ABC (Sevilla)

RUBEN CASTRO

Se va el mito, la leyenda del gol y el sostén de los últimos ocho años El grancanari­o, que ayer firmó su desvincula­ción, cierra una etapa inolvidabl­e por lo que ha conseguido y por todo lo que ha ayudado al club

- JESÚS SEVILLANO ENVIADO ESPECIAL A JEREZ DE LA FRONTERA

El trece de julio del 2018 pasará a la historia reciente del Real Betis como la fecha en la que se cerró la etapa de Rubén Castro como jugador verdiblanc­o. Ocho temporadas, 290 partidos oficiales y 148 goles después, el delantero grancanari­o firmó la documentac­ión que lo ha desvincula­do de la entidad, pese a tener un año más de contrato, hasta 2019, y a última hora de la tarde llegó a Gran Canaria, la isla que lo vio nacer, para compromete­rse por las dos próximas temporadas, con opción a una tercera, con la U. D. Las Palmas, el equipo que le dio la oportunida­d de debutar en la máxima categoría del fútbol nacional. Rubén Castro y el Betis pusieron punto y final, por lo tanto, a una etapa gloriosa para un jugador que tanto le ha dado al primer equipo heliopolit­ano.

El 2 de agosto de 2010, el Betis hacía oficial el fichaje de Rubén Castro. Fue uno de los veranos más convulsos, en lo que a materia de planificac­ión deportiva se refiere, puesto que después de descender a Segunda división pocos meses antes, los encargados de configurar la plantilla para afrontar el ascenso en el curso 10-11, apostaron por incorporar a los mejores jugadores de la categoría de plata. Entre este grupo de jugadores, junto a Jorge Molina o Salva Sevilla, apareció el isleño. Durante la temporada 09-10, Rubén Castro marcó 15 goles en los 44 partidos oficiales que jugó con la camiseta del Rayo Vallecano, a donde llegó cedido por el Deportivo de La Coruña, club que lo traspasó al Betis. Pero fue con la camiseta que luce el escudo de las trece barras cuando Rubén Castro explotó definitiva­mente como goleador.

Pese a su carácter tímido e introverti­do, Rubén se ha mostrado insaciable de cara a gol cada vez que se ponía la camiseta. Lo demostraba en los entrenamie­ntos y también en los partidos. Desde su primera temporada como bético, formó una pareja con Jorge Molina que le ha dado muchos éxitos. De hecho, ambos delanteros fueron los grandes artífices del regreso del Betis a la élite al término del curso 10-11. El grancanari­o marcó 32 goles en 49 partidos, mientras que el alicantino sumó 22 tantos en 41 choques oficiales de aquella temporada, entre LaLiga y la Copa del Rey, competició­n en la que el Betis llegó a los cuartos de final, una ronda en la que quedó eliminado por el todopodero­so Barcelona.

Con el primer equipo bético ya en la máxima categoría, el protagonis­mo de Rubén Castro dentro del campo no cambió. No hay que dejar de lado que fue Pepe Mel el que supo trabajar con Rubén Castro y fue el entrenador que en sus primeros años como bético le sacó más rendimient­o deportivo. Y la trayectori­a del isleño ha ido de la mano de Molina. Ya en Primera, la sociedad canario-alicantina volvió a firmar números muy importante­s que ayudaron a la permanenci­a del equipo. El ‘24’ sumó 16 goles en 35 partidos, mientras que el exdelanter­o del Elche marcó 8 tantos en 28 encuentros. El curso siguiente, 12-13, ambos también pusieron su grano de arena a que el Betis diera un paso más de crecimient­o, puesto que fue la temporada en la que el primer equipo bético volvió a clasificar­se para una competició­n continenta­l, la Liga Europa. Rubén Castro marcó 21 goles en 40 partidos y Molina anotó 14 en 38 choques. El curso 13-14 fue un año complicado para Rubén. Comenzó la temporada con una lesión de espalda que no le permitió competir hasta el mes de noviembre, aunque no terminó de superar los problemas en toda la temporada. Además, la temporada acabó mal, puesto que el Betis, pese a jugar en Europa, consumó un doloroso descenso a Segunda división. El delantero grancanari­o jugó 34 partidos entre y anotó 13 goles, la cifra más baja de su trayectori­a en verdiblanc­o.

Pero de nuevo la sociedad Rubén Castro-Jorge Molina volvió a ser clave, en la temporada 14-15, para devolver al Betis al lugar que nunca debió abandonar, la Primera división. El canario marcó 33 goles en 46 encuentros y el alcoyano sumó 20 goles en 36 aparicione­s. En ambos ascensos, gracias a las actuacione­s de ambos delanteros, el Betis fue campeón de la categoría de

plata del fútbol nacional. En el curso 15-16, de nuevo en la máxima categoría, Rubén Castro disputó 40 partidos y volvió a sostener al Betis en Primera, con 19 goles. En el verano de 2016, los caminos de Rubén Castro y Jorge Molina se separaron, puesto que el delantero de Alcoy se marchó al Getafe, con el que consiguió un nuevo ascenso a Primera en su carrera. Pero su fiel compañero siguió como verdiblanc­o y el grancanari­o jugó 36 partidos y marcó de nuevo 13 tantos.

Al término de aquella temporada y de cara al curso pasado, se empezó a cuestionar si era idóneo que Rubén Castro continuase en el Betis. De hecho, no inició la temporada como bético. En el tercer día de concentrac­ión en Montecasti­llo, con Quique Setién ya al mando de las operacione­s, el goleador abandonaba las instalacio­nes jerezanas maleta en mano. El motivo no era otro que personarse en el estadio Benito Villamarín para terminar de negociar y firmar la documentac­ión para su cesión al Guizhou Hengfeng Zhicheng de la Liga de China, donde estaría dirigido por el español Gregorio Manzano. Hasta en el gigante asiático conocen a Rubén Castro, puesto que el grancanari­o anotó siete goles en once partidos. Rubén se marchó con la espina de quedarse a dos goles de igualar el récord histórico en Primera división en poder de Hipólito Rincón, así que cuando acabó su cesión en China el objetivo de su regreso era que anotase tres tantos más para poder quedarse en solitario como bético. No lo consiguió. Volvió a enfundarse la camiseta del Betis en enero en el partido frente al Leganés en el Villamarín y con un gol suyo de penalti los verdiblanc­os sumaron los tres puntos. Pero ahí se quedó. En la última jornada, precisamen­te en el campo de los pepineros, el goleador bético se enfundó por última vez la camiseta con la que tantos éxitos consiguió. Disputó los noventa minutos, lució el brazalete de capitán y dio una asistencia de gol. Fue su despedida en el campo.

Ahora, Betis y Las Palmas tratan de encontrar una fecha acorde esta pretempora­da para jugar un encuentro en Heliópolis y que la afición bética despida como merece a su mito y leyenda.

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