LOS HUMEDALES SE MUEREN
España cuenta con 74 humedales de importancia internacional, siendo el tercer país del mundo con más humedales catalogados así dentro del convenio Ramsar, precedido de Reino Unido, con 170, y México, con 142. Nuestros humedales dan cobijo cada invierno a más de un millón y medio de aves –dos millones, en los mejores años– y, en la época reproductora, son el hogar de especies amenazadas como la cerceta pardilla, la malvasía o la focha moruna.
Sin embargo, el 40% presentan un estado de conservación «preocupante», según denunciaron las organizaciones ecologistas con motivo de la celebración el pasado 2 de febrero del Día Mundial de los Humedales. El caso español no es aislado: más del 60% de los humedales del mundo han desaparecido desde 1900 y su declive sigue acelerándose.
Entre los « puntos negros » , o en estado « pobre o muy pobre » detectados están la Albufera de Valencia, la Bahía de Cádiz, el Delta del Ebro y Tablas de Daimiel. Aunque cada uno de estos lugares presentan problemas y particularidades específicas –Daimiel está acosado por la extracción de agua de los acuíferos y por la contaminación de nitratos y fosfatos; en la Albufera la renovación del agua se realiza cada vez con menos frecuencia por la falta de aportes, etc– el peor estado de las masas de agua es común a todos ellos.
Y «la realidad es que España ha perdido ya demasiados humedales » , apunta Juan Carlos Atienza, coordinador de Conservación de SEO/BirdLife. Se estima que en torno al 60% de su superficie ha desaparecido, principalmente en los últimos 50 años. Para revertir esta situación es importante que haya sintonía y coordinación entre los planes de gestión de estos espacios húmedos y los planes hidrológicos de cuenca. Estos últimos deberían garantizar el agua que estipulan los planes de gestión de los humedales. Esto es, hay que integrar a los humedales en las políticas de aguas.