«La peste», en veinte claves
La serie televisiva de Alberto Rodríguez se convierte en un excelente vehículo para repasar la historia de la Sevilla del siglo XVI, capital del mundo
1. La epidemia de 1649
En la producción, llega a ser obsesiva la insistencia en observar el cuello y las axilas –también en las ingles, pero los desnudos femeninos de la serie van por otro lado– de los personajes buscando bubones, que son inflamaciones de los nódulos linfáticos causados por la terrible peste bubónica o peste negra. En la epidemia de 1649 murieron entre 50.000 y 60.000 personas, una tragedia demográfica sin paliativos que la ciudad no logró superar.
2. La crisis de 1640
No es sólo la peste. En la década de 1640, España vive una oleada de descontento enmarcada a su vez en la Guerra de los Treinta Años que acabó con la paz de Westfalia en 1648. La crisis de la monarquía de los Austrias, con el conde duque de Olivares como valido, se hace evidente con estallidos violentos –el Corpus de Sangre de Barcelona– también en Sevilla por la carestía y escasez de grano.
La Nova Roma
Al comienzo de la serie, uno de los protagonistas se refiere a Sevilla como la nueva Roma. No es exagerado. La ciudad superaba en población a la Ciudad Eterna y le pisaba los talones a París. A Sevilla llegaba la plata americana. La expresión de Nova Roma está en Cervantes, por ejemplo, en su famoso soneto al túmulo de Felipe II: «¡Oh gran Sevilla!, Roma triunfante en ánimo y nobleza».
3. El comercio de reliquias
Las reliquias de los santos eran objeto de especial veneración en aquellos años del posconcilio de Trento. La Reforma protestante había atacado duramente el comercio de las bulas (dispensas) y de reliquias. Trento, como exponente máximo de la Contrarreforma católica, auspició la veneración de las reliquias.
4. La cabeza del Bautista
¿Una cabeza de San Juan Bautista como reliquia? En Sevilla, San Juan Bautista es San Juan de la Palma, por la iconografía de su martirio. Su cabeza decapitada era objeto de inspiración espiritual en la época como acredita el formidable ejemplar en madera policromada de Juan de Mesa que se conserva en el Tesoro de la Catedral.
5. El foco protestante
La novelista Eva Díaz Pérez lo retrató con lujo de detalles en su primera novela, «Memoria de cenizas». En Sevilla, los aires heréticos de la Reforma protestante tuvieron dos focos principales: entre las familias nobles de la ciudad y en el monasterio jerónimo de San Isidoro del Campo. En la ficción televisiva también se hace referencia a la Biblia del Oso, la primera versión en español de la Escritura, por la que fue perseguido por el Santo Oficio Ca- siodoro de Reina, monje jerónimo separado de la Iglesia por abrazar la doctrina protestante.
6. Los autos de fe
El auto de fe era la ejecución pública de los que la Inquisición hallaba culpables de herejía. Había quemaderos públicos en Tablada y en el Prado de San Sebastián. Las cifras de ejecutados por la Inquisición son muy controvertidas. María Elvira Roca, que publicó el año pasado una provocadora obra sobre la leyenda negra española, arroja estas cifras: «La Inquisición juzgó un total de 44.000 causas desde 1560 hasta 1700, con el resultado de 1.340 muertos aproximadamente».
7. El castillo de San Jorge
La sede de la Inquisición estaba al otro lado del río. Los inquisidores tenían residencia allí, donde también había más de una veintena de celdas y otras dependencias donde dar tormento para arrancar confesiones. El Santo Oficio contaba con un cuerpo policial propio y era, en la práctica, un cuerpo judicial al margen, a menudo enfrentado con la jurisdicción civil y la propia Corona.
8. La cruz verde
La cruz verde era el emblema inquisitorial. Alude al árbol de la vida regado por el río de agua viva que nace del Trono del Cordero según la visión del evangelista Juan en la cueva de Patmos. La cruz verde hace referencia a la fe reverdecida por el sacrificio redentor de Jesucristo en contraposición a la cruz reseca en la que expiró. En Sevilla, la Cruz Verde estaba emplazada entre Santa Marina y Omnium Sanctorum como se aprecia en la serie.
9. Sola gratia, sola Scriptura
En el meollo de la trama está la impresión de unos pasquines con las principales proclamas teológicas de la Reforma protestante: «Solus Christus, sola fide, sola gratia, sola Scriptura». Esto es, Cristo es el único mediador
entre Dios y los hombres excluyendo la intercesión de la Virgen y de los santos en comunión; sólo la fe sin auxilio de la razón puede llevar al conocimiento de Dios; sólo la gracia sin auxilio de las obras caritativas puede llevar a la salvación del alma; y sólo la Escritura sin auxilio de la tradición interpretativa de la Iglesia contiene la revelación.
