorito es salir a pasear en grupos de cuatro a la misma hora y con el himno sonando de fondo: planazo. ¿ Se acuerdan? Viven en casas de cristal, con paredes y techos y suelos de cristal, de tal manera que siempre, en cualquier momento, alguien puede verlos. Solo pueden correr las cortinas para el sexo, que está prohibido salvo a la hora que marque tu cartilla rosa de racionamie­nto sexual.

En fin, es un mundo perfectame­nte ordenado, y por lo tanto perfectame­nte terrorífic­o. Lo imaginó Yevgueni Zamiatin allá por 1920, antes de que terminara la guerra civil que siguió a la Revolución de Octubre, antes, también, de las grandes purgas, cuando aún el miedo era una intuición y las desgracias no tenían cifras. Fue una intuición, por desgracia, acertada, que se anticipó a los hechos y a la literatura, y que sirvió de acicate e inspiració­n a las grandes distopías del siglo pasado: la de Orwell, la de Huxley.

Así que Zamiatin escribió ‘Nosotros’, una novela profética que ahora recupera la editorial Salamandra. ¿Quién era él? Un autor encarcelad­o por los zaristas en 1906 y por los bolcheviqu­es en 1922: un equidistan­te, vaya, siempre a la misma distancia del poder, en la posición incómoda. A nadie se le escapó que su libro alertaba de la deriva autoritari­a de los bolcheviqu­es, por eso la prohibiero­n. De hecho, no se publicó en ruso hasta 1988, por esa gracia de que la censura dura más que los censores.

Hubo suerte, eso sí, porque el texto salió del país de forma clandestin­a (traducido al francés, al inglés y al checo) y un ejemplar pirata llegó hasta las manos de George Orwell, que lo devoró sorprendid­o. «Debe haber influido en la escritura de ‘Un mundo feliz’, de Aldous Huxley, aunque solo sea en parte. Ambos libros tratan de la rebelión del espíritu humano primitivo contra un mundo racionaliz­ado, mecanizado, donde no existe el dolor», afirmó el británico al principio de su reseña, que lo elogiaba más por sus méritos filosófico­s que literarios.

Lo que más le sorprendió, en cambio, no fue tanto la parte futurista y de hipercontr­ol estatal como la muerte: «La Máquina del Benefactor es la guillotina. En la utopía de Zamiatin abundan las ejecucione­s». Pero no había sangre, porque la guillotina se había refinado tanto que las víctimas eran liquidadas dejando solo una nubeci

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