EL CARTEL DE GRANADA
La presentación del cartel de la Semana Santa de Granada tuvo una repercusión más allá de los límites de la ciudad nazarita. La Federación de Cofradías encargó en su día la obra a una pintora amateur que probablemente, con toda la voluntad del mundo, hizo un trabajo para el que no estaba preparada y se dio por satisfecha. La obra está bien para la exposición de talleres de manualidades de un distrito o para las actividades de los miembros de un AMPA, pero como expresión plástica para una Semana Santa tan rica y con tantos valores patrimoniales, y de una ciudad de la trascendencia histórica o artística de Granada, es un auténtico despropósito. Un horror.
La exposición pública de la que disfrutan y que al mismo tiempo sufren los artistas relacionados con el arte sacro obliga a los comitentes a ser extraordinariamente cuidadosos y escrupulosos a la hora de elegir. Pero la responsabilidad del despropósito granadino o la de muchos que vemos con frecuencia no es en todo caso de la pintora no profesional. Es de quien encarga una obra así a un aficionado y después, conociendo el resultado, empuja a esa persona al juicio de la crítica especializada y a los tiburones de la opinión pública. En éstos, que son días de presentación de carteles, no hemos empezado el año demasiado bien. Ojalá no sea la señal de una racha.