ABC - Pasión de Sevilla

Francisco Robles

- Francisco Robles Niño Jesús en el Gran Poder.

Este número de Pasión en Sevilla se asoma a la luz de los kioscos cuando el Señor nos espera en San Lorenzo. La ilusión del niño arde en sus pupilas. Los días empiezan a estirarse y el olor antiguo del incienso regresará al mármol frío de San Vicente, del Salvador. Nada más recibir la visita de los Magos que confirman su Gran Poder en la Epifanía, el Cristo cogerá nuestra cruz para recorrer, un año más y un año menos, la ciudad que lo acoge en su seno que hasta hace unos días lo acogía el vientre de la Esperanza.

Los misterios se funden en el Misterio. De ahí nace todo. La Razón se repliega sobre sus silogismos y sus axiomas. Sevilla empieza a rebuscar esa luz baja que alumbra las páginas de Romero Murube, los versos de Juan Sierra, las estampas de Núñez de Herrera, la memoria de Montesinos, los recuadros redondos de Burgos. En esa luz está cifrado el universo. Solo hay que dejarse llevar por ella y huir de los focos que la desvirtúan. El almanaque irá pidiendo luz, más luz, como si Goethe se dispusiera a repartir las papeletas de sitio en el tiempo que nos espera.

Estas tardes frías de enero son propicias para recorrer la ciudad en el silencio desnudo de sus calles. Sin abalorios. Sin bullas. Sin luces que nos distraigan. A solas con las imágenes que esperan en la impacienci­a de sus capillas, en la penumbra dorada de los retablos, en la memoria del niño que recibe, en la mañana de los Reyes, el mejor regalo: la ilusión que mantiene encendida la mirada del asombro. En esas imágenes y en ese niño están la médula, el tuétano, la raíz, la verdad de la Semana Santa.

El tiempo que hay que buscar no se encuentra en los horarios, en los cuadrantes, en los itinerario­s, en los debates repetidos hasta el hartazgo de la saciedad. Ese tiempo interior clarea con la tarde que se alarga para tocar, con las yemas ateridas de los dedos, la luz que se mantiene por un instante en una azotea, en una espadaña. En esas alturas es donde habita la Semana Santa que se vive por dentro. La que nos lleva a agarrarnos a un clavo que arde, a un perfil que se dibuja a sí mismo, a una mano que se ofrece, a una lágrima que cae y no cae. Caminamos con la compañía de los que se fueron. Sabemos que nuestro destino será ese.

La sombra se alargará por una calle vacía. El cartón o la rejilla buscarán la forma cónica del capirote. Las túnicas saldrán del refugio donde hibernaron. Todo volverá a la luz estallante del Domingo. Pero antes de que eso ocurra, antes de que llegue la ceniza para curarnos con la humildad de la muerte, el tiempo fluirá por dentro. Sin relojes, sin cronómetro­s, sin palquillos, sin controles. Es el tiempo desnudo. El tiempo puro de la Semana Santa que Dios y la ciudad te regalarán en la mañana de Reyes.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain