EL DISPARATE DE HACER EL BABLE COOFICIAL
ESPAÑA se asienta en una nación culturalmente diversa, pero vertebrada por la historia y el idioma –el castellano– comunes. Es evidente que esta realidad no ha sido bien defendida ni explicada en el desarrollo del Estado autonómico, porque en parte fue sacrificada en aras del consenso constituyente de 1978. El resultado no ha sido, precisamente, un armonioso bilingüismo. El problema nunca ha sido el derecho individual de cada ciudadano a hablar una u otra lengua, sino la transformación del bilingüismo en un arma política que ha acabado con la invención del derecho del idioma sobre el derecho del ciudadano.
La lección de estos perjuicios no parece haber sido aprendida y, por eso, PSOE (corriente sanchista) y Podemos, con el apoyo inefable de Foro Asturias, pretenden implantar en el Principado de Asturias la cooficialidad del bable con el castellano. En un tiempo que obliga a los estudiantes a manejar el inglés como condición casi obligatoria para encontrar un trabajo de calidad, una propuesta de cooficialidad allí donde no hay el más mínimo rastro de demanda social en tal sentido constituye un ejemplo de irracionalidad política y de manipulación sociológica. Los asturianos se entienden bien en castellano y los que quieren hacerlo en bable, lo hacen. El socialismo sigue travestido de fotocopia nacionalista, a pesar de los reveses que esta opción le ha deparado. El bable cuenta con una protección legal suficiente para que lo aprenda quien lo desee. Los experimentos localistas ya han dejado suficiente huella de división y confusión.
La propuesta de PSOE y Podemos es absurda, pero no gratuita. Responde a ese prejuicio de la izquierda extrema de seguir asociando con la derecha el valor de la unidad nacional entre españoles. Y con iniciativas así sólo consiguen que muchos ciudadanos dejen de ver al PSOE como un partido nacional.