ESPERANDO A LOS BÁRBAROS
Tras las puertas giratorias está el paraíso del revolucionario
E Lsesenta por ciento de la factura que pagamos de luz eléctrica son impuestos. Y el IVA que pagamos es del veintiuno por ciento. De los más altos de la Unión. La voracidad extractiva de este Gobierno que vino invocando al dios de los pobres y clamando contra la pobreza energética, ha dejado en un calambre de pilas de linterna infantil, la subida del precio de la luz con la que sentaron en la silla eléctrica de la política a Mariano Rajoy. El gallego inmóvil la puso un siete por ciento más cara. No un veintisiete por ciento como los nuevos protectores que llegaron para salvarnos, hacernos la vida más llevadera y bajar los impuestos a las clases medias para subírsela a los ricos y a las grandes empresas. Filomena nos ha dejado helados. Pero la evidente bajada de pantalones del gobierno socialcomunista para cumplir sus promesas ha congelado las expectativas de los ilusos que alguna vez creyeron en su relato. El abuso del precio de la luz tendrá larga vida. Y este Gobierno carece de valor para bajar, al menos, el IVA, culpando al frutero y tomándonos por unos brevas. No sean malpensados. Cuando terminen su devastador paso por la economía nacional, tendrán que seguir viviendo, acogidos a una empresa a la que con tanta subordinación se plegaron. Tras las puertas giratorias está el paraíso del revolucionario…
Es el único gobierno de la Unión que ha subido los impuestos en plena crisis sanitaria y los únicos que mantienen el IVA eléctrico a precio de oro. Cada vez me recuerdan más las lúcidas denuncias de un escritor galorromano del siglo V, Salviano de Marsella, el autor del «Gobierno de Dios», que radiografió la tiránica carga impositiva del estado sobre los más vulnerables ciudadanos, hasta el punto de que prefirieron vivir con los bárbaros (era más barato) que bajo aquella Roma depredadora y ladrona. La que anunciaba a voces el paso al estado feudal. Salviano dejó escrito que los poderosos vendían su protección a los que nada tenían y que «lo que es más grave y cruel es que se les ve proteger a los pobres a condición de expoliarlos, defender a los desdichados a condición de hacerlos más miserables aún al protegerlos». Joder con Salviano. Además de preclaro intelectual veía el futuro. Al menos el de los españoles bajo el estado alarmante de estos insaciables devoradores de clases medias. Ni me mires ni me toques, habría que decir, cada vez que algún redentor socialcomuinista habla de protegernos. No protegernos más, por favor. Porque nunca vi protectores más desalmados con los protegidos. Tan expuestos estamos que, como en el maravilloso y revelador poema de Cavafis, acabaremos esperando a los bárbaros para sobrevivir a tan carísima tiranía.
Vengo aguzando el oído para ver mejor. Y escucho a profesores, científicos, historiadores y a los pocos intelectuales que no han vendido su independencia al plato de lentejas del poder. Esos especialistas coinciden en que el mundo occidental está en pleno declinar, nos han reseteado para llevarnos hacia un mundo neofeudal, donde los castillos y los señores serán las grandes empresas multinacionales y las poderosas corporaciones. Un mundo nuevo, con menos libertades individuales y más presión laboral. El estado del bienestar dará paso al del malestar. Que, como bien refleja el precio de la luz, será más oscuro y pobre para una gran mayoría de ciudadanos. Los otros seguirán intocables en sus castillos neofeudales. Y los políticos locos por protegernos para encontrar una puerta giratoria. Gritemos con Cavafis: ¡Por favor, que vengan los bárbaros…!