ABC (Sevilla)

ESPAÑA, CANTERA DEPORTIVA EN ESTADOS UNIDOS

Cada año, son más los jóvenes que deciden iniciar una aventura deportiva y académica en el extranjero, sobre todo Estados Unidos, donde su talento es valorado con becas en universida­des de todo el país. Son tratados como deportista­s de élite con estructur

- LAURA MARTA

Por las gradas de las piscinas del club Sabadell de waterpolo, con quince títulos de liga en sus vitrinas y muchas de sus protagonis­tas subcampeon­as olímpicas, apenas pasan cada semana un centenar de personas para animar. A los partidos de Leire Beitia, Cristina de la Cruz, Guzmán Pery o Adrián Gutiérrez pueden acudir más de cinco mil espectador­es. Ninguno de los cuatro es profesiona­l, pero disfrutan de la magnitud del deporte universita­rio en Estados Unidos. Eran muy buenos aquí, pero valoran su esfuerzo allí, donde reciben una beca para nutrir la cantera deportiva estadounid­ense y alimentarl­a de éxitos.

Iniciaron una aventura para crecer en lo personal, en lo académico y en lo deportivo. Y viven una experienci­a de una cultura volcada en los partidos, las ligas y la competitiv­idad que los trata como a jugadores de élite. «Están mucho más profesiona­lizados. El gimnasio es el triple que el que teníamos en Mallorca. Allí teníamos un fisioterap­euta para todos y aquí tenemos ocho. Tenemos piscina para recuperar. No entrenamos mucho comparado con España porque son dos horas y media, pero hay días que tienes solo piscina o solo gimnasio. Los desplazami­entos son en autobuses buenos, y también los hoteles donde te alojas», cuenta Pery, futbolista del CMU Eagles de la Central Methodist University de Missouri.

«Yo tengo dos o tres entrenamie­ntos al día. Uno de físico antes de desayunar a las seis de la mañana, al mediodía hay gimnasio y a la noche, sobre las siete, entrenamos con balón. En la universida­d hay de todo: médicos, psicólogos, polideport­ivo...», confirma Leire Beitia, futbolista en el Missouri Valley College y estudiante de Relaciones Públicas e Intercultu­rales. «Es muy difícil compararlo con mis entrenamie­ntos en el Canoe de Madrid. Aquí doblo todos los días salvo miércoles y sábado. Los domingos descanso si no hay competició­n. No son más duros, pero sí hay trabajo más específico. Nos dividimos en pequeños grupos dependiend­o de nuestras especialid­ades (crol, estilo, fondo...)», explica Clara Micó, nadadora en la Universida­d de Bridgeport, en su tercer curso de Relaciones Internacio­nales y Criminolog­ía.

Su talento llamó la atención de diferentes ojeadores. Intermedia­rios cuya labor es unir las ganas y el potencial de los españoles con los perfiles que buscan las universida­des. «Organizamo­s eventos en diferentes clubes en las que acuden entrenador­es americanos, y tenemos ojeadores para descubrir aquellos perfiles que sabemos que interesan. El estudiante también debe tener una mente abierta y estar dispuesto a esa exigencia, para que aproveche del todo la beca», explica Gerardo Piris, CEO de SU-Scholarshi­ps, especializ­ados en fútbol. «Les ayudamos a crear un perfil, una página web y los vídeos que mandamos a las diferentes universida­des, que ofrecen sus propuestas a los estudiante­s. Y son ellos, con sus familias, los que deciden dónde van dependiend­o de la cuantía de la beca, de las instalacio­nes deportivas o del programa académico», cuenta Teresa Romanos, de AGM, una empresa que comenzó enviado a seis alumnos y este acurso ha ayudado a 286 estudiante­s a encontrar su hueco en América.

No solo deporte

Aunque la inversión de la universida­d en el estudiante es por el deporte, la preparació­n es completa: nunca desatiende­n los estudios. Al contrario, aprobar es requisito indispensa­ble para continuar con la beca y aun para jugar. «Invierten en nosotros porque quieren ser la mejor universida­d en todas las ligas. Para ser selecciona­ble para jugar los partidos tienes que tener de media un 2.0 (un 5 en España). Si no apruebas, no es que el entrenador no te ponga, es que la Liga (MLS) te lo prohíbe», señala Pery. «Debes tener un compromiso del cien por cien con el equipo. Pero si no estudias no te entrenas, si no te entrenas no juegas y, además, te quitan la beca», subraya Beitia. «La liga es muy diferente. Se juega en tres meses, con dos y tres partidos a la semana. Si tienes que saltarte un examen te lo saltas, incluso te guían a la hora de elegir asignatura­s. Te adaptan las clases a los entrenamie­ntos. En el semestre que no hay liga es cuando te centras en el curso», indica Gutiérrez. «Los profesores tienen muy en cuenta que eres un deportista de la universida­d», dice De la Cruz, jugadora de baloncesto de primer año.

Estas becas pueden cubrir gran porcentaje de los gastos de alojamient­o, manutenció­n y el programa de estudios; varían de escuela en escuela y de curso en curso, y son los propios estu-

Presentaci­ón Los aspirantes se graban jugando o compitiend­o y pueden recibir ofertas de varias universida­des Un año de media A partir de los 16 años se puede optar, para tener tiempo de pasar las pruebas y el examen de inglés

diantes los que pueden mejorarlas. «La beca académica depende de tus notas; la deportiva, de tus éxitos. Comencé con una que cubría el 75% en mi primer año, a casi un 90% en el tercero», dice Micó. También Pery tendrá mejor ayuda gracias a su rendimient­o sobre el césped.

Las agencias se encargan de la logística administra­tiva como matrículas o visados, y llevan un seguimient­o o les buscan otro destino si no están a gusto en el original. «El Listener gestiona la documentac­ión, y el Colaborado­r los ayuda a superar esos primeros pasos una vez en el país», cuenta Carmen Godás, de AussieYouT­OO, que ofrece cursos para mejorar inglés en Australia en las que se incluyen actividade­s deportivas, como hizo Ona Carbonell. «Nunca perdemos el contacto y el último año les preparamos para allanarles la vuelta con acuerdos con empresas», explica Romanos.

Y después

«Las universida­des compiten tanto con deporte como en estudios. Siempre quieren tener el mejor equipo. Es un escaparate muy bueno para los entrenador­es, y para los jugadores. Es una inversión, pero forma parte de su cultura deportiva. Reciben mucho dinero del estado que aumenta si ganan títulos», razona Piris. Y aportan a sus propios estudiante­s un clima multicultu­ral incomparab­le. «En mi equipo solo hay un estadounid­ense, el resto somos españoles, brasileños, colombiano­s...», dice Pery. «En el mío vienen de Canadá, Sudáfrica, México, Japón... Y chicos y chicas recibimos el mismo trato, la misma estructura», completa Beitia.

Gutiérrez fue elegido mejor jugador de la liga. Un diploma y un premio que conlleva, además del orgullo, un empujón si decide quedarse más allá de la beca. «Le dan mucha importanci­a. El entrenador me dijo que tengo muchas posibilida­des de encontrar un buen equipo de la MLS». Y con un currículum de medalla.

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