Nuevo indicador para medir emisiones contaminantes del tráfico marítimo
Sólo en el Estrecho de Gibraltar se registran al año unos 90.000 tránsitos de barcos. La contaminación que provoca el tráfico marítimo resulta clave en la calidad del aire de las ciudades ubicadas en zonas de grandes puertos y del litoral. A pesar de ello, en España no existe todavía un inventario de emisiones que recoja su impacto y es algo a apuntar en la agenda política. «Mientras que otros países cuentan con un detallado inventario de emisiones, en donde se controla barco por barco, en nuestro país seguimos sin él, así como de una zona de control», señala Juan Moreno, investigador y embajador de la Organización Marítima Internacional (OMI). Algo que conoce muy de primera mano al estar al frente del grupo de investigación de Eficiencia Energética en el transporte marítimo de la Universidad de Cádiz, inmerso en un estudio científico con el que han determinado que la potencia de los motores de los barcos, en especial durante las maniobras próximas al puerto, es una variable indispensable para conocer la cantidad de gases perjudiciales vertidos a la atmósfera. «Es necesario que este indicador se tenga en cuenta para poder evaluar con más precisión su incidencia sobre la cantidad de gases emitidos», señala Moreno. El estudio se basa en la potencia de los motores de embarcaciones con propulsión «waterjet», es decir, por chorro de agua, y concluye que si se tiene en cuenta la variable propuesta, las cifras de los niveles de contaminación se elevan significativamente. Para anular las emisiones de los barcos producidas por los motores auxiliares cuando están atracados la solución pasa por conectarse a la corriente eléctrica de la ciudad, algo que no resulta ni fácil ni barato, pero que es una práctica cada vez más extendida fuera de nuestras fronteras. «El transporte marítimo es un importante contribuyente de la contaminación atmosférica, que afecta al cambio climático y a la salud causando la muerte de 87.000 personas al año a nivel mundial», insiste este investigador que, junto a su equipo científico será el encargado de realizar el primer estudio en España que aúne la cuantificación de las emisiones, su dispersión a la atmósfera y un estudio epidemiológico sobre sus efectos sobre la salud.