ABC - Pasión de Sevilla

Antonio Burgos

LA HERMANDAD DE LAS «CIGARRERAS» SALID POR ULTIM VEZ DE LA CAPILLA DE LA ANTI6U FABRICA DE TABACOS-

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POCOS MINUTOS DESPUES de :as cinco el capataz Francisco Quesada to-rnaba el llamador del paso de la Sagrada Columna y Azotes de Nuestro Señor Je-sucristo para ordenar una primera "levan-ta", que también iba a ser última. Era la primera "levantá" de tirat salida proce-sional, pero la última de un trozo de his-toria cofradiera. La. popular cofradía de Las Cigarreras se iba de la capilla de la antigua Fábrica de Tabacos y —ya a la noche, al cabo de un regreso por el puen-te de San Telmo y por la nueva arqui-tectura del barrio de los Remedios— en-traría en el pequeño• templo de la nueva factoría al otro lado del río. Una cofra-día cambiaba de orilla. Cristo Atado a la Columna salía de la diectoches­ca capilla de la Fabrica de Tabacos para no regre-sar más a ella. ,En la porzada del edificio, el conjunto es vuelto hacia la puerta por donde acaba de salir. Cruza la verja, Y, conforme va bajando por la calle San Fernando, se va escribiend­o un trozo de la íntima historia cofradra, La Virgen de la Victoria aparecía en la puertas las cinco y veinticinc­o. Otro mo-mento histórico. Instantes para el recuer-do. Para la nostalgia, para el pequeño or-gUllo capillita de "haber estado alli cuando Las Cigarreras salieron por última vez de lo Que hoy es Universida­d". El Paso tiene el inefable aspecto de lo conseguido hace muchos años. Caldas de palio rectas, te-cito con un escudo real de la primera épo-ca de Juan Manuel, sin maniguetas­las esquinas de los respirader­os, graciosame­n-te cubiertas por unos claveles blancos que caen hacia los faldones, al igual que otros claveles que alzan entre los varales hacia el rostro doloroso de una Virgen que ex-presa la Victoria sobre el llanto. El paso está en la. calle. Tras él. dos cigarreras en. lutadas y descalzas, a hacer el camino detrás de la Virgen. Ellas recuerdan tiem-pos grandes de su .cofradía, cuando venía Don Alfonso XIII y en el cortejo formaba "toda la tropa de Sevilla". Al dejar la capilla, queda dentro el pasado de una. Real Heranargia­d. El pbso de Virgen ea también vuelto ante la portada. de la fá-brica. En un último arrebato, los costale-ros dan dos, tres, cuatro pasos hacia la capilla que acaban de dejar. Suenan en el aire silente de la calle San Fernando —por entre os palmerales y las verjas de hierro antiguo— las notas leves de la mar-cha "Corpus Ohristi". Las cigarreras que van tras el paso de la Virgen tienen ya el palluelo en la mano, debajo de los velos negros. Mecen el paso, y las estrellas que aueolan la corona de la Virgen se *mue-ven centellean­temente. El paso ya está fuera de las verjas. Den-tilde 1 lapilla quedará une, ifulide, reces-«ando a ata en que el Rey juró las Reglas de la Hermandad. Mas no es un día leja-no. Las cigarreras sabrán que aquello fue por loe años en que hubo una boda real en Madrid, Sin ]a lápida ha quedado el pa-sado, y en os Remedios espera un futuro brillante a la Hermandad. También aho-ra habrá renovación e impulso joven, co-mo lo hablan en aquellos primeros años de la centmia. Cuando con las cigarreras -que ya no volverán a traer a su Virgen a la fábrica, y por eso lloran— iba Don Alfonso, escoltado "por toda la. tropa de Sevilla".

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Foto César López Haldón. La Semana Santa de Burgos

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