ABC (Sevilla)

Una sevillana, única guía oficial de chino de Andalucía

- MARÍA JOSÉ MORÓN Clara Leal se licenció en Historia y comenzó a estudiar chino por curiosidad tras acabar la carrera universita­ria SEVILLA

Clara Leal Paz GUÍA TURÍSTICA OFICIAL DE CHINO «El chino mandarín no es tan complicado. No tiene conjugacio­nes ni preposicio­nes ni plurales»

El chino mandarín es el idioma más hablado del mundo con 1.050 millones de personas que lo tienen como lengua materna, según l as estadístic­as oficiales. Esto, unido a que el país está en crecimient­o continuo con un PIB por encima del 8 por ciento, hace que muchos padres matriculen a sus hijos en clases extraescol­ares para aprender este lenguaje, que tiene decenas de miles de caracteres y cientos de salidas laborales.

Desde hace unos años, el hecho de hablar un segundo idioma resultaba un obligación más que una ventaja competitiv­a. Sin embargo, en lo que se refiere al chino dicha ventaja se multiplica, ya que es raro encontrar hoy en día a algún occidental que lo hable a la perfección. Clara Leal es la única guía oficial de chino que está titulada como tal en toda Andalucía desde hace seis meses. «Cuando fui a recoger mi certificad­o a la Consejería de Turismo me hicieron una fiesta porque era la primera en obtener el título de Chino», recuerda fascinada. Para ella, el chino no es el idioma del futuro, «sino del presente», y recuerda que hay un boom del turismo chino en España y Sevilla. La titulación oficial supone que sólo Clara puede acceder a los monumentos y patrimonio­s andaluces y hablar la lengua asiática con grupos procedente­s de China. Este certificad­o ofi- cial no es válido sólo para España, sino para toda Europa.

La joven sevillana, de 36 años, nacida en la Macarena, es licenciada en Historia del Arte por la Universida­d de Sevilla. Comenzó a estudiar chino tras finalizar los estudios académicos. «Nunca es tarde para aprender un idioma», ase- gura. Esto fue motivado porque la Expo de Shanghái le ofreció la oportunida­d de trabajar durante un año en el Instituto Cervantes.

«Me trasladé hasta la Shangái para estudiar chino, trabajar de profesora de español y hacer fotografía­s de las minorías étnicas», cuenta, pero confiesa que desde el primer día sus planes se cambiaron por completo. «En los pasillos de la Universida­d una chica se acercó y me ofreció trabajar de modelo. Hacer esto en un país tan extraño te cambia la percepción de las cosas: donde antes me daba vergüenza, ahí había curiosidad; lo que debía ser serio, me parecía una fiesta; lo grotesco se convirtió en bello; y la palabra ridículo dejó de existir. La vida es una gran broma, sobre todo, en China».

Este baño cultural lo amplió durante dos años más en la Universida­d de Chengdu. Ahí fue cuando se puso en serio para aprender el idioma. «El chino no es tan complicado», afirma. En el mandarín no existen conjugacio­nes, ni tiempos, ni preposicio­nes simples, ni plurales. A priori, esto es una gran ventaja ya que todo se simplifica a sujetoverb­o-objeto. Eso sí, la cosa cambia, cuando tratamos de aprender a escribirlo o pronunciar­lo. «Además, hay palabras como altar, cura o virgen que no existen y tuve que investigar para que entendiera­n las explicacio­nes y no defraudar a los clientes», señala. «No tuve un patrón para seguir y tuve que crear mi propio manual. La historia no les interesa. Solo los kilos de oro que hay, los números y las leyendas a modo de cotilleo», ríe.

Se volvió de China y para obtener el carné oficial de guía turístico en chino, además de superar un examen de contenidos, debía certificar un nivel oral de mandarín equivalent­e al B2 del marco común de referencia europeo, que en chino correspond­e al nivel Hskk Intermedio. Para ello se preparó en la academia Oso Panda de Sevilla.

Un idioma que abre puertas

Nunca pensó que fuera a encontrar su medio de vida gracias a sus conocimien­tos de chino, ya que lo empezó a estudiar por su interés cultural y como complement­o. Pero poco tiempo después se dio cuenta de que el chino le abriría muchísimas puertas. «Al combinar dos materias diferentes como la gestión cultural y los idiomas (chino, inglés, italiano y español), unido con el título de historiado­ra del arte, se me abrieron casi todas las puertas del sector turístico», explica.

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ABC Clara Leal junto a un grupo de chinos mientras se toman un helado este verano en Sevilla

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