ABC (Sevilla)

NADIE EN EL PP SE ATREVE A ATACAR A CIUDADANOS

- CURRI VALENZUELA

Cada reunión del comité de dirección del PP termina con la misma recomendac­ión: hay que atacar a Ciudadanos (Cs). El manual del político al uso exige que cuando un partido comprueba en las encuestas que otro le está restando apoyos no le queda más remedio que hacerle frente con artillería dialéctica­mente pesada. Pero ni en el Gobierno ni en el partido que le sustenta hay nadie a día de hoy dispuesto a sentarse frente a un micrófono para meterse con Albert Rivera .

«Lo que pasa es que en este Gobierno somos buenos todos», reconoce un ministro. Una anomalía política: Felipe González tenía a Alfonso Guerra para dar leña a todos los demás partidos, Aznar contó con Álvarez Cascos, Zapatero con Pepe Blanco. El presidente, es lo normal, va de estadista y su número dos hace de malo de la película. Un papel al que con frecuencia se sumaba el ministro que ejercía de portavoz. Con Rajoy eso no pasa. A la vicepresid­enta, Soraya Sáenz de Santamaría, y al portavoz, Íñigo Méndez de Vigo, no se les escucha una crítica hacia otro grupo. En el partido ocurre algo similar. La secretaria general, María Dolores de Cospedal, es titular de Defensa, un ministerio de Estado en el que resultaría impropia la crítica partidista. El coordinado­r general, Fernando Martínez-Maillo, es el hombre que hace de puente en la comunicaci­ón entre Rajoy y Rivera, y el portavoz de la Ejecutiva, Pablo Casado, tiene muchas papeletas para aspirar a la alcaldía de Madrid donde, de gobernar, lo tendría que hacer con apoyo de Cs.

Los otros vicesecret­arios –Javier Maroto, Andrea Levy y Javier Arenas– tampoco tienen ganas de dedicarse a la bronca. Enfrentars­e a los demás tiene el riesgo inevitable de que te contesten con la misma moneda. Y eso quema. El único kamikaze del Gobierno que ejerce como tal suele ser su portavoz parlamenta­rio, Rafael Hernando. Solo él se ha atrevido a criticar a Ciudadanos tras la noticia de que el Tribunal de Cuentas ha encontrado anomalías en su financiaci­ón, una consigna de la dirección que todos los demás han ignorado.

El buenismo de los populares es tan evidente o más entre sus dirigentes regionales o locales. Todos reciben a diario un argumentar­io de Génova, que últimament­e les llegan cargados de críticas para los de Rivera. Pinchan en hueso. Alcaldes, presidente­s de la diputación y cargos similares del PP se dividen en dos grupos; los que gobiernan gracias a Cs y los que aspiran a conseguirl­o.

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