Un tesoro para la Esperanza
El nuevo espacio museístico de la Esperanza de Triana ayuda a entender la historia de la corporación, arraigada en el mar, y su definición estética a principios del siglo XX, basada en la cerámica del propio barrio.
El Tesoro de la Esperanza de Triana, abierto al público a primeros del mes de diciembre pasado, supone un nuevo atractivo cultural para el barrio que lo conecta con otros espacios expositivos creados en las últimas décadas en el entorno: Visita y tesoro de la Parroquia de Santa Ana, Museo de la Inquisición y Centro de la Cerámica.
Era, además, el anhelo de la corporación tras las obras de ampliación de la Capilla de los Marineros, a cuya conclusión no quedaron expuestas al público las obras y los enseres del patrimonio de la cofradía. En este caso, se han reunificado distintas dependencias de la planta baja de la casa de hermandad para crear un espacio museístico con un discurso. Y este, posiblemente, sea su principal atractivo. El planteamiento museístico del historiador Ignacio Sánchez Rico ha logrado que el nuevo tesoro no sea un mero almacén de enseres expuestos, sino la explicación, a través del patrimonio, de la identidad de una hermandad con seis siglos de historia que en el mar encontró su raíz y en la cerámica del barrio su definición estética.
1. El cortejo
El museo se explica usando el cortejo de la cofradía. Por eso nos da la bienvenida la cruz de guía, bocinas, el senatus… Piezas, todas ellas, regionalistas diseñadas a partir de 1909 por José Recio del Rivero, director artístico de la hermandad en las primeras décadas del siglo XX y promotor del estilo cerámico regionalista de la cofradía.
2. Los pasos
El paso del Cristo de las Tres Caídas se expone con todas las figuras secundarias. Además, se incluye la figura del esclavo etíope, tallado por Castillo Lastrucci en 1941 y del que se prescindió cuando Guzmán Bejarano hizo el nuevo paso en 1971.
Ante la falta de espacio, el paso de palio se muestra sólo en su trasera, con el manto de Juan Borrero que bordó Sobrinos de Esperanza Elena Caro en 1994, aunque el resto de enseres como respiraderos, techo de palio, faldones etc. se exponen en otras vitrinas.
3. El manto de los dragones
Pieza clave de la Esperanza es el manto de los dragones diseñado por Recio y bordado por Sobrinos de José Caro en 1948. Para su correcta instalación ha sido necesario cavar un pequeño foso gracias al cual se puede contemplar, de cerca, una de las obras más emblemáticas de la cofradía.
4. La Esperanza de Triana, el icono
“La iconografía es tan importante como la propia imagen”, señala Ignacio Sánchez Rico. La Esperanza de Triana tiene una manera de presentarse tan personal que la hace icónica. Esos atributos los constituyen el ancla, el puñal y el salvavidas, realizados por su histórico vestidor y joyero Fernando Morillo, al que hay que atribuirle la culminación de la definición estética de la dolorosa.
5. Los toreros
Artistas como Gracia Montes, personalidades como Bobby Deglané o toreros como Antonio Ordóñez protagonizan tres pequeños espacios dedicados a los regalos que los devotos han ido haciendo a la corporación. En la de los toreros sobresale la saya hecha con el traje de luces del matador de toros y ex hermano mayor, Antonio Ordóñez; otra realizada con el vestido de novia de su hija Carmina y el manto negro confeccionado a partir de los bordados de un vestido de luces de Paquirri.
6. La coronación
La coronación canónica de la Virgen ocupa un lugar destacado con la exhibición de la Bula emitida por San Juan Pablo II o el lábaro. Sobresale por encima de todo la corona de Orfebrería Triana (1984) inspirada en la forja de un balcón de la calle Rioja, siguiendo el diseño cerámicoregionalista de la cofradía.
7. La Casa Real
La relación de la Casa Real con la hermandad ocupa un espacio concreto en el nuevo tesoro y se demuestra con la exposición de algunas piezas significativas como el fajín de Capitán General de la Armada de Don Juan de Borbón o tres aguamarinas de la Infanta María Luisa, camarera de la Virgen, muy vinculada a la hermandad e impulsora del besamanos de la Virgen de la Esperanza.
8. La cerámica
La cerámica del barrio juega un papel primordial en el desarrollo estético de la cofradía gracias a la llegada a principios de siglos del diseñador cerámico José Recio del Rivero, procedente de la fábrica de Mensaque. Su labor como director artístico queda explicada a partir de la reproducción de un gran zócalo proyectado por el propio Recio en el que puede leerse la influencia renacentista cerámico regionalista que a partir de entonces va a tornar en los enseres de la cofradía: bocinas, mantos, palios etc.
9. Los mareantes
A través de una gran cristalera se conecta el museo con el río Guadalquivir y su otra orilla. Desde “el corazón de Sevilla”, parafraseando a José María Rubio en su pregón, se explica la relación ancestral de la corporación desde el siglo XVI con la Marina. Y en ese contexto se muestran las potencias y túnicas del Señor, patrón de la Cámara de Mareantes y el boceto del relieve de la Virgen de los Mareantes que realizó Lourdes Hernández para el retablo del Cristo de las Tres Caídas.
10. Mantos, coronas, tocas, sayas y joyas
La Magdalena –que en el XIX formara parte de la Sacra Conversación– sirve para dividir, en una gran vitrina, las sayas procesionales de aquellas otras que forman parte del diario. En ella se exhiben coronas, tocas y mantos, siendo ésta una vitrina en constante movimiento de piezas por el uso que se hace de las mismas en los distintos periodos del año. Frente a ella merece la pena detenerse en una vitrina de carácter modernista en la que se exhiben distintas joyas de la dolorosa.