EL BETIS SE ACERCA A EUROPA
Un gol de Rubén Castro en su retorno al Villamarín le permite derrotar al Leganés y acabar séptimo la primera vuelta (3-2)
MATEO GONZÁLEZ
La felicidad ya tiene casa en Heliópolis. Los béticos esperan que se instale por mucho tiempo. Bienvenida a un hogar de 50.000 fieles que ya dibujan un porvenir exitoso. La nube del derbi no se disuelve. Sigue ahí, flotando camino a Europa. El sufrimiento le añadió una emoción innecesaria al triunfo, pero a todas luces pasajera. Mereció ganar el Betis a un Leganés que partía con su misma puntuación. Es decir, un igual en estos momentos. Pero el bloque madrileño actuó como un inferior, ajustado a su guión. El grupo de Setién aplicó el manual del técnico. Atacar para obviar el problema en defensa. Así se presentó en el minuto 40 con 2-0 y una pinta de disfrute permanente que se pinchó con el gol de Eraso y el cambio táctico de Garitano. Al Betis se le iban a ver las costuras en esa fase. Hasta el 2-2 de Eraso. Pero siguió en su línea, no se precipitó. Paciencia. Tocar, esperar, buscar los huecos, abrir el campo y acelerar cuando convenía. Centro de Francis, penalti de Amrabat y el broche soñado en la noche del regreso de Rubén Castro. Gol de penalti y victoria. La felicidad tiene los gastos pagados en el Villamarín para la segunda vuelta con destino a Europa. Séptimo, a dos puntos del Sevilla, sexto, y con una inercia positiva que acaba con dos meses sin ganar en casa y que se pondrá nuevamente a prueba el domingo ante el Barcelona.
El Betis se ha hecho fuerte en su crisis. De tal manera que ha interiorizado hasta el tuétano el plan de su técnico. Calma ante la adversidad. Toque hasta la desesperación. A veces del rival y otras, de la parroquia propia. Es el camino del Betis. El que ahora le lleva a la sonrisa. Quien infravalore el triunfo ante el Leganés, quien no resalte que llegó al Villamarín como el equipo menos goleado tras Atlético y Barcelona y se llevó tres, quien no considere a los de Garitano un rival que puede plantear problemas es que no tenía medida de la dificultad de anoche para los béticos, embriagados de felicidad por el derbi pero con el ceño fruncido para mandar a paseo al exceso de confianza. Setién quería arreglar la faena cuanto antes y por eso desequilibró al equipo para que fuera arriba. Ya que no tenía a los mejores defensas alineó al mayor número de atacantes que pudo. Le salió bien la apuesta, con el campamento base en terreno rival, Francis y Durmisi percutiendo en las bandas, Fabián y Guardado lanzándolos, Joaquín moviéndose por todo el frente, Tello afilado como un cuchillo y Sergio León peleándose hasta con su sombra para abrir espacios. Un Betis coral. Al Leganés le quemaba el balón.
La lucha permanente de Sergio León dio frutos con su exitosa pugna con Dos Santos, lesionado en esa acción, para encontrarse con Cuéllar y que el desvío de éste llegue a Tello, que definió el 1-0 con un zurdazo nada sencillo pero sí certero. Ahora el Betis asume riesgos invitando al Leganés a salir de su cueva. Juego horizontal como señuelo. Francis se faja para frenar a Amrabat, el baile con la más fea para el chaval. Los de Garitano van dejando espacios a la espalda de sus centrales porque su presión va subiendo y el equipo no se alarga. Brasanac casi hace el empate pero se encuentra con el providencial Adán, que pasa de paradón a asistente, puesto que un zapatazo suyo recorre 60 metros (la cara de felicidad de Jon Pascua en ese vuelo) para acompañar la carrera de Joaquín, que resuelve como cuando tenía 20 años, con zancadas ágiles durante 30 metros y siempre un par de ellos delante de su perseguidor antes
de un disparo fuerte al palo cercano con Cuéllar pensando que la iba a cruzar. Esa jugada también es parte del estilo. Atrae al rival porque suele tocar atrás el Betis y descubre espacios a sus espaldas. No es un patadón, es superar líneas. El 2-0 hace pensar al Villamarín en una goleada pero el Betis tiene tatuado el sufrimiento y la respuesta de Gumbau, con un zapatazo con la zurda
Ataque Las galopadas de Sergio León, para el gol de Tello, y Joaquín dejaron un 2-0 en el inicio que invitaba a pensar en una goleada que no se produjo
desde fuera del área, es inmediata.
El Betis duda en el arranque de la segunda mitad. Se complica la vida. Garitano lee mejor el partido y va situando peones que cercenan la antes airosa circulación bética. La presión alta viste su ataque y desnuda su zaga, cuando el balón llega a Guardado que le regala medio gol a Sergio León, entretenido en controlar y no golpear de primeras ante un Cuéllar que le tapó. El partido se ralentiza sin que el Betis decida, tan abierto que el Leganés exprime su amenaza hasta el 2-2 de Eraso tras pase de Amrabat entre los centrales y resbalón inoportuno de Francis. Los de Setién la tocan, conscientes de que el partido no acaba ahí. Rubén ya había salido entre aclamaciones. Remató flojo de cabeza antes de tomar el protagonismo desde los once metros y decidir como solía. Como sabe. Bustinza puso a prueba las cardiopatías béticas en el último instante pero la felicidad, sufrida, se viste de verde.