Cubren el azulejo de la Susona por el ruido de los turistas
Desde el pasado verano la leyenda se encuentra tapada por pintura plástica blanca
La Susona, la judía conversa cuya cabeza permaneció colgada sobre la puerta de su casa en el barrio de Santa Cruz durante dos siglos por indicación expresada en su testamento, sigue siendo protagonista de leyendas y misterios incluso en el siglo XXI. Quiénes hayan paseado recientemente por la antigua calle de la Muerte (Desde 1845 llamada calle Susona), se habrán percatado de que el azulejo que existía sobre la fachada del número 10 Acc en el que se explicaba dicha leyenda se encuentra cubierto con pintura plástica blanca, sin entender cuál es la razón para ello.
La casa sobre la que se encuentra «la rehabilitó mi padre (Deogracias Moreno), en 1931. Bajo la ventana había un hierro original (donde se supone estuvo enganchada la cabeza de Susona) y fue él quien puso el azulejo de la calavera realizado por Ramos Rejano en el lugar en el que estaba el gancho», comenta Juana Moreno, propietaria de la vivienda e hija de Deogracias. «Todavía conservamos el gancho », añade. «Hace tiempo en la misma calle se puso un azulejo sobre Susona en otra casa, y me dio coraje porque la casa de la leyenda es esta. Por ello mandé hacer un azulejo en nuestro taller de cerámica de Sanlúcar la Mayor hace un par de años en el que se contase la leyenda que hoy permanece cubierta con pintura blanca». Para ello nos documentamos con «el libro de Leyendas de Sevilla de Santiago Montoto y el texto fue revisado por Rafael Manzano», afirma. «Era la casa de mis padres y ahora viven dos nietos. Permanece el nombre de ‘Las cadenas’ en la fachada de la calle Susona como homenaje a mi padre», añade.
Una enfermedad
«Mi nieta vive en esa casa y tuvo que ser operada de una enfermedad grave el pasado verano. Los grupos de turistas se ponían allí, incluso con altavoces, y por las noches no dejaban la dejaban descansar, pues se paraban bajo el azulejo. Es la razón por la que se cubrió el azulejo con pintura blanca. Y que conste que no tenemos nada contra el turismo, pues toda la vida hemos vivido de ellos gracias a nuestras tiendas de cerámica», dice. Juana quiere quitar la pintura blanca en breve, aunque «vamos a esperar a que mi nieta se recupere», concluye.