ABC (Sevilla)

EL TIGRE Y LA JAULA No es soñar el pensar que más temprano que tarde aparecerán nuevos líderes nacionalis­tas dispuestos a recuperar el seny que los del procés echaron a perder

- POR JOAQUÍN LEGUINA JOAQUÍN LEGUINA FUE PRESIDENTE DE LA COMUNIDAD DE MADRID

«A los españoles nos ha caído encima una bandera estrellada que imita a la de Cuba y que fue inventada por un nacionalis­ta catalán a principios del siglo XX. El inventor firmaba sus escritos como Vicyme (de «Viva Cataluña y muera España»)… y vicyme ha estado presente en nuestras vidas desde que en 1980 Pujol llegó a la presidenci­a de la Generalida­d, y allí siguió hasta 2003» «La propaganda puede atentar contra el sentido común sólo allí donde el sentido común ha dejado de tener validez» (Hanna Arendt, «Los orígenes del totalitari­smo»)

EL biólogo Edward O. Wilson tiene escrito que «la lucha grupo contra grupo fue desde el inicio una fuerza motriz que nos ha hecho lo que somos hoy». Y añade: «la gente se siente obligada a pertenecer a grupos y, una vez incorporad­a a ellos, los considera superiores a los demás grupos». En cualquier caso, estos instintos tribales son enemigos de la civilizaci­ón, que tiene la obligación de reprimirlo­s. Lo dejó escrito Sigmund Freud: «La cultura es represión».

Acabada la II Guerra (1945), surgió en Europa un gran acuerdo democrátic­o que, primero, creó las condicione­s para que naciera el estado de bienestar y, a la vez, emprendió la tarea de crear unas institucio­nes europeas que impidieran el rebrote de los nacionalis­mos. Y en ello estábamos hasta que se vino abajo el sistema soviético y poco después llegó la crisis… Y otra vez volvieron a resucitar los populismos, incluidos los nacionalis­tas. Todos antieurope­os, contrarios a la democracia representa­tiva y partidario­s de plebiscito­s y referendos.

Cuentan que, durante la II Guerra, un periodista preguntó a Winston Churchill qué tales eran sus relaciones personales con el general De Gaulle, refugiado por entonces en Londres, y el premier respondió: «Todo hombre lleva sobre los hombros una cruz y a mí me ha tocado la de Lorena».

A los españoles nadie nos ha cargado con la cruz de Lorena, pero nos ha caído encima una bandera estrellada que imita a la de Cuba y que fue inventada por un nacionalis­ta catalán a principios del siglo XX. El inventor firmaba sus escritos como Vicyme (de «Viva Cataluña y muera España»)… y vicyme ha estado presente en nuestras vidas desde que en 1980 Pujol llegó a la presidenci­a de la Generalida­d, y allí siguió hasta 2003. El interregno de los tripartito­s (la izquierda llegaba por primera vez al gobierno de la Generalita­t) empeoró más las cosas a cau- sa de aquella maldita ocurrencia (Zapatero y Maragall) del nuevo Estatuto, que, además, ha servido –con la crisis económica– de pretexto para montar el circo actual.

A partir de 2010 los nacionalis­tas impulsaron un «proceso» desde el poder de la Generalita­t y de las corporacio­nes locales, renegando del pluralismo político y utilizando el poder institucio­nal para imponer una ideología de obligada aceptación. Sometiendo así a todos los ciudadanos de Cataluña a un régimen donde derechos, como usar la lengua común, son perseguido­s.

A juicio de Arcadi Espada, la forma básica del adoctrinam­iento ha sido, sobre todo, pasiva, haciendo invisible a más de la mitad de los catalanes.

Los efectos políticos y sociales a la vista están:

1. División de la sociedad y hasta de las familias. Lo cual tendrá, si lo tiene, un largo y difícil arreglo.

2. Sacaron al tigre de la jaula, es decir, pusieron la política en la calle creyendo ser los únicos capaces de movilizar a la gente.

3. En un par de días (6 y 7 de septiembre de 2017) derogaron por sí y ante sí la Constituci­ón y el Estatuto. Luego convocaron un referéndum ilegal y acabaron proclamand­o la República Independie­nte de Cataluña.

4. Como elemental y obligada respuesta, el Senado ordenó aplicar el artículo 155 de la Constituci­ón y a su amparo el Gobierno convocó elecciones autonómica­s (21-XII-2017).

Se ha dicho que el resultado de las elecciones ha dejado las cosas como estaban. Que lo digan los separatist­as es lógico, pero que los demás nos l o creamos es un grave error, porque «la historia» no se va a repetir. ¿Por qué?.

En primer lugar, porque la aplicación del 155 apenas ha tenido respuesta ni entre los funcionari­os ni dentro de la sociedad, y bien puede decirse que ha representa­do una gran derrota del independen­tismo. Además, la Justicia sigue su curso, lento pero inexorable, y hará pagar a los responsabl­es políticos por los graves delitos que tan alegrement­e han cometido. Esas sentencias que tarde o temprano pondrán, muy probableme­nte, fuera de juego a una élite política que ha hecho un daño terrible ideológica, política y económicam­ente a la sociedad catalana.

Por otro lado y por primera vez, un partido no nacionalis­ta ha ganado (en votos y en escaños) las elecciones autonómica­s, y los separatist­as, que esta vez se presentaro­n en tres listas, no podrán librarse fácilmente de la ruptura personal (entre Junqueras en l a cárcel y Puigdemont haciendo el ridículo en Bruselas) y política (unos quieren dar marcha atrás y otros pretenden seguir subidos en el tigre).

Por lo tanto, no es soñar el pensar que más temprano que tarde aparecerán nuevos líderes nacionalis­tas dispuestos a recuperar el seny que los del procés echaron a perder.

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SARA ROJO

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