Los repartidores Una nueva sentencia sacude el modelo de «riders» autónomos
La sociedad Iberian Smart Financial Agro (ISFA) se ha propuesto liderar la producción de almendra en sistemas de alta densidad en España en 2023. Para ello ha trasladado la experiencia de los vehículos de inversión habituales en los sectores de las renovables y las infraestructuras para implementarlos al sector de la agricultura tecnificada. «Hay un gran potencial de desarrollo y el mercado aún no está tan maduro como el de la energía», subraya Iker Barón, uno de los tres socios de la firma junto a Miguel Ángel LópezPeña y Asier Ugaldea.
En 2020 la firma puso en marcha sus primeras 1.050 hectáreas de cultivo, con una finca de 600 hectáreas en el Alentejo portugués (en la zona de influencia del pantano de Alqueva) y otra de 450 hectáreas en la localidad cordobesa de Belmez. Ambas iniciativas están moviendo una inversión cercana a los 30 millones de euros. En este ejercicio tienen previsto poner en marcha otras 1.300 hectáreas, creciendo de nuevo en el Alentejo y con un nuevo núcleo de plantación en Extremadura. «Nuestro objetivo es alcanzar las 5.000 hectáreas en 2023 con una inversión de 150 millones de euros», remarca Barón. Para poner en marcha cada proyecto ISFA crea una sociedad específica y busca a los inversores interesados, con un «ticket» mínimo de 200.000 euros.
Fórmula innovadora
Es una fórmula innovadora en el agro español, donde han entrado ya muchos «family office» pero aún no existía un vehículo de inversión colectiva de esta naturaleza. Los proyectos se desarrollan en fincas de regadío mediante arrendamiento a largo plazo. «La mentalidad del agricultor español es muy patrimonialista, sin embargo, en ISFA valoramos los derechos de uso de la tierra y la concesión de riego a largo plazo, puesto que nuestro activo es la plantación».
La firma está orientada a la inversión en frutos secos y se ha centrado en el almendro por la liquidez y crecimiento del mercado. «Gracias a la labor del Almond Board californiano la demanda crece anualmente de forma sostenida, ampliando los mercados y los sectores de consumos, incorporando nuevas verticales de fuerte crecimiento como los sustitutivos de la lactosa tan apreciados en la cultura healthy o las aplicaciones farmacéuticas de la almendra». Junto a ello, el primer productor mundial es California, donde las fincas se explotan mediante sistemas intensivos logrando grandes producciones gracias a una utilización insostenible de agua y productos fitosanitarios. «En el futuro no podrán utilizar tanta agua y también deberán reducir sus costes de operación; California evolucionará al sistema eficiente y sostenible, pero es un proceso de transformación que requiere de al menos dos décadas de migración, lo cual nos deja un margen de actuación ideal para producir con un coste marginal un 50% inferior al sistema intensivo californiano».
ISFA ha lanzado sus primeras plantaciones el año en el que los precios de la almendra han visto las más bajas cotizaciones de los últimos tiempos. «Han concurrido una serie de acontecimientos, algunos insólitos, provocando la tormenta perfecta para la almendra en la Península Ibérica». Una floración y cosecha récord histórico en Estados Unidos, en un año en el que la demanda global se ha visto afectada por la pandemia, con especial impacto en el consumo de snacks por parte de aerolíneas y hostelería, y unido todo ello a una evolución del tipo de cambio dólar/euro que perjudica a la almendra europea. «Aun así, el precio de la almendra ha tenido un buen comportamiento, dentro de los rangos de precio que permiten una buena rentabilidad a las plantaciones de ISFA». La tormenta perfecta de 2020 ha servido de «test de estrés» para reforzar la viabilidad del proyecto. El proyecto de ISFA, al erigirse en uno de los principales productores de almendra europeos, implica también el acuerdo de venta a largo plazo con grandes industriales, con los que ISFA ya está comprometiendo una parte de su producción a partir de 2022. Dos de los socios de ISFA, Asier Ugaldea y Miguel Ángel López-Peña, especialistas en la estructuración de proyectos de inversión, han liderado en el pasado proyectos de renovables a partir de biomasa forestal, agroindustrial y cultivos energéticos, «lo que les aportó una gran experiencia en desarrollo de plantaciones agrícolas con el respaldo grupos inversores españoles, bancos de inversión americanos y bancos de desarrollo regional». Tras materializar «grandes plantaciones en Latinoamérica, bajo estándares internacionales de seguridad», consideraron la oportunidad de invertir en frutos secos en España y Portugal, donde «se dan las circunstancias climatológicas, de integración industrial y seguridad jurídica, que permiten una inversión escalable, segura y rentable».
La sentencia del Tribunal Supremo sobre el caso de Glovo señaló el camino al cuestionar su modelo laboral y confirmar que sus repartidores ejercían como «falsos autónomos». Ahora, la Justicia ha llegado a la misma conclusión sobre Deliveroo, otra de las grandes plataformas de reparto domiciliario: el poder de decisión y autonomía de sus «riders» es mínima, por lo tanto, deben considerarse personal laboral, dice el fallo. Esta última sentencia, de un juzgado de Barcelona, afecta a 748 repartidores, y da la puntilla al modelo laboral de «colaboradores» que utilizan estas plataformas. Según el Colectivo Ronda, una de las entidades que defiende los intereses de los «riders», esta es por ahora la sentencia que afecta a mayor número de trabajadores.
La decisión del Juzgado de lo Social número 24 de Barcelona obligará a Deliveroo a adoptar medidas urgentes: dar de alta a estos repartidores y abonar a la Seguridad Social las cuotas atrasadas del tiempo que han trabajado. La sentencia avala, de esta manera, la actuación que en 2018 llevó a cabo la Inspección de Trabajo, que reclamó a la plataforma 1,3 millones de euros en concepto de cotizaciones sociales no abonadas. El fallo establece, además, que Deliveroo debe dar de alta en la Seguridad Social a estos 748 «falsos autónomos».
La sentencia del juzgado de Barcelona abraza los argumentos del Tribunal Supremo en el caso de Glovo sobre la poca autonomía que tienen los «riders» para decidir si aceptan o no encargos, pues la empresa puede sancionarles en caso de no hacerlos. Es lo contrario de lo que sostiene la multinacional, que alega que los «riders» tienen libertad para decidir.
No son «colaboradores»
«La libertad del repartidor para no estar disponible no es tan amplia como se quiere aparentar, pues en caso de rechazar los pedidos no se les garantizarán pedidos mínimos e, incluso, se puede prescindir de sus servicios», reza el fallo del juzgado barcelonés, tras un juicio que se celebró el pasado mes de octubre en la Ciudad Condal. Y menos pedidos se traduce menos ingresos. Debería haber, por tanto, una relación laboral de la empresa y sus trabajadores. La sentencia del juzgado barcelonés es una palada más contra la política laboral de estas multinacionales que consideran a sus repartidores meros «colaboradores».