10. El horizonte de la ciudad
La recreación del horizonte de la ciudad es quizá una de las escenas más impresionantes. El «skyline» es muy distinto al actual desde el Aljarafe, que es la visión natural de la ciudad desde los grabados de Hoefnagel. Hay un detalle infalible para fechar la perspectiva: el Giraldillo se subió en 1568.
11. Bujarrones en el río
La sodomía, fuertemente perseguida tanto por las leyes morales como las civiles, sólo encontraba sitio para su práctica en la orilla del río, protegidos por los cañaverales como se aprecia en la producción televisiva. También el higueral de la Huerta del Rey era escenario de estos encuentros furtivos. La palabra bujarrón es sevillana por los cuatro costados: aún hoy se emplea. Es un préstamo de principios del XVI cuando se adoptó del italiano, a su vez deformado del latín vulgar.
12. El Arenal
El Arenal de Sevilla se extendía fuera de las murallas. Concentraba la hez de la ciudad: pícaros, maleantes, busconas, pedigüeños y enfermos abandonados que se ganaban la vida en condiciones durísimas malviviendo en chabolas como las que muestra la serie. Lope de Vega escribió con tal nombre una obra publicada en 1618: «Eso hay en el Arenal / ¡oh, gran máquina Sevilla! / ¿Esto sólo os maravilla? / Es a Babilonia igual».
13. El compás de la Laguna
El ejercicio de la prostitución estaba tolerado por las autoridades como un mal menor. Se concentraba en el compás de la Laguna, hoy la plaza de Molviedro. Muchas de las casuchas, llamadas también boticas, eran del Cabildo catedralicio, como refleja la serie. Pero el cabildo civil prefería regular el oficio y limitarlo a esa zona, por debajo de la cota, razón por la que se conocía como Laguna al estar encharcada por un antiguo brazo del río.
14. Caballeros veinticuatro
El cabildo de la ciudad se reunía en el Ayuntamiento, en la sala capitular prácticamente inalterada cuya bóveda incluye casetones de los reyes hispanos hasta el emperador Carlos. Al frente del cabildo estaba el asistente de la ciudad, figura equiparable al alcalde actual. Le acompañaban en el gobierno de la ciudad los ediles, llamados por entonces caballeros veinticuatro porque ese había sido su número tras el repartimiento posterior a la reconquista por San Fernando en 1248.
15. La amenaza de Cádiz
La pugna con el puerto de Cádiz, que se insinúa oportunistamente en una de las discusiones del cabildo, estuvo presente desde el momento en que la Corona decidió concentrar en Sevilla el comercio transatlántico. La limitación de tonelaje obligó a trasladar la cabecera de la flota a Cádiz en la década de 1680 aunque el traslado de la Casa de la Contratación, el organismo burocrático que expedía los fletes, no se concretó hasta 1717 con Felipe V. Fue la puntilla a la ciudad.
16. Imprenta de Cromberger
La trama de la ficción televisiva dirigida por Alberto Rodríguez tiene a la imprenta como «leit motiv». La imprenta más destacada y prolífica de la primera mitad del siglo XVI en que se ambienta la serie fue la de la familia Cromberger. Más de seiscientas ediciones salieron de su prensa. Los Cromberger fueron además responsables, desde Sevilla, de la primera imprenta en tierras americanas, en concreto en el virreinato de Nueva España (actual México) en fecha tan temprana como 1539 a cargo del impresor Juan Pablos.
17. El jardín de Monardes
El médico que aparece en la producción no es otro que Nicolás Bautista Monardes Alfaro, estudioso de la botánica que tuvo en la calle Sierpes un jardín para aclimatación de especies vegetales traídas de América. El caso de Monardes no es aislado; Sevilla, en la segunda mitad del XVI que se refleja en pantalla, era un centro científico de primer orden por la confluencia de estudiosos e investigadores de todas partes del mundo, atraídos por el contacto con las Indias. Era también la cuna del humanismo español.
18. Puertas y portazgos
En el siglo XVI, y hasta el último tercio del XIX, la ciudad vivía a resguardo tras la muralla almohade que la cercaba. Cada puerta contaba con vigilancia policial para gravar las mercaderías que entraban a la ciudad con el impuesto de almojarifazgo, herencia musulmana, también conocido como portazgo que pervivió –ya atenuado– hasta después de la Guerra Civil con la institución del fielato.
19. Guardadamas
La protagonista femenina de la serie, Teresa Pinelo, sufre un asalto de inequívoca índole sexual –aunque sorprenda la facilidad en deshacer la basquiña de un solo tajo– en una calle de la ciudad cuando camina junto a una criada y un guardadamas, un hombre armado que brindaba protección a las mujeres de la aristocracia en sus tránsitos por la vía pública, repleta de peligros.
20. Las gradas bajas
La vida de la ciudad bullía en torno a las gradas bajas de la Catedral como refleja la serie. Allí se comerciaba, se ajustaban fletes y se enrolaban los tripulantes.