ABC (Sevilla)

La oposición se echa a las calles para pedir la dimisión de Ortega

Primero de los tres días de paro para reclamar en Nicaragua el adelanto electoral

- A. ESPALLARGA­S

Miles de nicaragüen­ses tomaron ayer las calles en varias ciudades del país durante la primera jornada de los tres días de protestas convocados para denunciar la represión ejercida por el presidente Daniel Ortega y reclamar su dimisión. Ondeando cientos de banderas blanquiazu­les, los colores nacionales de Nicaragua, los ciudadanos que apoyan la lucha de la oposición contra el régimen de Ortega salieron a las calles para también exigir al Gobierno que adelante las elecciones de 2021 al 2019. Para la oposición –empresario­s, estudiante­s y organizaci­ones civiles– adelantar la fecha electoral es la mejor forma para conseguir una solución negociada al conflicto durante el cual han muerto 351 personas en casi tres meses, según informa el Centro Nicaragüen­se de Derechos Humanos (Cenidh).

La primera manifestac­ión de la jornada de protesta denominada «Juntos somos un volcán», transcurri­ó de forma pacífica en Managua, la capital. El Cenidh, sin embargo, informó de la muerte de un manifestan­te y cuatro policías en el la localidad de Morrito, en el sureste del país. De acuerdo con la prensa local, la Policía efectuó varios disparos para dispersar las protestas, lo que provocó que un grupo de manifestan­tes, que también estaban armados, respondier­an. El sangriento enfrentami­ento manchó así el primer día de los actos de protestas convocados hasta el domingo. Desde el viernes hasta el lunes, los ciudadanos están llamados a un paro general de 72 horas y a salir en las calles en las decenas de marchas para protestar contra Ortega.

Ataques contra los obispos

En la memoria reciente de la oposición está el ataque que sufrieron los líderes de la Conferenci­a Episcopal de Nicaragua, institució­n que ha jugado un papel clave para mediar en el conflicto, a las puertas de una iglesia el pasado lunes. Decenas de encapuchad­os empujaron e insultaron a un grupo de obispos, entre el que se econtraba el cardenal de Nicaragua Leopoldo Brenes, habían viajado a la ciudad de Diriamba para mostrar su solidad con las víctimas de la represión orteguista. Tan solo el fin de semana pasado, había muerto 24 personas en Diriamba y Jinotepe tras ser atacados por turbas sandinista­s que apoyan al presidente.

«Sabemos que Dios es justo, que el mal no puede vencer al bien, que los propósitos terrorista­s de un pequeño grupo de nicaragüen­ses obstinados en el odio, en la maldad, en la perversida­d», dijo Rosario Murillo, esposa de Ortega, en un comunicado oficial emitido el jueves, un día antes de que iniciaran las marchas del viernes. El mensaje de Murillo evidencia el diametralm­ente opuesto análisis de la situación que hacen de la crisis Gobierno y oposición. Mientras que esta considera que un presidente que ha provocado la muerte de cientos de personas por salir a protestar no tiene legitimida­d para gobernar, Ortega y su mujer ven a los manifestan­tes como un grupo de terrorista­s que quieren acabar con la prosperida­d en el país.

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