Convicciones éticas
En mayo de 2008 la Consejería de Salud de la Junta declaraba su intención de «impulsar la tramitación de la ley reguladora de la dignidad de las personas y el proceso de muerte». Esta ley trataría de establecer los criterios y condiciones que el sistema sanitario debería desarrollar para garantizar una adecuada atención durante el proceso final de la vida, basados en evitar el sufrimiento y el respeto a la dignidad y a la libre decisión de cada uno. Se recogía literalmente que ni la eutanasia ni el suicidio asistido podían formar parte del «derecho a la dignidad de la propia muerte. En opinión de la Comisión encargada se trataba de «reflexionar sobre las dimensiones éticas de la idea de lo que es la muerte digna y de que goce de la mayor seguridad jurídica, con un consenso suficiente como para aceptar prácticas sanitarias tales como los cuidados paliativos, el rechazo del enfermo a evitar tratamientos ineficaces y evitar el encarnecimiento y aceptar la sedación. Este trabajo que he resumido, fue aceptado por la mayoría de los médicos. ¿Saben quién propuso cuanto antecede? Pues la Consejera de Salud, María Jesús Montero. Cómo cambian los criterios cuando se accede a un Ministerio y se acepta una ley sobre eutanasia. Las convicciones éticas están en función del sueldo y del puesto de trabajo. ¡Qué vergüenza!