La base pobre de la pirámide
las con violencia– y, además, desvela la ambigüedad que separa a ambas.
«Aunque se diga lo contrario –afirma con firmeza Kara–, es prácticamente imposible separar el cobalto artesanal de la producción industrial».
Aunque la minería artesanal provee al mundo del 30% del cobalto que se utiliza anualmente, la retribución que reciben los congoleños de a pie no se corresponde con la riqueza que genera su materia prima. La heterogenita se introduce al mercado del siguiente modo: primero, los mineros artesanales (‘creuseurs’) obtienen la mena con herramientas rudimentarias y se la venden a intermediarios; después, los intermediarios la venden a las casas de compra (‘maisons d’achat’); por último, comienza un largo proceso industrial que acaba con el cobalto en las baterías y que mueve cifras multimillonarias cada año.
Con cada paso, la materia prima extraída con esfuerzo y en malas condiciones se dota de más valor, pero los mineros artesanales apenas ganan unos pocos dólares al día. El escenario en el que se concentra esta práctica se localiza en un punto del mapa con unas características especiales.
La provincia minera
Situada en la mitad meridional de la RDC, la región de Katanga –Shaba en tiempos de Mobutu, obsesionado con deshacerse de los viejos topónimos belgas, pero no tanto con la prosperidad de su pueblo– ha tenido una trayectoria distinta dentro de las que componen el país en la actualidad. En términos administrativos, Katanga hoy se divide en cuatro provincias: Tanganika, Alto Lomami, Lualaba y Alto Katanga, donde se encuentra el Cinturón del Cobre, un extenso territorio que cruza la frontera con Zambia y que «contiene ingentes riquezas minerales, entre ellas el 10% del cobre del mundo y cerca de la mitad de las reservas mundiales de cobalto», puntualiza Kara.
El cobre siempre ha sido un mineral valioso. De su aleación con el estaño resulta el bronce, con el que los seres humanos comenzamos hace unos cinco mil años a fabricar armas, utensilios y herramientas resistentes, además de sortijas, hebillas, máscaras mortuorias y hermosas estatuas que hoy se exponen en los museos, como muchas de las que se han conservado de la Antigua Grecia. Pero, además, no hay que olvidar, como recuerda Kara, que parte del cobre para fabricar las balas y la artillería empleadas en las grandes guerras del siglo XX procedía del Congo Belga.
De hecho, las llamadas cruces de Katanga, con forma de aspa y utilizadas en los siglos XIX y XX, se fabricaban con cobre y se empleaban como moneda en esa región que hoy pertenece al extremo sur de la RDC.
Por otro lado, en el caso del cobalto, su historia ha sido más modesta, aunque en absoluto secundaria. De manera tradicional, el cobalto se ha utilizado para teñir de azul cerámicas o telas, o para crear pigmentos luego aplicados en pinturas al óleo. Por ejemplo, el azul del manto de la Virgen de los cuadros de Murillo contenía parte de ese mineral.
«El cobalto se ha empleado desde el Neolítico como pigmento permanente en vidrio y cerámica. De hecho, en la tumba de Tutankamón encontraron un objeto de cristal coloreado de azul que contenía cobalto», recuerda Pérez-Baroja. «También se utiliza en aleaciones y superaleaciones, como material en brocas y aislante de vidrio, como secante de pinturas o en la catálisis del petróleo. Uno de sus isótopos se usa en el tratamiento de algunos tipos de cáncer», comenta.
«Estamos siendo de alguna manera cómplices inconscientes de la explotación que se está produciendo», lamenta Denis, recordando que Amnistía Internacional ya ha denunciado las violaciones de derechos humanos que se cometen en los procesos de minería artesanal e industrial a través de dos prolijos informes. «Se ha comprobado que hay trabajo infantil, que ganan uno o dos dólares en una jornada de trabajo, que no tienen los medios de producción que necesitan, y tampoco tienen establecido un buen sistema de tratamiento de residuos, con lo que se produce una gran contaminación en la zona», afirma.
Con alrededor de 112 millones de personas, el futuro de la RDC marcará de manera decisiva el futuro de África. Ahora que resuenan de nuevo tambores de guerra en la frontera con Ruanda, una tierra castigada vuelve a sufrir la amenaza de la violencia.