Sin recambio
SAMU gestionó la medicalización del Hotel Alcora de Sevilla durante la primera ola de la pandemia, se encarga de la formación de cientos de niños inmigrantes que llegaron en cayucos a Canarias durante los dos últimos meses y colabora en el desbroce de caminos y carreteras que colapsó Madrid durante la nevada de la última semana. Su director general, Carlos González de Escalada, doctor en Ciencias Sociales, Máster en Dirección y Administración de Empresas y Máster en Seguridad, Defensa y Geoestrategia prepara el 40 cumpleaños de una empresa dedicada a salud y acción social que está presente en muchas emergencias.
—SAMU introdujo por primera vez una UVI móvil en España hace cuatro décadas.
—Mi padre, fundador de la empresa, advirtió que en los traslados largos entre hospitales había un gran índice de mortalidad e identificó esa carencia en nuestro país: las UVI móviles. Fue a formarse a París y se trajo la primera UVI móvil. Fue algo revolucionario que ahora vamos a restaurar para conmemorar estos 40 años. Era una Renault 12. SAMU arrancó con un médico, que era mi padre, un conductor y un enfermero.
—Y ahora tienen casi 2.000 empleados.
—Sí, pero aún recuerdo cuando iba de camillero con mi padre siendo adolescente. Seguimos siendo una empresa familiar muy profesionalizada en la que trabajan mi padre, mis hermanos y un equipo sensacional. Cuarenta años dan para mucho y entramos en el sector social porque la sociedad moderna no concebiría que sólo estuviéramos en servicios médicos. La salud cubre un aspecto muy importante pero lo completa lo social. No se puede consentir que haya niños abandonados en la calle, aunque esto sea algo normal en los países subdesarrollados. Nos ocupamos de la población vulnerable.
—¿Se plantean abrirse a otros campos?
—No nos vamos a salir de salud y servicios sociales. Es nuestra vocación y nuestra ilusión, cuando abrimos, por ejemplo, una escuela de oficios o el centro de neurodesarrollo que vamos a poner en marcha en Madrid. Nuestra profesión es ayudar a los demás y eso es un placer inmenso. Estamos en Tánger, en EE.UU. y hemos abierto una delegación en Lima.
—Han intervenido en Madrid haciendo frente a una nevada histórica que colapsó la capital y su corona metropolitana durante varios días.
—No nos podemos quedar viendo las catástrofes por la tele y tenemos una fundación muy activa con muchos voluntarios, todos muy formados, entre ellos, paracaidistas. Vamos con una autosuficiencia total durante al menos 48 horas y no preguntamos dónde está el agua, la comida o el sitio para dormir. Una de nuestras brigadas desbrozó calles y trasladó a personal sanitario a los hospitales. Somos como Salvamento Marítimo, cuando hace mala mar y todos se recogen en casa , nosotros salimos. El pasado verano estuvimos formando a personal sanitario en el Salvador contra el coronavirus y hemos asistido a las víctimas de los huracanes en Honduras.
—Son especialistas en riesgos biológicos y han colaborado con las administraciones públicas en la lucha contra la pandemia del coronavirus. ¿Cómo fue la primera ola?
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