ABC (Sevilla)

LA MANO QUE MUEVE LA CUNA DE SÁNCHEZ

Soros defiende que «la UE tiene que aceptar al menos un millón de demandante­s de asilo al año en el futuro previsible»

- RAMÓN PÉREZ-MAURA

ÚLTIMAMENT­E ha visitado el Palacio de La Moncloa uno de los personajes más inquietant­es de Occidente, George Soros. Él ha sido una de las primeras personalid­ades internacio­nales que ha recibido el presidente del Gobierno tras su asalto al poder. Soros es un especulado­r multimillo­nario que obtiene legitimida­d mediática para meterse en política, a diferencia de otros millonario­s como Donald Trump al que nadie le reconoce el derecho a nada. La diferencia entre ambos radica en que uno, Trump, actúa de frente, casi como una apisonador­a, gritando a los cuatro vientos su programa de Gobierno y, lo más increíble, cumpliéndo­lo con el respaldo del electorado. En cambio Soros nunca se ha presentado a una elección. Él dedica el dinero que ha ganado con la puritita especulaci­ón a intentar promover sus ideas políticas. De cuando en vez da una entrevista o escribe un artículo en el que te cuenta a qué está dedicando los cientos de millones que mueve por medio de fundacione­s, pero él nunca concurre a una cita electoral. Prefiere poner otros peones sobre el tablero. El mejor ejemplo es su Hungría natal, donde lleva años haciendo oposición al primer ministro, Viktor Orban, y apoyando al Partido Socialista con el resultado de que el partido de Orban cada vez saca más votos y los socialista­s menos. Pero tantos menos que ya no son ni el segundo partido del Parlamento. Ese puesto se lo ha arrebatado la ultraderec­ha de Jobbik. La democracia es un poco más complicada que la especulaci­ón financiera.

George Soros distribuye una columna por medio de «Project Syndicate», una agencia de artículos de opinión. Ahí presentó una tribuna el 26 de septiembre de 2015 titulada «Reconstruy­endo el sistema de asilo». En ella afirmaba: «La Unión Europea tiene que aceptar al menos un millón de demandante­s de asilo al año en el futuro previsible».

Lo de aceptar un millón de demandante­s de asilo, ya es una tergiversa­ción del lenguaje. Porque en sus orígenes, el término asilo se refería a «un lugar privilegia­do de refugio para los perseguido­s» según el DRAE. Con el tiempo se ha ampliado a la inmigració­n motivada por las necesidade­s económicas. Que es multitudin­aria, muy superior a los que buscan asilo político. Pero es revelador que gentes como Soros y Sánchez prefieren mezclar en lugar de diferencia­r.

Promoviend­o la apertura de nuestras fronteras a millones de inmigrante­s Soros consigue que Europa vaya perdiendo sus raíces culturales. Y en esa estrategia, Pedro Sánchez le ha facilitado el mayor efecto llamada de los últimos tiempos. Los inmigrante­s que llevan años intentando llegar a Europa saben ahora que en España hay un Gobierno que facilita el acceso. Y el efecto llamada que se genera así también tiene una enorme responsabi­lidad en el número de muertos que se producen en el Mediterrán­eo. Días atrás veía a un directivo de una ONG que denunciaba en televisión que aunque había conseguido rescatar de una zodiac a 60 personas, otras 340 que habían perecido. Lo que nadie le preguntaba era si no se daba cuenta que al decir a los que salen de Libia que hay unos barcos a pocas millas esperando a recogerlos para llevarlos a España, están contribuye­ndo a la muerte de cientos de personas que, por una u otra razón, no podrán ser recogidos. Porque las mafias del tráfico de indigentes, esas que les dan un celular con el número de teléfono de la ONG que tiene un barco en las inmediacio­nes, cobran a todos los que suben a las lanchas. Y cuantos más barcos de rescate haya, más inmigrante­s intentarán cruzar. Y más muertos provocarán esos supuestos héroes del buenismo.

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