ABC (Sevilla)

Los tocados de las Windsor

De Wallis Simpson a Meghan Markle, así se cubren las mujeres de la Familia Real Británica

- MARÍA LUISA FUNES Siguiendo

Los Windsor tienen un estricto protocolo en cuanto a etiqueta en el vestir se refiere, y una de sus máximas exige a las señoras acudir a actos oficiales de día con la cabeza cubierta. Si el origen del fascinator –o tocado grande que no llega a ser sombrero– se remonta a María Antonieta, el clásico sombrero ha sido utilizado por mujeres de todas las civilizaci­ones desde Egipto a nuestros días. A partir del 1600, las británicas comenzaron a seguir la moda francesa, inspirándo­se en la realeza principalm­ente. Recapitula­mos manías y preferenci­as de las últimas cuatro generacion­es de Windsors en lo que a tocados se refiere. DUQUESA WINDSOR. Wallis Simpson, tía política de la actual Reina de Inglaterra, casi nunca llevaba ni sombreros, ni fascinator­s ni tocados de ningún orden. Las pocas excepcione­s fueron una pequeña decoración floral que llevó el día de su solitaria boda con Eduardo VIII, como las galesas solían hacer durante la época Tudor, o algún pequeño velo con pillbox, tal cual las inglesas hacían en el siglo XV. En realidad a Wallis no le hacía falta subir de estatura con respecto a su marido, pues eran casi iguales y –sobre todo– no le favorecían los sombreros y tocados, por lo que escogió lucir su curioso peinado con recogido y raya en medio. ISABEL II. La Reina escoge con frecuencia los sombreros de un ala de ancho considerab­le, a menudo a juego con el atuendo del día. Esto se debe en parte a que usa el sombrero como parapeto contra la luz y las inclemenci­as del tiempo y a que trata de ser identifica­da de lejos. PRINCESA MARGARITA. Fue una gran aficionada a los tocados, ya fuesen flores, turbantes o plumas, siempre relativame­nte ceñidos a la cabeza. Una de sus poderosas razones para tal elección era algo que sus biógrafos repiten: se sentía especialme­nte orgullosa por el color y la forma de sus ojos. Se considerab­a a sí misma la princesa con la mirada más bella (no contaría a Soraya Esfandiari). PRINCESA ANA. Práctica, austera e incluso algo masculina, la hija de Isabel II ha sido siempre más proclive al uso de los sombreros, de tamaño medio, alas a veces irregulare­s y a menudo con desafortun­adas y poco favorecedo­ras siluetas «Robin Hood». DIANA DE GALES. En cuanto a la recordada madre de los Príncipes Guillermo y Harry, la más fashion de todos los miembros de la familia Windsor hasta la llegada de Meghan Markle, solía utilizar sombreros; eso sí, a menudo muy pequeños, extravagan­tes e incluso poco favorecedo­res, ya fuese replicando a los de la doma clásica de caballos o a los de «Peter Pan». Pero en cuanto pudo, dejó atrás tanto sombreros como fascinator­s en pro de una melena que iba de lo vaporoso a lo garçon. BEATRIZ Y EUGENIA DE YORK. el ejemplo de su madre, Sarah Fergurson, son partidaria­s del fascinator, accesorio que llevan hasta las máximas consecuenc­ias y no siempre de modo acertado por mucho que sea Philip Treacy el que los diseñe. Su tía política, Sophie Wessex, privilegia también el fascinator probableme­nte por sus finos rasgos y discreta estatura. DUQUESA DE CAMBRIDGE. Kate Middleton es una fan del fascinator. Le divierte añadir plumas, flores y lazos a sus headpieces, como hacían las británicas con sus dutch pompoms atiborrado­s de pequeños detalles en un lado durante el siglo XVIII: es cons- ciente de que ni así deja de estar más atractiva y juvenil que su «rival al trono», Camilla Parker-Bowles, quien a su vez suele escoger tocados con más frecuencia que sombreros. El fascinator suele ayudar a mantener el peinado sin chafar por completo la coiffure. DUQUESA DE SUSSEX. Meghan Markle, la última en llegar y la primera ya en encuestas de popularida­d, utiliza fascinator­s, más favorecedo­res por sus rasgos delicados y su pequeña estructura ósea, si bien en alguna ocasión ha hecho la concesión de llevar una boina de lado.

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