ABC (Sevilla)

Hora a hora

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Pineda, gran aficionado y apoderado de Joselito desde sus primeros pasos como mo novillero, se trastornó al conocer la muerte de su poderdante y representa­tado: «Le produjo tal estupor la noticia deldel fallecimie­nto de Joselito, qque se indisispus­o, teniendo que e meterse en cama» en n su casa de la calle Traajano, 35.

En paralelo, Sánnchez Mejías recurre aa su íntimo José Ferraazano, banderille­ro yy luego novillero, para a participar­le el luctuooso suceso: «José fallee- ció. Prepara a Lolita».

Parrita, administra­dor or de confianza, telegraafi­ó de nuevo al apodee- rado Pineda a las 19.10 0 con un escueto «José é murió avise hermanas. s.

Parra» y media hora a más tarde, reitera el aviso: «Joselito falleció ó

- extensísim­a. Parra».

Y a las 20.20, es Iggnacio Sánchez Mejías as el que comunica con n

Pineda: «Joselito muerto cornada vientre vénganse con Sote a automóvil no deje venir hermanos. Ignacio». José Antonio Esquinas identifica a ese «Sote» que se cuela en el telegrama: «Juan Soto, veedor, era el hombre en quien Joselito tenía depositada la labor de ver el ganado a lidiar, había sido compañero de José en sus primeros pasos taurinos. Conociendo a Joselito, esta labor de ver los embarques y supervisar los toros sería de suma importanci­a y no la podría hacer cualquiera».

Los otros dos despachos de la serie comunican el traslado del cuerpo sin vida en un tren especial: «Vamos por Cáceres tren especial» que firma Ignacio, y otro más cuyo deterioro impide reconstrui­r la comunicaci­ón más allá de intuir que es un aviso de la llegada a Madrid del convoy excepciona­l.

Todos los personajes de estos cables mortales aparecen reunidos en la cabecera de la conducción del cadáver a la estación de Atocha, camino de Sevilla, después de las cinco de la tarde del día 18 como refleja la crónica de aquella jornada en el ABC del día siguiente: «La presidenci­a la formaban Sánchez Mejías, el duque de Veragua, Menchero, Pineda, Soto, Parra, Don Pío, Darío López y Urquijo».

¿Qué posibilida­d hay de que este valioso material pueda exhibirse para conocimien­to de los aficionado­s en general y los gallistas en particular? Esquinas responde: «Ahora mismo sólo he mantenido alguna conversaci­ón para la exposición que se debe de hacer sobre Joselito este año (se aplazó en 2020 por la pandemia); aún no hay nada cerrado, pero me gustaría que estuvieran presentes en esa muestra sobre José, que los aficionado­s pudieran verlos y leerlos, que sientan lo que sintieron los que lo mandaron y los que lo recibieron. Sería la primera vez que se expusieran los seis telegramas juntos. De forma permanente, como sevillano me gustaría que estuvieran en el museo de la Maestranza, junto con los poderes notariales que la señora Gabriela –la madre del matador– otorgó a Pineda para que Joselito toreara siendo menor, y el contrato que hizo para ir a torear a Perú, documentos originales que son de mi propiedad».

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El telégrafo era casi la única forma de comunicars­e a distancia en 1920 casi en tiempo real, como demuestra la sucesión de cables sobre la cogida mortal de Joselito
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J. A. ESQUINAS

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