ABC (Sevilla)

Vivo, pero con los jugadores como zombis

- LÍNEA DE FONDO FRANCISCO PÉREZ

DAN Georgiadis fue un entrenador griego nacido en Ítaca, la patria de Odiseo o Ulises, el protagonis­ta de los poemas homéricos, que sustituyó en 1971 en el banquillo del Sevilla F.C. a Max Merkel, quien tras triunfar en el club blanco se marchó al Atlético de Madrid. Georgiadis, un humanista trotamundo­s que dominaba cinco idiomas (escribía los partes de los entrenamie­ntos en quechua, lengua inca), era un amante del toque.

Al rebufo de la condición física de la plantilla que había dejado Merkel —el austriaco obligaba a los jugadores a subir las gradas del SánchezPiz­juán con peso en los hombros; el heleno prefería hacer tests psicotécni­cos— su equipo firmó un primer tercio de la 71/72 espectacul­ar, como lo demuestra que en la jornada 13 fuera tercer clasificad­o. Falto de gasolina en la segunda vuelta, descendió al término de la temporada.

Viendo al Sevilla de Vitoria el pasado domingo, los que en aquellos ya lejanos 70 asistimos a la odisea de «Don Dan», como se le apodaba por aquí, no pudimos menos que acordarnos de aquella campaña. Como entonces, desapareci­dos los vestigios de un estajanovi­sta del fútbol como Unai Emery, el equipo da la impresión de estar a punto de despeñarse. Puede estimarse un exceso dramático tal apreciació­n, estando como está sexto clasificad­o y a sólo tres puntos del cuarto, pero la sensación es de que esto no ha hecho sino empezar y que lo peor está aún por llegar. El Sevilla permanece vivo en tres competicio­nes, pero en el campo sólo tiene a zombis.

No consuela en absoluto, sino que empeora esa percepción, que el director deportivo, Óscar Arias, sea el encargado ahora de solucionar el problema que él, solo o con ayuda de terceros, ha creado. Si teniendo tiempo y dinero para hacer un plantel sólido, acabó agravando el deterioro provocado por Monchi al abandonars­e por completo en los brazos de Sampaoli, cómo puede esperarse que con prisas, mercado muy limitado y caro, y abjurando de conceptos supuestame­nte bien cimentados, acierte en el mercado de invierno. Que alguien advierta a «Ulises» Montella que con el actual rumbo la nave encalla en Ítaca. Sin necesidad de sirenas.

Si Óscar Arias, con tiempo y dinero para hacer un plantel sólido, acabó agravando el deterioro del plantel, cómo puede esperarse que acierte ahora

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