La turbia brutalidad
¿Se imaginan que David Broncano fuera de derechas?
CUANDO al PP se le ocurrió decir que con el nombramiento del juez Marchena « controlaremos la Justicia por la puerta trasera», don Manuel se retiró, ofendido y con razón, de una carrera que en el fondo le había incomodado siempre y cuando le pregunté me prometió que nunca volvería a aceptar aquel cargo y ha mantenido su promesa. Al periodista Sergio Martín lo lincharon con Xabier Fortes y UGT a la cabeza por preguntarle a Pablo Iglesias, que se había pronunciado en favor de la excarcelación de presos etarras, si estaba de enhorabuena por la salida de la cárcel de Santi Potros. Las burdas campañas que en los últimos años se han orquestado contra Pablo Motos han sido un acoso de insólita mezquindad.
¿Se imaginan que David Broncano fuera de derechas? ¿Se imaginan que un gobierno del PP tuviera la desfachatez de anunciar que va a gastar 28 millones de euros públicos para contraprogramar con un afín a otro periodista de una cadena privada? ¿Se imaginan que al no conseguirlo el tal gobierno del PP hubiera provocado el cese del director de Televisión Española para imponer igualmente el fichaje? ¿Se imaginan que el contrato estuviera además blindado?
Y a David Broncano que es uno de la bromita izquierdista nadie le ha dicho nada. Nadie ha puesto en duda su ecuanimidad, nadie le ha preguntado si no le da vergüenza que el Gobierno lo use de manopla. Ningún Xabier Fortes de «pam i pipa» ha salido a expresar su indignación, ni por supuesto el Colegio de Periodistas ha querido darnos lección alguna sobre la pureza del oficio.
A Manuel Marchena sólo le creí yo cuando dijo que no sería más que el presidente de su Sala y fueron largas las horas y las páginas que se dedicaron a especular sobre los réditos políticos que se suponía que quería conseguir con su sentencia sobre el proceso independentista. A Sergio Martín lo purgaron sin complejo ni rubor los socialistas cuando llegaron al poder. No les sorprenda que a David Broncano lo proponga Open Arms la semana que viene para el Nobel de la Paz como represaliado político en España. Que el presidente Sánchez no tenga escrúpulos para usar a los periodistas como chóferes tampoco puede extrañarnos pero que Broncano se esté prestando a la transacción con un servilismo tan descarnado, y tan ligado a la moneda, he de decir que me resulta especialmente gozoso, porque me dará una nueva perspectiva para asistir –en TVE o donde finalmente recale– a sus monólogos tan valientes, a su tertulia tan libre y plural y esa superioridad moral con que tan cariñosamente nos alumbra a los cavernícolas acostumbrados a hacer noche en el atraso y la insalubridad.
Este chico Broncano es muy dueño de hacer lo que quiera con su carrera profesional pero que a partir de ahora no pretenda pasar por nada más que por un bufón del régimen, de esos que les tiras un chavo y saltan. Entre las más emocionantes virtudes de Pedro Sánchez está la de cómo desnuda a propios y ajenos en la turbia brutalidad de su espejo.