Plata olímpica diez años después
Después de recibir ayer la medalla que le correspondía de Pekín 2008, Lydia Valentín espera ya su oro de Londres
Apunto de terminar su última entrevista del día, con el rostro ya cansado de emociones, Lydia Valentín levanta la mirada. Reclama su atención José Quiñones, vicepresidente de la federación internacional, al que la deportista despide con un gesto de agradecimiento sincero. «Gracias, José», le dice mientras apoya su mano derecha en el corazón para darle más énfasis a su gratitud.
Solo Lydia, y un puñado de personas más que se cuentan con los dedos de las manos, saben bien que el dirigente peruano ha sido clave para que ella pudiera recibir ayer la medalla de plata que le correspondía tras la descalificación de tres de sus rivales en los Juegos de Pekín 2008. La constancia y la lucha de Quiñones, impulsado en su misión por Alejandro Blanco, desembocó ayer en un día mágico para la deportista berciana, feliz por tener al fin al cuello su plata olímpica.
«A José le estoy especialmente agradecida, porque sé lo que siente y lo que ha luchado para que todo esto sea posible», reconocía Valentín a ABC poco después de haber recibido el homenaje del deporte español. Porque además de la medalla, Lydia recogió ayer todos los honores adscritos a la gloria olímpica. Incluido el reconocimiento de sus compañeros y el dinero que le corresponde por premios y becas ADO de esos años. De hecho, fue un vídeo grabado por decenas de deportistas olímpicos españoles el que arrancó las lágrimas de la berciana. «Te lo mereces y todos lo sabíamos», era el mensaje común. Un grito de justicia que ha tardado casi diez años en llegar y que esconde una intrahistoria diplomática complicada de relatar. Lo hace con gusto Quiñones, coprotagonista principal de la historia junto a Alejandro Blanco. Ambos han peleado para que el sueño de Lydia no se quedara en el limbo después de que varias de las muestras de atletas recogidas en Pekín dieran positivo justo después de Río 2016.
«Me acuerdo que acababa de volver de los Juegos, donde había sido bronce, y que estaba en mi casa. Era uno de esos días en los que te levantas tarde y cuando abrí el ojo me había escrito una para decirme que era plata en Pekín. A partir de ahí, fue todo muy rápido. Llamadas, papeles... Y yo solo pensaba, tío, que acabo de ser bronce, que tengo el oro de Londres y que soy plata en Pekín... Suena a cachondeo, pero es así», recuerda la triple medallista olímpica.
Lo primero que le dijo el presidente del COE es que estuviera tranquila. «Le dije que íbamos a hacer todo lo posible para que se le entregaran esas medallas. Que íbamos a luchar por ellas, porque se lo merecía, pero que tenía que tener paciencia y que se preocupara de seguir con sus entrenamientos. El resto, tenía que dejárnoslo a nosotros», explica Blanco a ABC. El dirigente encontró la complicidad de Quiñones, su voz dentro de la halterofilia mundial, y entre los dos iniciaron un camino largo y complicado para resarcir a la deportista española.
«No ha sido fácil, porque ha habido que pelear con muchos estamentos. Muchos países con mucha fuerza dentro del deporte mundial, a los que hemos tenido que hacer frente con un doble objetivo de ayudar a limpiar la halterofilia como deporte y, segundo, que los atletas que habían sido perjudicados, pudieran tener un homenaje como el que ha tenido hoy Lydia», señala el peruano.
El proceso, una vez que se confirman los positivos, es tedioso. Cada federación nacional suele recurrir esos controles ante el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) y no es hasta la resolución de éste cuando el COI toma cartas en el asunto. A partir de ahí, toca pelear para que, además del reconocimiento, los perjudicados puedan colgarse la medalla. Algo que Lydia ya ha hecho con la plata de Pekín, pero que aún le falta conseguir con el oro de Londres 2012. «Me falta esa medalla y quiero que cuando la reciba suene el himno nacional, que para mí es muy importante». Un deseo que es cuestión de tiempo, pues Quiñones y Blanco le han asegurado que ese acto será antes de que finalice el año.
LYDIA VALENTÍN HALTERÓFILA «Estoy muy feliz. Nunca tuve dudas de que llegaría este día. Ahora espero el oro» ALEJANDRO BLANCO PRESIDENTE DEL COE «Te has convertido en la embajadora del deporte limpio. Nadie puede pararte»