Una persona excepcional
∑ Presidente del Consejo de Administración de AIAF Mercado de Renta Fija
SÍ Francisco Oña era una persona excepcional, de las que contribuyen a hacer la vida mejor a los demás. Excepcional por sus cualidades profesionales, pero sobre todo por sus condiciones personales. Profesionalmente, descolló en el mundo económicofinanciero. Quizá su obra más destacable: hacer de AIAF un mercado de renta fija serio, fiable y puntero, ahora integrado en Bolsas y Mercados Españoles (BME), y haber contribuido mucho a hacer de BME la sólida propietaria de los importantes mercados financieros españoles que hoy es.
Pero por encima de todo Paco fue excepcional por las condiciones que sellaban su forma de ser. Era generoso, sencillo, debidamente distante de lo material, abierto, sensible a pesar del caparazón con el que lo disimulaba, crítico más siempre leal, y, recalco esto, enormemente culto y entregado a los valores culturales en sentido amplio, en lo que comulgaba con sus muy queridos Sylvie, su mujer, y Juan Manuel, su hijo.
Pero su positiva excepcionalidad iba aún más allá. Lograba armonizar su difícil oficio, al que se dedicó con tesón alcanzando mucha altura, con su jugosa y atractiva personalidad sin que esta se ensombreciera por las exigencias profesionales. Algo tan difícil lo lograba porque se vestía con la capa del escepticismo, era listo, inteligente y generoso, era un maestro del humor, dominaba la ironía, y, en suma, porque era un hombre bueno hasta el tuétano que atesoraba lo que Albert Camus llamaba «conciencia del otro».
La forma en la que se nos ha ido responde a su trayectoria vital. Aunque ha ocurrido demasiado pronto, lo ha hecho de repente, de puntillas, con sencillez, sin alharacas, sin hacerlo partícipe a casi nadie, y sin darse ninguna importancia.
Me imagino la reacción que habría tenido (¿o la ha tenido?) al contemplar el grupo de familiares y amigos que, extremadamente compungidos, nos arracimábamos en torno a su ataúd. Paco, viéndonos así (¿o al vernos?), habría dicho (¿o lo ha dicho?) «¿pero, qué os pasa?, ¡así es la vida!, ¿o es que creéis que vosotros no os vais a morir? ¡aquí se muere todo el mundo!», al tiempo que esbozaba una sonrisa socarrona arropada con su voz rocosa.
Sí, Francisco Oña era una persona excepcional, excepcionalmente buena en lo profesional y, por encima de todo, en lo que más vale: en lo personal. Era un excepcional hombre bueno.
LUIS MARÍA CAZORLA PRIETO