‘Un delicado equilibrio’, un café mañanero que se transforma en un terremoto
▶ Alicia Borrachero y Manuela Velasco protagonizan la obra de Edward Albee en el Teatro Fernán Gómez
Manuela Velasco, en una escena de la función
El alcohol como elemento perturbador de la paz familiar es un asunto que ha teñido en varias ocasiones el teatro contemporáneo; ahí están, por ejemplo, ‘ La gata sobre el tejado de zinc caliente’ o ‘¿Quién teme a Virginia Woolf?’ El estadounidense Edward Albee, autor de esta última obra, estrenada en 1962, volvió a sembrar gotas de este problema cuatro años más tarde en ‘ Un delicado equilibrio’ (‘A Delicate Balance’). La obra llegó a España en 1969 y vuelve a ponerse en pie ahora en una producción dirigida por Nelson Valente que se presenta hoy en el Teatro Fernán Gómez. Sus intérpretes son Alicia Borrachero, Ben Temple, Manuela Velasco, Cristina de Inza, Joan Bentallé y Anna Moliner. Lúa Quiroga Paul firma la escenografía y el vestuario e Ion Aníbal López, la iluminación.
‘Un delicado equilibrio’ (traducida en alguna ocasión como ‘Un frágil equilibrio’) parte de la cotidianeidad de un matrimonio cuya ‘normalidad’ se ve alterada por la visita de otro matrimonio amigo. ¿Está lo universal en lo cotidiano? «Para mí, sin duda –responde a la pregunta Manuela Velasco–. Las grandes obras logran elevarse, a partir de algo tan vulgar como una reunión familiar en el salón de una casa como la de cualquiera, y trascienden para hablarte de pronto del ser humano, de la situación política y social de una época; y logran también mantener su vigencia pasado el tiempo. Los grandes textos tienen esa universalidad, y ‘ Un delicado equilibrio’ lo es. Parte de un cafetito que se está tomando Agnes [el personaje que interpreta Alicia Borrachero] una mañana para ir elevándose y hablar del devenir del ser humano».
Bajo el mismo techo conviven Agnes y Tobías, un acomodado matrimonio de unos cincuenta y tantos años, con Clara, la hermana menor, de cuarenta y muchos, de la primera, que no trabaja ni hace nada, y no tiene pareja ni hijos... «El matrimonio ha logrado el sueño americano de la felicidad –cuenta Alicia Borrachero–: tener una casa así, casarse, tener hijos, amigos, ir a jugar al club de golf... La vida le da un grave revés, pero cada uno adopta una especie de rol de supervivencia que les permita seguir manteniendo la misma vida como si no hubiera pasado nada. Mi personaje se ocupa de sostener esto, de que no se caiga. Y para ello se convierte en un auténtico sargento de infantería». La llegada de sus amigos abre, sigue la actriz –que también firma la traducción de la obra junto a Ben Temple– las grietas que ya existían. El sistema familiar es «un matrimonio de tres; Clara, a la que se le acusa todo el tiempo de ser una alcohólica, una enferma, desequilibra todo lo que Agnes trata de equilibrar».
Manuela Velasco interviene para decir que « por muchos años que estuviéramos representando la obra, siempre estaríamos descu
Alicia Borrachero briendo nuevas capas: es infinita, inagotable, un material tan grande que cada día, en cada función o en cada conversación al salir del teatro, surge una nueva reflexión».
El gran regalo de esta obra y del buen teatro para los actores es, sigue Alicia Borrachero, «poder, a través de los personajes, abrirse a otras cosas. Ellos te permiten descubrir cosas de ti mismo que no habías vivido o por las que no habías transitado. En esta obra el actor tiene que conectar, por ejemplo, con el terror al vacío y al dolor. El sentido del intérprete es el público, obviamente; la comunicación, la conexión con él y el poder transformador y sanador, incluso, que tiene. Pero en lo íntimo del actor está ese descubrimiento. Por eso los actores solemos mejorar con los años».
En la cuerda floja
«Edward Albee es un autor que me está interesando mucho –interviene Manuela Velasco–; este texto no es nada complaciente, no tiene un chimpún final ni una moraleja. Te deja bastante en el vacío, en la cuerda floja. Y yo me preguntaba, ¿cómo recibirá esto el público, no? Pero desde su estreno en Avilés nos hemos encontrado con que seguían la obra con mucha atención y reaccionando a cosas muy sutiles».
Edward Albee (1928-2016) es uno de los grandes pilares del teatro estadounidense de la segunda mitad del siglo XX. A él se deben obras como la mencionada ‘¿Quién teme a Virginia Woolf?, ‘Historia del zoo’, ‘Tres mujeres altas’ o ‘La cabra o ¿quién es Silvia?’. ‘Un delicado equilibrio’ apenas se ha podido ver en España –Mario Gas la montó en 2011–. «Debería ser una función de repertorio –dice Alicia Borrachero–. La situación que plantea tiene mucho en común con sus otras obras, que no se haya visto más es algo que no tiene una explicación lógica. Hay obras que por alguna razón tienen mucha pegada y otras que no».
« Albee no escribía pensando en el público, en que le gustara la obra o no le gustara –apunta Manuela Velasco–. Él quería contar una historia, desarrollarla, y lo hacía. Contaba también que si por alguna razón desconocida había personajes que tomaban mucho protagonismo o tenían mucha brillantez, pero interferían en lo que quería contar, no tenía ningún problema en eliminarlo. Los autores de teatro lo tenemos fácil, decía, Lo hacemos salir de escena y que no vuelva a entrar. Y listo».
Manuela Velasco: «Las grandes obras parten de algo tan vulgar como una reunión familiar para hablar del ser humano»
Alicia Borrachero: «Los personajes te permiten descubrir cosas de ti mismo por las que no habías transitado»