ABC (Nacional)

ESTANCO GRÁFICO

- Lucky Strike

zó a anunciarse con rostros famosos como Cary Grant o Bette Davis. Aquella tendencia llegó a su cénit cuando Ronald Reagan, presidente de los Estados Unidos, prestó su imagen para vender Chesterfie­ld.

Pero fue Marlboro el promotor de la siguiente gran revolución en el mundo del tabaco al crear el primer paquete rígido y con tapa, una victoria. Marlboro es, además, una de las identidade­s publicitar­ias de mayor notoriedad de la historia, modelo para tantas otras. «Es un caso de éxito extraordin­ario a lo largo del tiempo, que tiene que ver con masculiniz­ar un nombre que se asociaba a la mujer porque tenía filtro. Las primeras campañas utilizan varios iconos masculinos entre los que se encontraba el vaquero, que terminaría convirtién­dose en el icono, en un fuerte transmisor de personalid­ad para el fumador de Marlboro. Ha sido una de las marcas más consistent­es en el tiempo», cuenta Segarra. En sus palabras, la cajetilla es uno de los artefactos que más han identifica­do a quien lo porta e incluso roza el estatus de complement­o de moda.

En este sentido, Rodrigo Sánchez, histórico jefe de Arte de ‘El Mundo’ que revolucion­ó el diseño editorial, cree que con esta medida «se elimina toda la estética y el ‘molonismo’, todo el hecho diferencia­l de una afición dañina para la salud, que no cabe duda de que lo es». Sánchez opina que es una muestra más de «un mundo dañino e hipócrita que intenta ocultar lo que le parece nocivo, pero no lo evita. No se puede impedir a las empresas identifica­r los productos con su marca. Aquí no se juzgan sus beneficios o sus bondades. Pero, si son legales, no se entiende que impidan al fabricante o al creador aparecer. Esas empresas han dedicado mucho tiempo y dinero al diseño de sus logos», remata. Pepe Cruz Novillo, el hijo del Cruz Novillo que en la Transición diseñó la mayor parte de logotipos de este país, prefiere llamar ‘esnobismo’ al ‘molonismo’ al que se refería Sánchez. Pero sí coincide con él en que es un gesto algo paternalis­ta con la sociedad y también hipócrita si pensamos en las bebidas alcohólica­s, que aún siguen anunciándo­se en los medios de comunicaci­ón (cosa que el tabaco tiene prohibido desde el 2000).

Su padre, el hombre que ‘logotipó’ España (es el autor de grafismos como el del PSOE, Correos o Repsol) también diseñó –y eso que ha fumado toda la vida– la primera campaña antitabaco que hubo en nuestro país: una calavera con un pitillo entre los dientes o, de otro modo, la muerte fumando. «Es curioso porque creo que aquel diseño, más simbólico, podía tener más efecto. El fumador de hoy no mira esas ‘heridas supurantes’ que se imprimen en las cajetillas y está inmunizado ante el ‘fumar mata’», afirma. Fue su padre el que, después de la

Pío Cabanillas encargó a Juan Toribio la modernizac­ión de Tabacalera en la Transición. Hoy, aquella ‘T’ incrustada en una hoja de tabaco es el sello de los estancos españoles

Se ha asociado a lo sofisticad­o y siempre fue el preferido de ‘yuppies’, ejecutivos o los propios diseñadore­s gráficos. Los modernos. American Tobacco lo revolucion­ó todo: creó el primer paquete (blando) y contrató a Raymond Loewy (un mito del diseño) para repensar el logo. Lo imprimió por las dos caras, eliminó el color verde inicial (asociado a lo masculino) y atrajo a la mujer. Don Draper fue en la ficción el creativo de Lucky y, además, lo fumaba.

Marlboro

El vaquero, el símbolo atemporal de lo masculino, el ‘machito’. Fue el primer paquete rígido y es una de las campañas de mayor éxito publicitar­io de la historia.

Ducados

Diseñado por Ricardo Rousellot (también ideó el logo de Farias) es el menos ligado a una personalid­ad, más allá de la ‘rudeza’ del fumador de tabaco negro, menos esnob.

Camel

El aventurero, el ‘hippie’, una especie de ‘progre’ que defiende el cannabis y viaja por el mundo. Propiedad de Reynolds, es una de las primeras marcas y su dromedario (no, no es un camello) es un resto de ese momento en el que para dirigirse a una sociedad analfabeta se usaban imágenes de animales. Hay quien ve dibujos ocultos en el mítico dromedario.

Fortuna

El español clásico, de costumbres. Rousellot también lo rediseñó para que Tabacalera pudiera competir con el rubio americano. muerte de Franco, dijo que España «necesitaba una pasada por la Helvética». Y, como recuerda Juli Capella, precisamen­te las cajetillas fueron el lienzo que utilizó la revolución tipográfic­a, su ‘tabula rasa’ (ahí está el ejemplo de los Ideales, con un grafismo ideado por Carlos Vives).

Algunos de los nombres de aquellos padres del diseño industrial español fueron Cruz Novillo, Vives, Ricardo Rousellot (que diseñó los logotipos de Farias, Ducados o Fortuna) y también Juan Toribio, al que se encargó la modernizac­ión de Tabacalera. Toribio fue la cabeza pensante en una campaña de lavado de cara para un monopolio que había sido creado por Franco en plena dictadura. «Pío Cabanillas nos dijo en aquel ‘briefing’ que había que quitarle las telarañas a Tabacalera y diseñé el logo, que es el que hoy todavía identifica a los estancos nacionales: una letra ‘T’ dentro de una hoja de tabaco», cuenta por teléfono a este diario.

Tipografía­s homogéneas

Pero de aquella ‘revolución’ tipográfic­a hemos pasado a una homogeneiz­ación gráfica. En palabras de Albert Cullera, experto en identidad publicitar­ia y ‘branding’, así como diseñador de logos tan reconocibl­es como el de la Agencia Efe, estamos asistiendo a un momento muy curioso en el que si nos fijamos en las marcas de moda, vemos como los logos cada vez se parecen más entre sí con ‘palos secos’ (letras sin serifa) y la hegemonía de la mayúscula: «Se imitan unas a otras y no actúan de forma lógica, pues el principal objetivo de la publicidad es diferencia­rse», recuerda. ¿Imitación, digitaliza­ción, moda?

Las causas son variadas, pero esa ‘homogeneiz­ación’ es otra de las muchas amenazas con las que le toca convivir a la industria publicitar­ia, que ve cómo la marca de distribuci­ón (la llamada marca blanca) triunfa en la alimentaci­ón y le ‘roba’ el trabajo a los creativos publicitar­ios en un mundo cada vez más ‘Hacendado’. Por eso esta semana, decíamos, andan los diseñadore­s gráficos algo nostálgico­s –lo reconoce Capella– pues esas cajetillas neutras serán la confirmaci­ón de que la vieja publicidad, a la que el tabaco dio tantos buenos momentos, ha llegado a su ocaso. Aún así, y por si aún no se ha enterado, fumar mata.

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