Vivo, pero con los jugadores como zombis
DAN Georgiadis fue un entrenador griego nacido en Ítaca, la patria de Odiseo o Ulises, el protagonista de los poemas homéricos, que sustituyó en 1971 en el banquillo del Sevilla F.C. a Max Merkel, quien tras triunfar en el club blanco se marchó al Atlético de Madrid. Georgiadis, un humanista trotamundos que dominaba cinco idiomas (escribía los partes de los entrenamientos en quechua, lengua inca), era un amante del toque.
Al rebufo de la condición física de la plantilla que había dejado Merkel —el austriaco obligaba a los jugadores a subir las gradas del SánchezPizjuán con peso en los hombros; el heleno prefería hacer tests psicotécnicos— su equipo firmó un primer tercio de la 71/72 espectacular, como lo demuestra que en la jornada 13 fuera tercer clasificado. Falto de gasolina en la segunda vuelta, descendió al término de la temporada.
Viendo al Sevilla de Vitoria el pasado domingo, los que en aquellos ya lejanos 70 asistimos a la odisea de «Don Dan», como se le apodaba por aquí, no pudimos menos que acordarnos de aquella campaña. Como entonces, desaparecidos los vestigios de un estajanovista del fútbol como Unai Emery, el equipo da la impresión de estar a punto de despeñarse. Puede estimarse un exceso dramático tal apreciación, estando como está sexto clasificado y a sólo tres puntos del cuarto, pero la sensación es de que esto no ha hecho sino empezar y que lo peor está aún por llegar. El Sevilla permanece vivo en tres competiciones, pero en el campo sólo tiene a zombis.
No consuela en absoluto, sino que empeora esa percepción, que el director deportivo, Óscar Arias, sea el encargado ahora de solucionar el problema que él, solo o con ayuda de terceros, ha creado. Si teniendo tiempo y dinero para hacer un plantel sólido, acabó agravando el deterioro provocado por Monchi al abandonarse por completo en los brazos de Sampaoli, cómo puede esperarse que con prisas, mercado muy limitado y caro, y abjurando de conceptos supuestamente bien cimentados, acierte en el mercado de invierno. Que alguien advierta a «Ulises» Montella que con el actual rumbo la nave encalla en Ítaca. Sin necesidad de sirenas.
Si Óscar Arias, con tiempo y dinero para hacer un plantel sólido, acabó agravando el deterioro del plantel, cómo puede esperarse que acierte ahora