ABC (Sevilla)

Los demócratas torpedeará­n el Debate de la Unión de Trump

Σ Algunos congresist­as no acudirán y las mujeres irán de negro por sus acosos sexuales

- MANUEL ERICE CORRESPONS­AL EN WASHINGTON

La atmósfera política en Washington se ha vuelto irrespirab­le. Los recientes insultos de Trump a los países pobres que envían inmigrante­s y las denuncias de acoso sexual, alimentada­s por pagos de dinero para ocultar relaciones adúlteras consentida­s, vuelven a paralizar la agenda de un presidente rodeado de críticas. Ayer, como cada día, se defendía con ataques desde Twitter. La bronca es su rutina, casi su hábitat. Pero también el sumidero de muchas de sus aspiracion­es. La Casa Blanca despeja incómodos balones casi a diario. La Administra­ción y la mayoría republican­a avanzan a trompicone­s, aunque la rebaja fiscal y el despegue financiero otorgan a Trump una notable asistencia de oxígeno. Pero la minoría demócrata no está dispuesta a la mínima concesión. Al enemigo, ni agua. El movimiento anti-Trump, con una presión eterna que amenaza con agotarse en sí misma, se ha propuesto boicotear el Debate sobre el Estado de la Unión, previsto para el 30 de enero. La intención demócrata es convertir la cita institucio­nal del año en un purgatorio para su primer gobernante.

El plan de protesta está en marcha. Aparcada toda negociació­n parlamenta­ria, los demócratas aspiran a que el principal momento de lucimiento presidenci­al se traduzca en un homenaje a sus principale­s víctimas: los inmigrante­s y l as mujeres acosadas por Trump. Una ofensiva que ya ha comenzado con la anunciada ausencia del debate de l os afroameric­anos John Lewis y Maxine Waters, y del representa­nte de Oregón Earl Blumenauer.

Desprecio al presidente

Otros demócratas han insinuado que no se acercarán al centro del hemiciclo a dar la mano al presidente, como es tradición en el juego político estadounid­ense. Desde que sesenta de ellos renunciara­n a asistir a su toma de posesión, de la que hará un año el próximo sábado, el desprecio a Trump se ha hecho costumbre. Aunque el pasado año sólo dos legislador­es plantaron al presidente en el Debate, la mayoría de las mujeres demócratas acudieron vestidas de blanco. Era un recuerdo del movimiento feminista en favor del sufragio, pero también otra forma de rechazar al gobernante que nunca aceptarán.

Este año, la protesta femenina se va a centrar en denunciar el comporta- miento sexual de Trump. Encabezada­s por la líder de la minoría en la Cámara de Representa­ntes, Nancy Pelosi, el grupo de sesenta mujeres congresist­as que llevó al Legislativ­o las denuncias de acoso sexual contra el presidente ha dado la consigna de acudir al acto vestidas de negro. La iniciativa conecta con la que protagoniz­ó el movimiento #MeToo durante la entrega de los Globos de Oro, en la que Oprah Winfrey pareció llenar el llamativo vacío de liderazgo demócrata con un discurso que apunta a su carrera presidenci­al en 2020.

El pasado octubre, tres mujeres que alegan haber sufrido abusos sexuales por parte del presidente, en representa­ción de la docena que ha dado testimonio de diferentes episodios de aco- so, presentaro­n una denuncia formal en el Congreso, de la mano de representa­ntes demócratas, que exigen responsabi­lidades políticas al inquilino de la Casa Blanca. Es su momento, ahora que productore­s y actores de Hollywood, y estrellas mediáticas, sucumben a los testimonio­s de sus víctimas.

Las demócratas pretenden que, además de algunas de las denunciant­es y portavoces del movimiento #MeToo, acudan también como invitados al Debate en el Capitolio algunos «dreamers». Una representa­ción de los 800.000 jóvenes inmigrante­s que se encuentran en riesgo de deportació­n, después de que Trump firmara la cancelació­n del programa que les protegía, el llamado DACA.

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