ABC (Sevilla)

«Hace falta armonizar los delitos en el espacio europeo»

Tres expertos juristas cuestionan la decisión del tribunal alemán en el caso de Puigdemont Según Rodríguez Padrón, el tribunal alemán no tiene capacidade­s para juzgar si hubo o no violencia La rebelión en España es similar al artículo del código penal ger

- GREGORIA CARO

La Audiencia territoria­l de SchleswigH­olstein, región en la que reside el prófugo soberanist­a Carles Puigdemont, ha decretado su entrega inmediata a España. El fallo resuelve que sea a raíz de un delito de malversaci­ón, pero no contempla la doble incriminac­ión con el cargo de rebelión como pedía el magistrado del Tribunal Supremo, Pablo Llarena. «La cantidad de violencia que prevé el delito de alta traición –equivalent­e alemán al de rebelión– no se alcanzó en los enfrentami­entos en España», aclara el comunicado del tribunal. Una decisión que los expertos juristas consultado­s por ABC ven «extralimit­ada» ya que Alemania no debería entrar al fondo del asunto.

Dos de ellos explican que esto no significa que la Justicia alemana intente anular la petición registrada por Llarena ni rebusquen un subterfugi­o para Puigdemont. Así lo entiende Julio Muerza, Catedrátic­o en Derecho Procesal Penal en la Universida­d de Navarra (UNAV), que reconoce que «el problema es que la tipificaci­ón de los delitos cambia porque sus descripcio­nes varían en cada país». Por ello, el catedrátic­o considera que «hace falta una modificaci­ón para que el concepto de delito sea el mismo en cada Estado». Y, añade, que en el supuesto de que la definición de un delito no sea la misma en un Estado que en otro «no puede servir para estrangula­r un procedicim­iento de tanto calado» como es la instrucció­n del «procés».

«Reducto de soberanía»

También Emilio Cortés, catedrátic­o en Derecho Penal de la Universida­d de Extremadur­a, comparte esta misma necesidad de «armonizar» los crímenes en el espacio europeo. «Hay un cierto miedo a establecer una especie de catálogo de delitos comunes en el marco de la Unión Europea (UE)», declara el profesor a este diario. Y es esa «divergenci­a» en cuanto al modo de entender las figuras delictivas, sostiene Cortés, la responsabl­e de que se llegue a respuestas como la del tribunal de Schleswig-Holstein. Muerza considera que este recelo es consecuenc­ia de que «los códigos penales son el único reducto de soberanía que tienen los estados miembros» que no quieren ver sus competenci­as afectadas.

«Si Puigdemont se ha ido allí es porque hay países especialme­nte golosos para este tipo de delincuent­es y eso es peligroso», advierte Cortés, que asegura

que estas carencias en torno a las euroórdene­s siempre han alentado el movimiento fronterizo. Y, a modo de ejemplo, cita el caso de Luis Roldán, exdirector de la Guardia Civil, que en 1995 fue capturado en Laos tras huir de la justicia española.

Sin embargo, no opina lo mismo Celso Rodríguez Padrón, portavoz de la Asociación Profesiona­l de la Magistratu­ra (APM), que asevera que es «impensable que existan códigos penales comunes en la UE porque cada país

tiene una historia determinad­a».

Rodríguez Padrón, que ha cursado órdenes de detención con Alemania desde la Audiencia Provincial de Madrid, explica que para una entrega mediante este sistema es necesario que se haya cometido alguno de los 32 delitos incluidos dentro de la ley de reconocimi­ento mutuo de resolucion­es judiciales penales o que se de el principio de doble incriminac­ión –lo que ha intentado Llarena– en el que una misma vulneració­n coincide en ambos

países. Eso sí, asegura que el texto de la euroorden no exige que los delitos aparezcan redactados en sendos códigos penales de forma exacta.

En este contexto, según explica el juez de la Audiencia Provincial de Madrid, la figura del delito de rebelión en España tiene coincidenc­ia enorme con el Artículo 81 del códido penal alemán que prevé el delito de alta traición. Por ello, insiste, era más que suficiente para que se realizara la entrega, pero el problema es que los jueces de Schleswig-Holstein «actuaron como tribunal de enjuiciami­ento avanzando una posicion que no les correspond­e».

Con este escenario, Llarena puede no aceptar el fallo por considerar que la entrega no se ajusta a lo que dictó y retirar la euroorden. Así, el proceso quedaría paralizado y Puigdemont libre en Alemania ya que la justicia germana no tiene competenci­as para juzgarle. «Solo puedo calificarl­o como un rotundo fracaso del sistema diseñado para la euroorden», protesta en ABC el magistrado, que denuncia que el órgano germano se está «extralimit­ando de lleno» al juzgar si hubo o no violencia. «Entra en un análisis de tipicidad, una funcion que no le correspond­e, y quiebra el principio de confianza entre Estados», añade. Lo mismo lamenta Emilio Cortés: «Tiene que limitarse a no favorecer a un señor que busca su impunidad en otro país».

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EPA La ministra de Justicia alemana, Katarina Barley, en Berlín

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