Cero arrepentimiento, pero tiene cáncer. Antonio Troitiño está en la calle tras 22 asesinatos y 2.895 años de condenas
da: ni han pedido perdón, ni se han arrepentido, ni han colaborado para resolver los 400 asesinatos pendientes ni lo van a hacer, y ahí están. Libertad. Acercamientos. ¿Quién ha ganado?... los de ETA, por el ansia de poder de quien dijo que nunca pactaría con los independentistas, ni con Bildu... pues con todos».
A Manuela, veintitantos años de psicólogos y visita semanal a la plaza de autos para poner flores, le vienen las lágrimas al hablar, ahora la emoción le casca la voz, se recrea feliz en la infancia con el hermano –«él se desvivía por mí y yo por él»–, se disculpa, se irrita. «Nos están mintiendo y no hacemos nada. No sé si haría falta que cada uno sintiera en la piel lo que nos han hecho a nosotros... nos están pisoteando, y a nuestros muertos».
A Teresa Freixas, hermana del guardia civil Jesús María Freixas, también asesinado en el atentado de la República Dominicana, la liberación de Troitiño le pilla armada. «Es una desgracia que hayamos tenido estos hechos durante tanto tiempo, pero lo que siempre hemos reclamado la familia en todas partes es que se cumpla la legislación».
Teresa es catedrática de Derecho Constitucional en la Universidad de Barcelona. «No acostumbro a pronunciarme fuera de los temas legales», excusa. ¿La excarcelación hace revivir el dolor? «El dolor siempre está, pero por algo somos seres racionales y pensantes, más en el caso de los que tenemos una profesión en la que la legislación, el Estado de Derecho, es un eje vertebral de toda la convivencia». Amén. Tiene una serenidad que descompone.
Los iluminados
Una víctima es una lección de dignidad. Tanto que chirría que la Justicia recurra exactamente al mismo término para sustanciar el envío a casa de un sanguinario como Troitiño. A saber: Antonio, este del bombazo en la plaza de la República Dominicana, y su hermano Domingo –otro bravo, comando Barcelona y holocausto de Hipercor– nacieron en Palencia. Tariego de Cerrato, hijos de ferroviario, para más señas.
No está de más resaltar que Antonio firmó el mayor atentado de su época y Domingo, un año después, el que le superó. De hecho, Hipercor es la carnicería máxima de ETA y de las sufridas en España, sólo por detrás del 11-M.
Manuela, la hermana del guardia civil Lancharro, también. Recita con precisión desconcertante fechas, hechos, condenas. Se lo debe a su Antonio, para ella luchar es no darle la espalda. Troitiño es un profesional del mal. De vuelta a su entorno «puede ser igual de peligroso... no hace falta apretar un gatillo para asesinar, en lo que le quede, puede dedicarse a transmitir el odio, preparar a los que le escuchen... ETA está agazapada esperando el momento oportuno, pero muy al día».
El terrorista, dato fundamental, ya rompió con la banda de boquilla a efectos de dádiva penitenciaria y cuando en 2011, con solo 24 de cumplimiento en la espalda, recibió el regalo de la libertad vía «doctrina Parot» , y recalculando hubo que extraditarle de una huida a Londres, la Audiencia Nacional concluyó probado que había pedido la reintegración en el engendro etarra. Ahora, el auto de excarcelación admite olímpicamente que ni reinserción, ni arrepentimiento, ni nada. Su evolución «no ha sido suficientemente favorable» en cuanto a «la gravedad de la actividad delictiva y sus consecuencias», y la no reincidencia se fía a que ETA está «derrotada».
Manuela se duele de la «crueldad gratuita del Gobierno». Se pregunta qué pasaría si las víctimas se pusieran de huelga de hambre como De Juana en 2008. Y se responde sin dudar: «Nos dejarían morir».