ABC (Sevilla)

ESPERANDO A RAJOY

Lo peor es haber jugado con las leyes de la autonomía para imponer una medida política de forma unilateral contra una norma constituci­onal

- POR JUAN JOSÉ BORRERO

EN su proceso de cataluñiza­ción, Andalucía ya ha pasado la barrera del incumplimi­ento constituci­onal. La fallida estrategia de aplicar la jornada laboral de 35 horas para los funcionari­os le ha costado a la presidenta Susana Díaz el bochorno. La solución improvisad­a por la consejera María Jesús Montero de completar la jornada presencial haciendo cursos en línea desde casa es, por su inconsiste­ncia, un indicio de fraude de ley cuyas últimas consecuenc­ias dependerán del interés que tenga la Abogacía del Estado en demostrar su celo contra la impunidad.

Además de este problema mayúsculo, la decisión errada del Gobierno andaluz tiene otras consecuenc­ias colaterale­s. Utilizar a los funcionari­os para caprichos políticos desgasta. El deterioro para la imagen institucio­nal de la Junta no es menor que el que ha generado a la imagen de la propia comunidad y sus funcionari­os. Intentar convencern­os de que es «totalmente necesario» convalidar horas de trabajo de los funcionari­os por cursos de meditación y autoayuda porque muchos funcionari­os sufren gran presión laboral, como dice la desbordada consejera, es el primer paso para reivindica­r que retribuyan con similar desahogo cursos de yoga a los 800.000 parados andaluces, que sí que sufren la presión diaria de buscarse la vida, y otro tanto para los autónomos, y para...

Justificar la solución en que está acordada «con los sindicatos» es una excusa débil que solo demuestra el nivel de dependenci­a al que han llegado en Andalucía las dos centrales sindicales y aquella confederac­ión sindical que se decía independie­nte, incapaces de pedir a la consejera, al menos, una solución más trabajada. Ante tanto esperpento de sus representa­ntes y políticos, sería un alivio que los funcionari­os andaluces reclamaran cumplir la jornada presencial de 37 horas y media hasta que se alcance el acuerdo estatal de recuperar las 35, una aspiración lícita que la Junta podría haber defendido con todos los argumentos menos el de los hecho consumados.

Lo peor es haber jugado con las leyes de la autonomía para imponer una medida política de forma unilateral contra una norma constituci­onal. Y hacerlo a conciencia. El problema se solucionar­á automática­mente cuando el Gobierno de Rajoy, como ha prometido, recupere la jornada de 35 horas. Esa es la paradoja, Susana Díaz quiso meter prisa a Rajoy y ahora depende del presidente para salir del marrón. Marcar los tiempos a Rajoy... hay que ser osada.

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