Brooklyn, el barrio con más estrellas del mundo
Los Nets, con el apoyo económico de empresarios extranjeros y de celebridades estadounidenses, han construido un equipo de ensueño con la llegada de James Harden, que se unirá a Kevin Durant y Kyrie Irving para asaltar el trono de la NBA
El barrio de Brooklyn es como un remanso de paz, una pequeña isla de calma frente al bullicio que desprende Manhattan, el distrito más emblemático de la ciudad de Nueva York. A ese lado del East River son comunes las veladas de cine al aire libre en el Bridge Park, la exótica y diversificada gastronomía como el bocadillo cubano y las características construcciones de ladrillo rojo. Una tranquilidad que, por otra parte, parece llegar a su fin, al menos en el espectro deportivo, porque todas las alarmas se encendieron en la pasada madrugada del jueves cuando los Nets de la NBA consiguieron hacerse con James Harden, uno de los mejores jugadores de la competición, rompiendo así la «pax» baloncestística de la competición. «La Barba» jugará con dos estrellas de la magnitud de Kyrie Irving y Kevin Durant, una asociación que formará el nuevo «Big Three» de la liga, tres estrellas con el mismo uniforme, una combinación que rara vez suele fracasar en el camino hacia el título.
Los Brooklyn Nets son los herederos espirituales de los New Jersey Nets, un equipo que se ganó un buen puñado de adeptos a nivel mundial al contar a principios de siglo con jugadores fetiche entre los aficionados como Jason Kidd y Vince Carter, pero pese a llegar a las finales de la NBA en 2003, que perdieron contra una de las grandes dinastías de la competición, los San Antonio Spurs de Gregg Popovich, no se han caracterizado por sus éxitos deportivos. De hecho, es una de las 11 franquicias de las 30 totales que nunca han conseguido levantar el trofeo Larry O’Bryan a final de temporada. Ya en 2010, Mijaíl Prójorov, un magnate ruso y candidato a las elecciones presidenciales del país (es decir, opositor a Vladímir Putin), compró la franquicia.
Pero todo cambió en 2012, momento en el que, entre varios inversores y copropietarios, un grupo liderado en lo mediático por el rapero Jay-Z (natural de Brooklyn) decidió trasladar el equipo desde Nueva Jersey, zona de carácter residencial, más alejada del glamour de la Gran Manzana y que saltó a la fama por ser el hábitat de Tony Soprano, a su ubicación actual. Hoy y desde 2019, al equipo lo respalda el poder económico de Joe Tsai, empresario taiwanés y cofundador de Alibaba, que compró toda la infraestructura de los Nets, incluido el pabellón, por la cifra récord de 3.175 millones de euros.
Harden, Irving y Durant forman un talentoso tridente que desde ya es el claro candidato al título de la NBA, con solo los Lakers de LeBron y Davis con cierta preferencia al tratarse de un equipo más hecho y equilibrado. La liga se rige hoy en día por equipos liderados por dos estrellas, como los californianos o sus vecinos, Los Ángeles Clippers de Leonard y George. También por equipos liderados por europeos privilegiados como los Bucks de Antetokoumpo o los Nuggets de Jokic. Y es por eso que reunir a tres jugadores generacionales como han hecho los Nets les da cierta ventaja respecto a sus competidores. Además, quién mejor que el legendario base Steve Nash para dirigir a este conjunto de egos, ya que el canadiense será el entrenador del equipo, toda una eminencia y respetado en las altas esferas de la liga. Lo curioso es que Brooklyn, pese a su joven historia en la NBA, ya tuvo un «Big Three». En 2013, con ganas de hacerse notar, los Nets enviaron hasta cinco jugadores y numerosas rondas del draft para contratar a Paul Pierce y Kevin Garnett, los dos emblemas, junto a Ray Allen, de los últimos Celtics de Boston campeones. Con Deron Williams y algo oxidados en los Nets, bien entrados en la treintena también (36 y 37 años respectivamente), la constelación se estrelló en semifinales ese mismo año y la plantilla se desintegró un año y medio después.
La nueva «Meca»
Por una parte, no todo es alegría tras el fichaje de James Harden, porque la operación implica mucho peligro (entre los tres cobrarán este año cerca de 93 millones de euros), ya que los Nets han sacrificado buena parte de su rotación para traer al jugador. Además, las tres estrellas cuentan con un buen abanico de deslices fuera de la cancha. Harden ha tensado la cuerda en exceso y sale de muy mala manera de Houston, Durant se creó una cuenta falsa de Twitter para autodefenderse en redes sociales y de Irving dijo recientemente un comentarista que si fuese un pájaro volaría hacia atrás. Pero por la otra, la NBA no ha visto una congregación de talento semejante desde que James, Wade y Bosh se juntaron en Miami hace casi diez años.
Lo que es seguro es que uno de los grandes damnificados son los New York Knicks, hasta hace poco unos de los equipos de referencia de la liga y dueño de la ciudad, ahora relegado, porque parece que las estrellas prefieren la seriedad de los Nets antes que los bandazos desde hace tiempo establecidos en el Madison Square Garden, «La Meca», que le llamaba Michael Jordan. Ahora parece que la peregrinación para ver a los mejores jugadores del planeta se dirigirá hacia Brooklyn, ya que desde el centro de la Gran Manzana solo se tarda media hora en metro hasta el hogar de los Nets, el Barclays Center, un moderno pabellón que puede reunir hasta 18.000 espectadores, y hay diferencias entre ver jugar a James Harden y Julius Randle.