ABC (Sevilla)

¿El enfermo se muere y nadie puede salvarlo?

El Sevilla, sin ideas, vuelve a caer, en esta ocasión ante un Alavés más combativo; el equipo entra en depresión con sólo un punto de quince en LaLiga

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R. ARROCHA

¿Yahora, qué?, se preguntará­n los aficionado­s del Sevilla al término de una primera vuelta en LaLiga que no ha podido acabar peor, con una nueva derrota, y con un balance tan negativo que habría que investigar desde cuándo no se repetía algo parecido: un punto de quince. Ese es el Sevilla de hoy. Esa es la realidad, la de los datos y números que otras veces, la mayoría, sirvieron para ensalzar el trabajo de la entidad y que, en esta ocasión y con la segunda derrota de Montella en la competició­n de la regularida­d, colocan al Sevilla en una situación muy delicada. ¿Quién puede salvar a este enfermo? ¿Cómo es posible que se haya caído tanto? Mucho cuidado. Ayer, en Mendizorro­za, y excepto en los primeros cinco minutos, donde invirtió el tiempo para tratar de hacer daño «real» al Alavés, lo demás dejó mucho que desear. El equipo vasco estaba en puestos de descenso y pareció, jaleado por su afición, el cuadro europeo. Hay muchas cuestiones que analizar, demasiadas, en un Sevilla que el jueves se mide al Atlético de Madrid en la Copa del Rey. Y ahora, ¿qué? Urgen soluciones. La ansiedad del equipo, con la mayoría de sus jugadores perdiendo cada semana que pasa su caché, ese que tanto les costó ganar, sólo se puede aliviar con una victoria cuanto antes. Lo dijo Nolito nada más acabar el partido. No sabía casi ni dónde mirar y pidió la ayuda de todos, hasta de la familia, síntoma de que la situación que le ha tocado vivir en su vuelta a España, era imposible imaginarla peor.

Jugar la Liga de Campeones la próxima temporada empieza a ser una quimera pero, lo que es peor, pensar en que el equipo puede competir, por ejemplo, con el Valencia, a once puntos, parece una broma pesada. Ya no son los datos objetivos. Son sensacione­s de equipo perdido, de falta de mando y de ausencia de l o que un día l e hizo grande. Antes se luchaba hasta el último suspiro, hoy parece difícil verlo; antes se buscaba al rival, hoy parece que necesita una bofetada para volver a actuar.

A pesar del frío (como se podía esperar en Vitoria un 14 de enero), Sevilla y Alavés, cada uno con sus necesidade­s, comenzaron el partido metiéndole l o mínimo que se l e puede pedir a un cuadro profesiona­l: ritmo e intensidad. Valores innegociab­les sobre todo para un Sevilla golpeado y afligido con tanto dolor que le obligaba a mirar en vertical cuanto antes para tratar de cortar la ansiedad. Pero ni así. Sólo fue un espejismo. El equipo, t ras disfrutar de dos ocasiones para marcar por mediación de Banega y Nolito en los primeros minutos, se vino abajo. Como en las últimas semanas. Quedó desconecta­do y empezó a verlas venir. El equipo de Montella perdió pronto la poca frescura que mostró al principio y se olvidó del área rival. Banega dejó de aparecer y tam- poco Nolito y Navas en las bandas eran capaces de romper. Al Alavés le vino de lujo. Porque, sin opciones claras para triangular, hizo correr al Sevilla y buscó la presión y las jugadas de estrategia como únicos modelos y referencia­s para llegar a la meta de Sergio Rico. Sería premonitor­io porque siete minutos después de la reanudació­n el Alavés se adelantó en el marcador en una jugada desgraciad­a para el Sevilla tras el lanzamient­o de un córner que llegaron a tocar hasta cinco futbolista­s. Kjaer, muy pasivo, no

frenó a Manu García y el capitán local hizo el 1-0 con un disparo de volea. Otra vez, todo en contra. Y, otra vez, con la obligación de remontar un marcador adverso.

Montella movió ficha y metió a Sarabia por Geis tratando de abrir más el campo en busca del empate. Entra- ron las prisas y los nervios volvieron a aflorar. Banega retrasó su posición y el madrileño empezó a tirar del equipo. También entró poco después Muriel por Navas, lo que obligó a Sarabia a desplazars­e a la banda derecha. Sería por esa banda, aunque con un centro de Mercado, como lle- gó la ocasión más clara del Sevilla en toda la segunda mitad con un disparo de Nolito que se marchó fuera por muy poco. Apenas quedaban nueve minutos y poco después el Alavés se iba a quedar con un hombre menos tras ver Rubén Duarte la segunda amarilla. El Sevilla tiró a la desesperad­a. Más de lo mismo. Sin cabeza. Y así ya ha visto en muchas ocasiones que es imposible. Antes, cuando saltaba la línea épica, esa corriente que facilitó al Sevilla el crecer hasta cotas insospecha­das, sí se creía en lo que se hacía. ¿Y ahora? El tiempo dictará sentencia. Pero lo que sí es relevante es que este Sevilla, el más caro de la historia, el que se hizo para luchar y volver a luchar, sólo sume un punto de los últimos quince posibles...

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Sergio Rico Mercado (83) Kjaer Lenglet Carole Geis (62) Pizarro Banega Jesús Navas (73) Nolito Ben Yedder
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AFP / CÉSAR MANSO Pizarro trata de avanzar ante la oposición de Pina, que se lanza a por el balón, ayer en Mendizorro­za

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